Pues todo llega, queridos lectores, y también las vacaciones, tras un curso jurídico y académico intenso y apasionante. Y para cerrarlo en buena lid, hoy he querido explorar y admirar la trayectoria de vida y artística de una mujer pionera del Blues. Hoy es la noche de Memphis Minnie.

Nuestra protagonista nace en Algerie (Nueva Orleans, Luisiana) el 3 de junio de 1897 (mismo año en el que nació mi abuelo paterno, Marcelino). Eran años duros para la Comunidad afroamericana en los Estados Unidos, su alumbramiento se produce en una granja y fue la primogénita de una numerosísima familia de 13 hermanos. Con un cuadro de estas características, tiene mérito que sus padres pudieran sacar adelante a los hijos y cubrir sus necesidades básicas (los caprichos ni siquiera pasaban por sus cabezas, comer diariamente era un reto no siempre alcanzable).

La necesidad y su buena voz se conectaron para obtener algunos ingresos cantando por las calles de Memphis, con el sobre nombre de Kid Douglas, y con la ayuda de un modesto banjo (instrumento de cuerda pulsada, al que ya nos hemos referido en esta sección, de origen afroamericano, que se popularizó a través de la música folclórica norteamericana y el jazz temprano. Puede tener 4, 5, 6 ó 10 cuerdas, y está constituido por un aro o anillo de madera circular de unos 35 cm de diámetro cubierto por un “parche” de plástico o piel a modo de tapa de guitarra, parche y anillo de madera que se ensamblan con tornillos metálicos, además del resonador de madera; se desarrolla en el siglo XIX en Estados Unidos, explotando especialmente sus posibilidades rítmicas, y pronto se convierte en el instrumento musical por excelencia de la música tradicional estadounidense).

Minnie recorrió buena parte del Sur de Estados Unidos junto con un circo (en el lustro de 1916 a 1920). Tras un primer matrimonio fallido con el músico Bill Weldon, en 1929 forma dúo artístico y conyugal con el guitarrista Joe McCoy (1905-1950), dúo que, por lo que respecta a la música, tuvo bastante repercusión durante los cinco años de su puesta en escena. Tiempo después el dúo de vida también dejaría paso a una tercera relación matrimonial con el músico de Blues Ernest Lawlard.

Es en los años cuarenta cuando el prestigio de Minnie crece y se consolida, no ya por lo bien que cantaba sino, especialmente, por su destacada interpretación a la guitarra, con consistencia, seguridad y gran dominio expresivo y técnico en los conciertos. En esa época, sus giras con músicos de altos vuelos de la galaxia Blues eran habituales por todo el país y, entre ellas, hay que destacar las que hizo con Big Bill Broonzy, a quien dedicamos aquí una biografía personalizada el 13 de marzo de 2020: Big Bill Broonzy, un Bluesman urbano.

Desgraciadamente, nuestra guitarrista conoció también la peor cara de la enfermedad en sus últimos años. Y así, tras perder a su tercer marido, sufrió un problema de apoplejía que, a finales de los sesenta, le impedía tocar la guitarra o cantar, e incluso hablar, con lo que ello supone para cualquier persona, pero especialmente para un músico; deriva progresiva que le implicó pasar sus últimos años de vida en clínicas y asilos alejados del glamour de los escenarios, falleciendo el 6 de agosto de 1973, a los 76 años.

Pero, este no es el momento de profundizar en esa etapa triste de su vida, sino de poner en valor todo lo mucho y bueno que realizó en su carrera artística. Y, antes de nada, vamos a escuchar cómo tocaba Minnie: https://youtu.be/9ES7TqvABhE.

Se trata de una canción de 1941 titulada: Me And My Chauffeur Blues, año en el que comenzó a tocar la guitarra eléctrica. Su voz tiene un registro considerable -se le considera una de las grandes voces del género- y sus prestaciones a la guitarra son sensacionales en una época en la que pocas mujeres estaban a los mandos de nuestro querido instrumento en sesiones públicas.

A lo largo de dos décadas, desde finales de los años veinte a finales de los cuarenta, Minnie grabó cerca de 200 canciones. Podemos destacar I’m Talking About You-, como un estreno por todo lo alto que cosechó un gran éxito. La grabación es de 1930 y tiene sus deficiencias de audio, pero resulta auténtica y representativa de su alma de Blues: https://youtu.be/TgvoBaKOa_0.

Su prolífica producción discográfica puede revisarse en el siguiente enlace: https://www.cancioneros.com/letras/discografia/22446/memphis-minnie, en el que aparecen relacionadas sus canciones, dentro de los álbumes correspondientes, presentados con sus carátulas, junto con los audios incompletos de cada canción pero con la duración precisa para apreciarlas. Su influencia vigente en el género del Blues resulta indiscutible a la vista de las sucesivas y recientes reediciones de sus canciones, ya casi centenarias.

Querida Minnie, hoy me he tomado la libertad de colarme en tu biografía y convertirme durante dos horas en tu “chófer”, eso sí, prometo trabajar para ti en exclusividad (máxime si me compras un nuevo V8 Ford, como dice tu canción de 1941). Tranquila que no te disgustaré, no hacen falta ni malas palabras ni mucho menos armas, sólo la guitarra y esa voz especial que vibra y hace vibrar, y que proviene directamente de tu alma. Eres la Reina del Blues, como bien podría calificarse a tu homólogo masculino B.B. King, a quien, cómo no, dedicamos aquí un espacio el 14 de diciembre de 2018: B de Blues: B.B. King. Me pregunto si habrás tenido la oportunidad de tener un mano a mano en el escenario con él, aunque apenas era un niño cuando comenzaste a destacar en la música; quiero pensar que ya en tu etapa eléctrica, a partir de los años cuarenta, con un BB King veinteañero y creciendo, podríais haber coincidido.

Con quien sí coincidiste, como antes se apuntó, fue con Big Bill Broonzy y, al parecer, hubo una competición entre vosotros en un club nocturno, allá por 1933, consistente en que cada uno interpretaría dos canciones y el más aclamado se llevaría una botella de whisky y otra de ginebra. Ganaste tú, Minnie, al gran Bluesman urbano, ¡y al que se te pusiera por delante!, porque en el escenario, admirada Minnie, como en la vida, eras un torbellino, todo corazón y pasión. Me llama la atención que, tras una larga carrera en la interpretación de instrumentos acústicos, te animaras con determinación a tocar la guitarra eléctrica, casi a la vez que comenzaba una era que aún pervive, siendo capaz de maravillar a los clientes del night club de Chicago en comandita con tu tercer marido Ernest Lawlars (Little Son Joe) en vuestras sesiones eléctricas. Viviste la vida con la intensidad que merece y, como afirman tus biógrafos: sólo dejaste tu guitarra cuando ya no pudiste levantarla (y es que, querida Minnie, 122 años después de tu nacimiento hay muchas personas interesadas en tu carrera musical), pero le regalaste tus mejores años convirtiéndote en una profesional refinada que te permitió vivir como una mujer independiente, libre, como las escalas pentatónicas que fluyen en tus composiciones, y agresiva, claro, para defender tu camino de vida, en un mundo de hombres poco permeable al talento y aportación de una mujer excepcional. ¡Quién te lo podría reprochar 100 años después! Muchos de los buenos y talentosos guitarristas masculinos del género Blues aprendieron y aprenden de tu forma de tocar para progresar artísticamente. Tu voz siempre estará disponible en YouTube para mantener la llama del interés por una mujer extraordinaria en su tiempo que aún hoy tendría mucho que aportar en la reivindicación de la buena música creada e interpretada por mujeres, así como sobre el control de las riendas de su vida personal, con decisiones propias -atinadas o no- pero tomadas desde la libertad inquebrantable. Seguro, admirada Minnie, que, aunque seguramente no la llegaste a conocer, te haría ilusión saber que la mismísima Bonnie Raitt, en 1996, te rindió tributo con un monolito en tu lugar de descanso final en Walls, Mississippi. Y es que 200 buenas canciones, que perviven en el Siglo XXI, son un pasaporte intemporal hacia miles y miles de seguidores de hoy y de mañana. Esta noche beberé a tu salud, querida Minnie, y a la de las leyendas del Blues en cuya cúspide estás con todo merecimiento, superando las dificultades de una vida difícil, abriendo camino por ti misma, cantando y tocando con autenticidad y orgullo el Blues de tu vida.