Esta noche, recién iluminada la ciudad de Oviedo con las luces de Navidad, y tras tomarme un café caliente y reparador, voy a tratar en este animado espacio la biografía de un guitarrista clásico de nacionalidad cubana. Hoy es el turno de Manuel Barrueco.

Manuel nace el 16 de diciembre de 1952, -mismo día que mi madre aunque en diferente año-, en Santiago de Cuba, por lo que, en apenas dos semanas, cumplirá 69 años. Muy bien llevados, por cierto.

Barrueco es uno de los más destacados intérpretes de la guitarra clásica de nuestro tiempo. Muy pronto, con ocho años, comenzó a estudiar guitarra en el Conservatorio Esteban Salas y Castro de la ciudad de Santiago. Con apenas 15 años, como tantos y tantos talentos de todo el mosaico artístico, nuestro protagonista se traslada a Estados Unidos, en concreto, a Miami, donde afianzó sus estudios y prometedora carrera, continuando su periplo norteamericano, cómo no, en la “gran manzana” (Nueva York), finalizando sus estudios en el Conservatorio de Peabody en Baltimore, Maryland, ganando el concurso de su promoción; habiendo recibido la Beca para la Excelencia Artística de Artista Fontanals.

Su nivel académico aglutina excelencia y capacidad, dirigiendo anualmente una clase magistral en esta institución (Conservatorio de Peabody) en la que se concentran estudiantes de todo el mundo.

Su actividad docente la desarrolla regularmente en la Universidad John Hopkins (fundada en 1876) y viene siendo compartida, como ocurre con los grandes artistas, con su faceta de concertista de primer nivel, cuya agenda de conciertos le lleva cada año a recorrer buena parte de las principales ciudades europeas y asiáticas. Sus giras internacionales lo han llevado a algunos de los centros musicales más importantes del mundo. Destacan el Royal Albert Hall de Londres, el Musikverein de Viena, el Concertgebouw de Ámsterdam, la Filarmónica de Berlín, el Teatro Real de Madrid y el Palau de la Música de Barcelona. En Asia, ha realizado cerca de una docena de giras por Japón y ha realizado repetidas apariciones en Corea, Taiwán, Singapur, China y Hong Kong. Las giras de Barrueco por América Latina han incluido presentaciones en México, Brasil, Colombia, Costa Rica y Puerto Rico. 

En uno de esos conciertos que tuvo lugar en mi ciudad, Oviedo, en los años noventa, en el internacionalmente conocido Teatro Campoamor, en el que se entregan desde hace cuatro décadas los Premios Príncipe -ahora Princesa- de Asturias, tuve la oportunidad de verlo y escucharlo en vivo. Y me llamó la atención que utilizará amplificación para su guitarra clásica, si bien puede entenderse perfectamente, si tenemos en cuenta que tocaba con una orquesta sinfónica; y es que, como el propio Manuel dice: “Una orquesta es un gigante. Si no te quiere escuchar, la guitarra se pierde sin remedio”.

En los próximos días me sumergiré en el estudio de grabación rescatando obras clásicas de J.S.Bach, a quien dedicamos aquí una biografía el 22 de diciembre de 2017: Johann Sebastian Bach, el genio barroco, de Nikita Koshkin, sobre el que traté el 1 de diciembre de 2017: Armónicos con Nikita Koshkin, de Leo Brower, cuya entrada hice el 17 de noviembre de 2017: Léo Brouwer, leyenda viva de la guitarra, y de Rodrigo Riera, al que igualmente dediqué una biografía el 23 de junio de 2017: “Desde Venezuela al mundo. Rodrigo Riera” a las que añadiré, humildemente, un par de composiciones propias: una de corte clásico creada en 1992, y otra más contemporánea compuesta en 1996. Mi idea es la de combinar guitarra eléctrica, acústica y clásica, sin perjuicio de añadir puntualmente un piano digital en uno de mis trabajos propios. Y enlazando con la dificultad de la que habla Barrueco sobre la importancia de colocar correctamente el micrófono de amplificación en los conciertos, hay que decir que se juega con ventaja si la grabación se hace por cable ya que se puede pinchar un fragmento para rectificarlo sin grandes diferencias de dinámica y pulsación, lo que no ocurre con la guitarra española o acústica sin pastilla, que cualquier movimiento que aleje el instrumento del micrófono o el cambio de dinámica de pulsación conlleva, a buen seguro, una repetición completa de la obra para culminar con éxito la grabación, por lo que será probable que me incline por hacer predominante a la guitarra eléctrica en este próximo proyecto, de cuyas obras disfrutaré mucho más, pese a su dificultad, que cuando eran objeto de examen académico allá por los noventa.

Pero regresemos a Barrueco. Durante tres décadas de conciertos, ha actuado en todo Estados Unidos: desde la New World Symphony en Miami hasta la Seattle Symphony, y desde el Hollywood Bowl con la Filarmónica de Los Ángeles hasta el Lincoln Center de Nueva York. Ha aparecido con orquestas tan prestigiosas como la Orquesta de Filadelfia y con la Sinfónica de Boston bajo la dirección de Seiji Ozawa, en el estreno estadounidense de “To the Edge of Dream” de ToruTakemitsu (1930-1996), compositor nipón que exploró los principios de la composición musical propios de la clásica occidental y la tradición musical japonesa.

Barrueco aparece además de forma regular con la Orquesta Sinfónica de Baltimore y con San Francisco Performances. A ello hay que añadir las ocasiones nada infrecuentes en las que se ha presentado como solista invitado con otras orquestas internacionales, como la Russian State Symphony, Helsinki Philharmonic, Royal Philharmonic, NHK Symphony, New Japan Philharmonic, Auckland Symphony en Nueva Zelanda, Orquestra Sinfonica do Estado de Sao Paulo (OSESP), y las sinfónicas de radio de Munich y Frankfurt.

Su discografía se integra por los siguientes trabajos: Manuel Barrueco Plays De Falla, Ponce, Rodrigo (1987/1997), Manuel Barrueco Plays Mozart & Sor (1988/1997), Manuel Barrueco Plays Brouwer, Villa-Lobos & Orbón (1989/1997), Mozart: Duets For Flute And Guitar (1990), Annie Laurie The King’s Singers And Manuel Barrueco Guitar (1991), Manuel Barrueco: 300 Years Of Guitar Masterpieces (3 Cd Set) (1991), Manuel Barrueco Plays Bach & De Visée (1990/1997), Manuel Barrueco Plays Albéniz & Turina (1992/1997), Manuel Barrueco Plays Granados & Falla (1993/1997), Porrait Sometime Ago (1993), Manuel Barrueco Plays Lennon & Mccartney (1995), Pure Barrueco (1996), Rodrigo: Manuel Barrueco Placido Domingo (1997), Cantos Y Danzas (1998), ¡Cuba! (1999), Nylon & Steel (2001), Concierto Barroco (2005), Tárrega! (2010), A Baroque Recital (2012), Medea (2013), China West (2014), Fernando Sor: El Beethoven de la Guitarra (2016), y Música de Cuba y España; Sierra: Sonata para Guitarra (2019).

Su grabación del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo con el director y tenor Plácido Domingo fue citada como la mejor grabación de esa pieza en Classic CD Magazine, mientras que ¡Cuba! fue calificado como “un logro musical extraordinario” por el San Francisco Chronicle.

Vamos a escuchar a Barrueco unos instantes. Comparto con vosotros un fragmento del Concierto de Aranjuez: https://youtu.be/cMylj_n8ACo.

¡Qué limpieza y precisión! ¿verdad? Utiliza las uñas de la mano derecha, que protege con cinta adhesiva, de forma casi obsesiva, ya que el bueno de Manuel confesó en alguna ocasión que usa guante protector antes de los conciertos por si se quiebra una uña (al parecer, si hay un cierto margen se podría pegar, pero no quisiera ser su mánager después de astillar accidentalmente una de sus uñas y, mucho menos, si tuviera algo que ver con la rotura…).

El arte de Barrueco a la guitarra ha sido altamente valorado como el de un excelente instrumentista y un músico superior y elegante, que posee un sonido seductor y dotes líricas poco comunes.

La apuesta de Barrueco por la música contemporánea y por la expansión del repertorio guitarrístico lo ha llevado a colaborar con numerosos compositores distinguidos como los estadounidenses Steven Stucky (1949-2016), Michael Daugherty (1954) y Jonathan Leshnoff (1973), el compositor puertorriqueño Roberto Sierra (1953), el compositor estonio -nacionalizado austríaco- de música sacra Arvo Pärt (1935), la pianista californiana Gabriela Lena Frank (1972), el compositor uzbeco de bandas sonoras Dmitri Yanov-Yanovsky (1963), o el ya citado Toru Takemitsu (1930-1996), cuya última obra orquestal Spectral Canticle fue un concierto doble escrito específicamente para Manuel Barrueco y el violinista alemán Frank Peter Zimmerman.

Resulta imprescindible navegar por la completa página web oficial de Manuel Barrueco cuyo enlace comparto: http://www.barrueco.com/.

Cuando el talento y la preparación técnica confluyen, como es el caso de Manuel Barrueco, se produce esta maravillosa vis atractiva con otros grandes artistas (da igual de donde provengan, qué idioma hablen, o qué vivencias hayan tenido). El talento llama al talento y en ocasiones mágicas multiplica exponencialmente la calidad individual de los componentes en sus trabajos colectivos, puesta en escena que resulta mucho más excelsa, y ya es decir, que la suma de sus habilidades diferenciadas.

Ha sido un viaje, admirado Barrueco, muy inspirador, el de bucear en tu trayectoria e imaginar qué recuerdos quedarán de tu querida Cuba tras más de 50 años sin regresar a la isla, habiéndote ido como adolescente y, pese a haber viajado y repetido estancias en tantas ciudades, es una pena que no se haya dado el momento de regresar y respirar esos aires de Santiago, pasear por las calles de la niñez y, por qué no, tocar para tus paisanos esas obras más especiales y populares de tu repertorio.

El éxito y reconocimiento mundial recompensa todo ese esfuerzo por mejorar cada día en pos de una excelencia que, seguramente, sólo tocarás “con la punta de las uñas” muy de tarde en tarde porque tu nivel de exigencia está muy por encima de lo que los demás esperamos de ti en nuestras mejores expectativas.

No obstante, como en una entrevista aclaraste, es cierto que en ocasiones hay conciertos en los que las cosas no salen y se producen fallos, y seguramente eso atormenta a quien se siente observado y examinado por tantas personas, muchos de ellos maestros y alumnos, y esa presión resulta dura pero, felizmente, la madurez del artista permite aceptar esa imperfección y sobreponerse a un fallo, tratando de aprender de aquello que pudo propiciarlo pero siendo consciente de que no todas las variables pueden controlarse y en esa incertidumbre, en ese caminar por el alambre, en este caso “por el serrucho” de las cuerdas, resulta apasionante para el intérprete y el público porque es lo que hace cada concierto como único, una especie de suerte deportiva con el imprevisible guion de un resultado por conocer.

Tu versatilidad queda de manifiesto en el trabajo Nylon & Steel, una colección de dúos con los grandes de la guitarra como Al Di Meola, a quien dedicamos aquí un espacio el 27 de septiembre de 2019: Al Di Meola, la guitarra del Jazz-Rock, Steve Morse (Deep Purple) y Andy Summers (The Police).

Parte de tus trabajos, admirado Manuel, han sido objeto de nominaciones al Grammy a la mejor grabación clásica como tu Concierto Barroco, con la Orquesta Sinfónica de Galicia y el director Víctor Pablo Pérez, (por cierto, en su día Director de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, OSPA), recibiendo igualmente una nominación al Grammy a la Mejor Interpretación de Solista Instrumental por tu Solo Piazzolla, consiguiendo el premio Grammy a la Mejor Composición Clásica Contemporánea con Sounds of the Americas en colaboración con el Cuarteto Latinoamericano, por Inca Dances de Gabriela Lena Frank; recibiendo posteriormente nuevas nominaciones al Grammy latino por tu grabación en solitario, Tárrega!, como Mejor Álbum de Música Clásica, y otro por Medea, con el arreglo del ballet del guitarrista y compositor flamenco Manolo Sanlúcar.

Sin duda premios y nominaciones bien merecidos a una vida tan entregada a la música, pero también a la docencia. Y es que, como resaltamos aquí en la biografía personalizada de la guitarrista rusa Anna Likhacheva el 9 de abril de este año: Anna Likhacheva, la Guitarra Clásica de los nuevos tiempos de Rusia, que recibió tus clases magistrales, sin duda tiene que representar esta faceta como maestro una satisfacción personal muy especial cuando alumnas tan brillantes como Anna se consolidan en el panorama guitarrístico internacional y te tienen como un referente, un estímulo generador de la excelencia, de la conversión de esa habilidad innata de los grandes en coordinación técnica y proyección expresiva, y eso, querido Manuel, requiere un excepcional profesor, que temple los tiempos, que ayude a evolucionar al guitarrista, desde la disciplina, sí, pero también desde la empatía con nuestra imperfección.

Y voy a cerrar el agradable episodio de esta noche con el audio de este fragmento de A Hard´s Day Night: https://youtu.be/9hib7zCaBdE del álbum Manuel Barrueco Plays Lennon & Mccartney (1995).

¡Qué pulcritud y belleza, admirado Manuel! No es ya que hagas hablar a la guitarra, sino que la haces declamar, una melodía teatral digna de una noche para recordar.