Esta noche, con la reciente estela de haber culminado nuestro último trabajo en el estudio de grabación, que incluye una canción propia: “El Trueno del Silencio”, y tres versiones: “According to you” (de Orianthi Panagaris), a quien hemos dedicado una biografía el 27 de febrero de 2021: Orianthi Panagaris, la mejor embajadora del Rock; “Atrapado” (del grupo asturiano Stukas) y “Don´t Stop Believin´” (de Journey), que en pocos días estarán disponibles en la sección de música de nuestra web, voy a tratar aquí la trayectoria de un guitarrista de los escogidos, aquellos que aúnan talento a raudales y reconocimiento universal, y es que hoy, por fin, vamos a hablar de David Gilmour.
David Jon Gilmour nace el 6 de marzo de 1946 en Cambridge (Inglaterra), por lo que cuenta con 76 años tremendamente intensos y productivos a nivel artístico. Como curiosidades familiares hay que reseñar que el padre de David, Douglas Gilmour, experto en Zoología, fue docente en la Universidad de Cambridge, cuya excelencia no hace falta explicar, puesto que tanto Oxford como Cambridge están siempre en primera línea de las mejores universidades del mundo junto con las más prestigiosas de Estados Unidos (en cualquier caso, yo soy más de Oxford que de Cambridge puesto que tuve la oportunidad de realizar una pequeña estancia en Merton College en agosto de 2019, vivencia de la que quedó una canción titulada “Merton siempre va contigo”). La madre de David, por su parte, era editora para la BBC.
Con este cuadro familiar el bueno de David trazó su propio y espectacular camino al que sus padres contribuyeron estimulando su afición por la música, y así, cuando apenas tenía 8 años, le regalan un disco del músico estadounidense y propulsor del Rock Bill Halley (1925-1981) titulado Rock Around the Clock. Eran los años de Elvis, en los que sonaban temas tan conocidos como Heartbreak Hotel, pero la canción que le hizo interesarse por nuestra reina de las seis cuerdas fue By Bye Love de Everly Brothers, que pese a no ser de nuestro protagonista, vamos a escucharla, tratar de viajar en el tiempo a nuestra infancia, y preguntarnos si nos generaría el mismo interés por la guitarra que a Gilmour: https://youtu.be/nmjPAb-v4Nw.
Pues sí, la guitarra es seña de identidad de este pegadizo tema. David comenzó con una que le prestó un vecino, siguiendo un método de estudio por su cuenta, si bien a los 11 años acudió a la Perse School de Cambridge, escuela de música fundada en 1615 por Stephen Perse (que, por cierto, sólo comenzó a aceptar niñas a partir de 2010; pues ellos se lo perdieron porque este blog es un humilde ejemplo de muchas y buenas intérpretes femeninas). La enseñanza reglada no fue muy satisfactoria para David pero, eso sí, en esta escuela iba a coincidir con los que tiempo después serían sus compañeros en la banda de su vida: Pink Floyd: el guitarrista Syd Barrett y el bajista Roger Waters.
La formación de David no se circunscribió exclusivamente a la música y comenzó con apenas 16 años a estudiar lenguas modernas en el Colegio Técnico de Cambridge, hablando francés de forma fluida; sus estudios generales siempre iban acompañados de la guitarra y de sus recurrentes ensayos. El salto a la arena musical de David se produce con la banda de blues Jokers Wild, con la que llegó a grabar un álbum y un sencillo en el estudio Regent Sound en Londres, por el que pasaron otras leyendas del Rock como Jimi Hendrix, al que dedicamos aquí un espacio el 8 de marzo de 2019: Jimi Hendrix: contigo empezó todo, o The Rolling Stones, a cuyos guitarristas Keith Richards y Brian Jones dedicamos biografías personalizadas el 28 de febrero y 20 de noviembre de 2020, respectivamente: Keith Richards, una guitarra rítmica de impresión / Brian Jones, 328 meses de un talento superlativo. Nuestro artista tenía sólo 16 años en este bautismo del estudio de grabación.
Ya con 19, el bueno de Gilmour, junto con Barret y otros músicos, se liaron la manta a la cabeza y viajaron por España y Francia interpretando canciones de The Beatles en las calles y también en bares. Lo pasaron mal, hay que decirlo, con toda la crudeza, pasaron privaciones básicas, y en el caso de David llegaron a conllevar su traslado al Hospital por desnutrición, aparte de ser arrestados en una ocasión por indigencia (la verdad que lo leo y vuelvo a leerlo, y me quedo estupefacto, no me cuadra que pueda detenerse a alguien por indigente, quizás algún día se detenga a alguien por millonario, sobre todo, cuando sus excéntricas costumbres exhibicionistas y vulgares produzcan vergüenza ajena). La guitarra no daba para subsistir y David tuvo que aplicarse por París como conductor y asistente de moda de Ossie Clark (1942-1996).
En 1967 su grupo inicial, Jokers Wild, con Rick Wills, Willie Wilson y el propio David, giraron por Francia como trío con el nombre de Flowers y la estancia no pudo ser más deficitaria. A los problemas de impago de los regentes de los bares en los que actuaban se unió el robo de su equipo, lo que acabó de arruinar el viaje. No obstante, David tuvo la oportunidad de participar como vocalista y músico de sesión en dos canciones de la banda sonora de la película “Yo soy el amor” con la conocidísima y sex symbol del momento, Brigitte Bardot como protagonista.
A finales de 1967 el baterista de Pink Floyd, Nick Mason, seduce a David para que se una a la banda para reemplazar a Barret, de quien no se quería prescindir por su talento compositivo pero, conscientes de su inestabilidad y excentricidades, que en ocasiones lo anulaban como intérprete, sólo podían aspirar a aprovechar sus intervalos lúcidos para obtener buenas canciones; pero, finalmente, Syd Barrett abandonó la banda al año siguiente. Esta salida promociona a Gilmour como cantante principal, en ocasiones compartiendo voces con Roger Waters (1943) y también con Richard Wright (1943-2008).
Llega el éxito rotundo de dos trabajos que están en la historia del Rock. ¡Qué digo en la historia del Rock! Están en la historia de la música: The Dark Side of the Moon y Wish You Were Here. Curiosamente, los problemas en las bandas son recurrentes cuando los egos de cada cual se sienten atacados por las ideas y proyectos de los demás, y se produce el despido de Wright, -aunque regresaría muchos años después para iniciar la gira A Momentary y para la grabación del álbum The Division Bell en 1994-; a la par que la relación entre Gilmour y Waters se deteriora profundamente, al punto de poner fin a casi 25 años de “convivencia musical” en el concierto de Londres de 17 de junio de 1981.
Ya a finales de los setenta Gilmour sentía que Pink Floyd no era el vehículo adecuado para viajar por el mundo compositivo. De hecho, en 1978, saca su primer álbum como solista: David Gilmour, al que siguió About Face, ya en 1984, disco muy interesante en dimensión emocional en el que trata desde el asesinato de John Lennon a los problemas de convivencia grupal con Waters. Al parecer, según David, las letras primaban en la creación compositiva de Waters al punto de que la música era casi secundaria, mientras que Gilmour, abogaba por un mejor equilibrio entre música y letras. Pues, yo me sumo a Gilmour, incluso estiro su opinión al punto de que la música para mí es lo troncal (pero reconozco que no es una opinión mayoritaria, y en cualquier caso, como casi todo en la vida, el punto medio es el parámetro a considerar, el coherente equilibrio entre letra y música resultaría seguramente el mejor objetivo).
Pero las leyendas vuelven -casi siempre- y así el 2 de julio de 2005 Gilmour se presentó con Pink Floyd en el evento de caritativo Live 8 con los sempiternos Waters, Mason y Wright, lo que representó una estimulante palanca económica de beneficios de su recopilatorio Echoes: The Best of Pink Floyd. Y en 2006, pese a las declaraciones públicas de que la banda ya había terminado su discografía, David publicó un tributo a Syd Barrett, fallecido ese mismo año, grabado en el emblemático Royal Albert Hall (sala de conciertos de Londres, cuyo recinto se inauguró en 1871), presentándose dos versiones de la canción Arnold Layne, con Wright y David Bowie como cantantes respectivamente, sencillo que resultó muy exitoso y se coló en el top 20 de las listas de éxitos británicas. No obstante, pese a que el ciclo parecía cerrado, en 2014, Pink Floyd publicó su hasta ahora último álbum: The Endless River, ya 6 años después del fallecimiento del teclista Wright, lo que aconsejó que no se realizase gira promocional. ¿Será de verdad este el último álbum? Gilmour insiste en que sí, sobre todo porque sin Wright las cosas no serían iguales.
La discografía de Pink Floyd se integra por los siguientes álbumes de estudio: A Saucerful of Secrets (1968), Music from the Film More (1969), Ummagumma (1969), Atom Heart Mother (1970), Meddle (1971), Obscured by Clouds (1972), los citados The Dark Side of the Moon (1973) y Wish You Were Here (1975), Animals (1977), The Wall (1979), The Final Cut (1983), A Momentary Lapse of Reason (1987), The Division Bell (1994) y el comentado The Endless River (2014).
La discografía en solitario de David Gilmour se compone de cuatro trabajos: además de los mencionados David Gilmour (1978) y About Face (1984), hay que sumar On an Island (2006) y Rattle That Lock (2015). Por supuesto, son numerosos los discos también en vivo además de los colaborativos con otros artistas.
La razón de traer esta semana a David al blog vino estimulada por un comentario de mi amigo Rafa Alejandre, al que ya he mencionado en otras biografías, melómano con amplios conocimientos sobre grupos y estilos, e incipiente guitarrista -por cierto- que, tras revisar el centenar abundante de biografías de guitarristas del blog echó de menos, -cómo para no hacerlo- a David Gilmour, que es sin duda un guitarrista singular y excepcional. Pero no sólo guitarrista, también es un destacado multi instrumentista, ya que toca el bajo, los teclados, la batería, la armónica y el saxofón, instrumentos de todas las familias y con técnicas bien diversas. Estamos sin duda ante un artista fantástico.
¿Y qué podemos decir de su estilo como virtuoso guitarrista? Una característica de sus ejecuciones instrumentales es que sus fraseos emotivos no destacan por su rapidez, se recrea en cada nota, apurando su sonido o proyectándolo por medio de string bendings (consiste en tocar una cuerda y, después de que suene el inicio de esa nota, estirar la cuerda hacia arriba o abajo y mantenerla para obtener una nota más aguda), utilizando además la palanca de trémolo de su guitarra, lo que aún maximiza el efecto de los estiramientos de las cuerdas, dotando a su sonido de mayor riqueza y colorido, en una tesitura de escalas pentatónicas, cuya aparente simpleza no debe equivocarnos: David eleva al nivel 1 de excelencia musical estructuras melódicas recurrentes y simples pero el sonido que obtiene con su hábil combinación de pulsación y tiempos resulta singular y pocos guitarristas tienen un estilo tan original y específico como Gilmour; con una capacidad de improvisación en los conciertos que resulta conmovedora, no hay solo de David que se repita, cada concierto representa un nuevo descubrimiento pero, eso sí, dentro de un orden coherente musical y expresivo; sin que pueda descartarse que el bueno de David proyecte en sus conciertos solos perfectamente elaborados y trabajados, pero con la habilidad de apartarse de los grabados en estudio sin abandonar su esencia e hipnotizarnos al punto de hacernos creer que se trata de una improvisación que no es tal. En cualquier caso, resulta una delicia escucharlo. Y para muestra un botón, el directo de 2010 en Gdansk, con el solo de Comfortably: https://youtu.be/o5Ht6WIhhmU.
Repasar tu carrera, admirado David, ha sido uno de los mejores momentos de la semana. Son muchas las aristas de tu impronta artística que desconocía, ya que, aunque siempre he admirado tu trabajo creativo e interpretativo y el de la banda de tu vida, Pink Floyd, no he sido muy constante en seguir la trayectoria y profundizar en vuestra rica historia artística, a diferencia de mi compañero de grupo, José Ramón Paredes, que ya en 2001 me involucró en la versión que hicimos de la canción Time, integrada en el álbum The Dark Side of The Moon, versión en la que, por cierto, canta fenomenalmente (disponible en la sección de música de nuestra web). Pese a ello, estoy deslumbrado por el dominio del instrumento y esa habilidad para recrearte en las notas el tiempo justo para conmover, obteniendo un sonido tan puro y definido pese al riesgo de los arrastres de cuerdas y el alto volumen en el que te mueves con una distorsión que, si bien coadyuva tus fraseos, representa un alto riesgo de que un pequeño error técnico reverbere con evidencia.
Me pregunto, querido David, si alguna vez te has planteado devolverle la guitarra a tu vecino, aquel primer instrumento prestado con el que empezó todo (si la sigues tocando, no se la devuelvas pues una guitarra tiene que estar siempre abrazada a un intérprete y nadie la ha querido más que tú); en cualquier caso, me niego a pensar que no hayas compensado sobradamente a tu vecino porque en otras ocasiones has hecho gala de enorme generosidad, como cuando donasteis todas las ganancias a la caridad en el evento Live 8, y renunciasteis, ahí es nada, a una gira que hubiese reportado la extraordinaria cantidad de 150 millones de libras; y es que, como bien apuntaste, si hablamos de un evento solidario y caritativo, la prioridad es salvar vidas y emplear esos fondos con las personas que lo necesitaban, sin pretender hacer negocio de la desgracia de otros, y zarandeando, si me apuras, a buena parte de los gestores del G8. Y es que tú sabes verdaderamente lo que es pasar apuros económicos y privación de lo más básico (tu ingreso por desnutrición en aquella pseudo gira europea de los sesenta da buena cuenta de ello); y qué podemos decir del regreso a casa del trío Flowers, sin dinero para llenar el tanque de vuestro autobús. Pero el éxito a lo grande también te esperaba y te subiste a esa ola y la convertiste en tsunami con tu buen hacer creativo e interpretativo; eso sí con tiranteces y roces, cuando no colisiones de egos, que son tarjeta de presentación de buena parte de las bandas legendarias, pero pese a ello, fuiste generoso, puesto que parte del material no grabado de tu primer disco en solitario, se utilizó en Pink Floyd, con el mismísimo Waters a los mandos, como la canción Confortably Numb incluida en The Wall; o qué decir del homenaje a Syd Barrett o el cariñoso recuerdo de Wright. Y es que, querido amigo, los que os habéis criado en Grantchester, ese precioso pueblo al que se trasladó tu familia cuando eras un crio de 10 años, con esas vistas sobre el Rio Cam han generado demasiados buenos pensamientos como para no ser generosos. Y así la vida también lo devuelve. No en vano eres, desde 2003, Comendador de la Orden del Imperio Británico; y para esas distinciones hay que sumar valores al talento.
Un guitarrista legendario, en decimocuarto lugar entre los cien mejores guitarristas de la Revista estadounidense Rolling Stone y en la octava posición de la revista británica Total Guitar. Me pregunto si seguirás grabando en ese estudio flotante en el Río Támesis cercano a Hampton Court y si aún conservas alguna de las 15 exclusivas copias de tu primer álbum con Jokers Wild (menos copias que años, y eso que sólo tenías 16), y aunque, en 1985 dijiste que Pink Floyd era una fuerza creativa gastada, la banda resuena casi cuarenta años después con la energía de los nuevos y jóvenes fans, como aquellos niños que participaron en el vídeo de The Wall, canción que, por cierto, sonó con fuerza (aún suena) en la demolición histórica del muro de Berlín en 1989 (aunque fuera con Waters como maestro de ceremonias). Sí, el muro de la vergüenza que una vez separó familias de alemanes desapareció en esa histórica noche de 9 de noviembre de 1989, pese a que la canción fuese en realidad una crítica al sistema educativo británico sin otra proyección política, pero con ese nombre y ese cuadro resultaba una banda sonora sin igual para terminar por derribar ese muro que separó dos formas de entender el mundo. Vuestra música, por contra, ni está gastada ni nunca será borrada. Y precisamente, voy a concluir esta biografía de hoy con el vídeo de la interpretación en directo de la canción The Wall, en el espectacular concierto de Londres de 1994, en Earls Court: https://youtu.be/W0bi7OfaKMY, con el liderazgo, ahora sí, de David Gilmour, un artista extraordinario e influyente, cuyo legado ya es historia de la música.