Hoy hablamos de otro guitarrista clásico contemporáneo: Rodrigo Riera. Nació en Carora (Venezuela) en 1923 y falleció en Barquisimeto en 1999. Hombre de origen humilde que destacó no solamente en la composición e interpretación como concertista de guitarra clásica sino también y muy especialmente como profesor, sobre todo en la etapa final de su vida. Ha sido un creador de muchas obras (más de 80), entre las que se cuentan formas tan diversas como estudios, valses, preludios, danzas, suites, con muchos guiños a su tierra venezolana como merengues, aires y canciones; de hecho buena parte de sus obras están dedicadas al patrimonio musical del Estado Venezolano de Lara del que procede este autor. También realizó composiciones para 2 ó 3 guitarras como son: “Melodía para dos guitarras”, -Barquisimeto (1978)-, o “El simplón” para 3 guitarras, -Barquisimeto (1981)-.
Igualmente, este guitarrista realizó varias transcripciones y arreglos de obras de guitarristas clásicos tan universales como Fernando Sor: “Two small works for guitar”, For three guitars.
Dentro de su amplio espectro creativo quiero mencionar su trabajo “Nostalgia”, obra, según mi impresión, íntima y profunda, con armonías ricas y disonancias que no pueden disfrazar su composición contemporánea, trabajo que ha venido siendo parte integrante de los programas de estudio en los Conservatorios (en mi caso, fue una de las composiciones a tocar en el segundo curso -grado elemental del Plan de Estudios de 1966-). Resulta muy apropiada esta pieza para familiarizarse con las composiciones contemporáneas de guitarra, con toda su revolución armónica y técnica, siempre más difíciles de apreciar al salirse de los patrones más tonales y escuchados tanto de la música clásica anterior como incluso de la propia música popular, obra ésta de un nivel de dificultad menor, tanto en digitación como en estructura rítmica, si bien en su ejecución cobra especial importancia la expresión y el abanico de matices que puedan resaltarse para obtener un resultado interpretativo satisfactorio.
Aquí en Asturias, desde donde escribo, la lluvia y la niebla acompañan buena parte de nuestra vida y en ese entorno montañoso y verde, regado por nuestro “orbayu”, -ecosistema tan dispar al Venezolano del autor-, “Nostalgia”, encuentra igualmente un lugar propicio para sonar, para regalarnos en íntima soledad o para compartir con todos aquellos que puedan convencerse de que la nostalgia es un estado de ánimo también necesario para recordar, reflexionar, imaginar y despegar, para, en suma, vaciarnos de sensaciones, e impulsarnos con fuerza hacia otros estados de ánimo más optimistas, que vuelvan a llenarnos, y que sólo podemos apreciar en su máxima expresión por comparación con su estado antagonista.
Para finalizar hay que resaltar que al igual que otros muchos guitarristas clásicos comenzó a tocar de forma autodidacta, si bien a partir de los 21 años estudió profesionalmente en la Escuela Superior de Música de Caracas, siendo becado para terminar su formación en el Real Conservatorio de Madrid, viajando seguidamente a Siena (Italia) donde completó su formación con el Maestro Universal Andrés Segovia, destacando como importante concertista en Francia, Italia, España y Estados Unidos, donde vive 8 años en New York, época en la que compone su “Preludio Criollo”, (probablemente su obra más universal), desarrollando una forma original de componer ya que conecta su proceso creativo a los ritmos y melodías populares Venezolanos, habiéndose creado en su honor un Festival Internacional de Composición en 1994 que lleva su nombre.