En esta tarde primaveral voy a dedicar un par de horas a revisar la carrera de un músico tan blanco en su aspecto físico como negro en la profundidad y calidad de su arte. Hablamos, claro está, de Johnny Winter, influencia de tantos guitarristas y al que hicimos referencia reciente en este blog cuando abordamos la biografía de la excepcional guitarrista japonesa Rei, el pasado 27 de marzo: Rei, la geisha del Blues, con el compromiso de dedicarle una tarde de viernes como la de hoy.
Nuestro protagonista nace el 23 de febrero de 1944 en Beaumont (Texas) y fallece el 16 de julio de 2014 en Zurich con 70 años. En el caso de Johnny no puede considerarse extraño que siguiese carrera musical, al ser hijo de un saxofonista y de una pianista, aunque quizás pueda sorprender más el estilo y el instrumento principal elegido, por más que sus padres también le transmitieran su amor por el Blues, el Folk o el Country de los Estados Unidos. Y decimos instrumento principal porque este músico tocaba también a gran nivel los instrumentos de sus padres: saxo y piano, además del clarinete y del ukelele, formando un dúo denominado Winter´s a edad muy temprana. Sin embargo, el estudio de la guitarra lo abordó desde una trinchera autodidacta pero con la ventaja de disponer de amplios conocimientos musicales previos.
Entre sus influencias iniciales se cuentan: el guitarrista de Mississippi Muddy Waters (1913-1983), el gran guitarrista de Blues Robert Johnson (1911-1938), del que nos ocupamos en este blog el 6 de diciembre de 2019: Robert Johnson, un Bluesman de los pies a la cabeza, y el guitarrista de Tennessee Fred McDowell (1904-1972).
Su primer grupo de Blues fue “Johnny and the Jammers”, junto a su hermano Edgar, formación con la que se fue ganando, gracias a sus directos en pequeños locales, un nombre en el mundo del Blues, además de realizar diversas grabaciones en estudios modestos, (que un día no muy lejano pudieron decir que allí grabó el gran Johnny Winter), llegando a tocar cuando contaba con 18 años, en 1962, con la gran leyenda del Blues B.B.King, al que dedicamos una biografía personalizada en este espacio el 14 de diciembre de 2018: B de Blues: B.B. King.
Siendo muy joven Winter se traslada a Chicago, ciudad del Blues eléctrico urbano, donde con apenas 22 años adquiere una madurez musical destacada como intérprete de este estilo, logrando tocar con uno de sus ídolos, el citado Muddy Waters, y donde comienza a progresar en sus primeras bandas de la mano de un guitarrista de esta ciudad, Mike Bloomfield (1943-1981).
Sus primeras grabaciones dejan la impronta de un sólido guitarrista solista de Blues: “About Blues”, “First Winter”, “The Johnny Winter Story”, si bien, la más popular de ese momento inicial es “The Progressive Blues Experiment”.
No obstante, su disco de debut oficial, “Johnny Winter”, fue publicado en 1969 y le abrió las puertas a participar en el recordado festival de Woodstock.
Un aspecto a destacar de Winter es su técnica con el slide, (el slide o bottleneck es una técnica de guitarra en la cual se toca una nota, y luego se desliza el dedo a otro traste, hacia arriba o abajo del diapasón), con solos desgarrados y emotivos. Pero sería minimizar en exceso la dimensión de este músico si no se pusiera también en valor su capacidad compositiva y su peculiar voz áspera tan apropiada para cantar Blues. Es probable que se pueda afirmar que buena parte de los estilos nacen en el alma, pero si hablamos de Blues el alma forma parte inescindible de este estilo musical no solo en su creación sino también en su ejecución.
El salto al estrellato de Winter, sin embargo, se materializó cuanto más se introdujo en el mundo del Rock: tras “Second River” se une al grupo “McCoys”, banda en la que alternan Blues, Rock e incluso versiones de los Rolling Stones. Pronto Johnny acapara una mayor atención y liderazgo que se materializa en un nuevo nombre de la banda: “Johnny Winter And”, sacando un par de discos con idéntico título (uno de estudio y otro en directo). Estamos comenzando los años setenta y la extraordinaria elegancia en el manejo de la guitarra solista por parte de Johnny lo catapulta a una gran popularidad entre tantos jóvenes que estaban deseosos de descubrir nuevos héroes de la guitarra eléctrica, reina musical de la década, con una puesta en escena endiablada y sugerente, acompañada de un volumen al límite de decibelios o, mejor dicho, varias “estaciones” siguientes al supuesto “finisterre” de saturación.
Las giras, con sus viajes, rupturas y desequilibrios, pasaron factura a Johnny, como a tantos otros, precipitando una peligrosa adicción a las drogas y al alcohol. A veces pensamos que las estrellas de la música tienen importantes carencias personales para llegar a deslizarse con tanta facilidad en experiencias tan peligrosas para su propia vida y carrera. Sin embargo, puede resultar más comprensible esa debilidad o tentación si por un instante imaginamos cuánto esperan los fans de sus ídolos en cada concierto, en cada canción, eventos en los que no está permitido tener un mal día o “ausentarse de la oficina”. Hay demasiados intereses en juego, la competitividad es máxima y el miedo al fracaso y al olvido están presentes y atenazan al artista. Esas drogas que impulsan una actuación salvaje cuando el estado de ánimo no cuadra con el entusiasmo de los espectadores, unido a la falta de energía y de resistencia que acompañan al lógico discurrir de los años, se cobran su deuda tarde o temprano. Winter estuvo un largo período con curas de reposo y desintoxicación a principios de los setenta. Pero regresó con “Still Alive & Well”, título bien ilustrativo de la dura experiencia personal vivida, al que siguieron “Saints&Sinners” y “John Dawson Winter III”.
Quizás el disco “Captured Live” pueda ser paradigmático del éxito de Winter en ejecutar un Rock más duro partiendo de composiciones que beben de otras fuentes musicales, realizando atrevidas y atinadas versiones de artistas tan conocidos y alejados de su propuesta musical como Bob Dylan o John Lennon. Son los años en los que Winter cumple un sueño, como es acompañar a su ídolo Muddy Waters, con el que produce cuatro álbumes: “Hard Again”, “I´m Ready”, “Live” y King Bee” (recibiendo premios Grammy los tres primeros), si bien Johnny continúa con sus propias canciones publicando “Nothing But The Blues”, un retorno a sus orígenes.
Regresar al Blues desde el Rock en los años setenta vendría a ser algo así como bañarse en una playa en invierno, los que se sumen en esa estación tienen que ser tan pocos como incondicionales, y es que el gran público de esa época llenaba los conciertos de las grandes estrellas del Rock y no podía acompañar al bueno de Johnny en esa regresión a los pequeños locales de sus inicios, pero los que se subieron al carro de su trayectoria expiatoria ya nunca dejarían de seguirlo. Y es que el Rock presta seguidores pero a muy pocos se le regalan.
Llegan los trabajos “White Hot&Blue” y “Raising Cain”, y múltiples colaboraciones con bluesmen clásicos con los que fácilmente sintoniza gracias a su justa reputación ganada en la arena musical.
En 1984 se incorpora a la banda “Alligator” publicando el álbum “Guitar Slinger”, donde podemos apreciar el amplio registro de Johnny con el dedal en dimensiones como el Shuffle, (uno de los ritmos más comunes en la música Jazz y Blues caracterizado por la irregularidad en la duración de las corcheas, las cuales se ejecutan de forma similar a un ritmo ternario), el Soul, el Blues lento y el Rock´n´roll.
Posteriormente llegan los discos “Serious Business”, “Third Degree” y “The Winter of´88”, donde exhibe una vez más su capacidad de ejecutar tanto riffs, (frase repetitiva normalmente ejecutada por la parte rítmica a diferencia del solo cuya ejecución es única y no se repite ), como punteos, con técnica y velocidad, que no descuidan el feeling.
Durante los años noventa Johnny Winter publica los trabajos “Let Me In” (1991) y “Hey, Where’s Your Brother?”(1992), con los que consigue sendas nominaciones a los premios Grammy, y en 1996 saca el disco “The Real Deal”, en colaboración con su hermano, cerrando su producción en esta década de los noventa con “Live In NYC ’97” (1998) disco que recopila cinco años de conciertos, con la curiosidad de que las canciones de este álbum fueron escogidas por sus seguidores al cumplirse los 30 años de su llegada al estrellato.
En el presente siglo Winter se hizo esperar, tardando en publicar el siguiente trabajo hasta 2004 (ya con 60 años), álbum titulado “I’m a Bluesman” con el que logró otra candidatura a los Grammy y el reconocimiento de la crítica, cerrando su producción discográfica en 2009 con el recopilatorio “The Johnny Winter Anthology”.
Pues no. No puede decirse que hayas dejado indiferente a nadie, querido Johnny, desde tu tierna infancia, con ese aspecto físico tan especial que sólo los albinos tenéis. Siempre has tenido presencia pero también personalidad, unidas a una fortaleza capaz de superar el angustioso trance de las adicciones, y una determinación para rescatar de nuevo tu guitarra acústica National Steel y seguir creando canciones o revisando los clásicos del Blues. Tu talento musical daría para varias vidas exitosas en otros tantos instrumentos (clarinete, saxo, ukelele…), pero tomaste las riendas del bravo caballo del Rock y llegaste lejos, casi tanto como esos inmensos horizontes de tu Texas natal, y caíste con todos los honores, en plena gira, con 70 años, en la “estación” de Zurich, que era sólo de paso. Seguro que te habrás subido a otro tren igualmente apasionante, con tantos compañeros de escena y amigos con los que te habrás reencontrado, a los que ya les habrás hecho saber quién es el “maquinista artístico” de ese magistral disco que aún queda por ensamblar.