¡Qué tarde, ya noche, de trabajo amig@s! Es el momento de disfrutar de una reposada intimidad, tras las visitas de despacho y de viajar musicalmente en el tiempo hasta los primeros años ochenta, cuando quien escribe, era un crio (travieso a mansalva, eso sí). Esta noche voy a pasármelo realmente bien recordando a un grupo mítico de Asturias, Stukas, que también tuvo su proyección en España: hoy es la noche del guitarrista Carlos Martagón.

Carlos nace en 1949 en Caufel (Lada, Langreo), localidad en la que sus padres, malagueños, se habían instalado, trasladándose poco después a la localidad de Ciaño, ya en el distrito urbano de Langreo. Con sólo 17 años entra a formar parte de la banda asturiana Stukas, corría el año 1966, formación en la que permanecería durante veinte años, hasta 1986, durante la etapa más fructífera y creativa del grupo; si bien, como veremos, su colaboración compositiva se prolongará en la mayoría de los discos de la banda. Con anterioridad, ya había tocado en el grupo Excéntricos Oprimidos en el que versionaban a los Rolling Stones. Sus referencias musicales son ricas y diversas, si bien, como el propio Carlos ha señalado, puede destacarse a los Beatles, Rolling Stones, Who, o al multi instrumentista británico Spencer Davis.

Stukas es una banda de música rock formada en 1961 en La Felguera (Asturias). Sus componentes originales eran José Miguel García (voz), César Valdés (bajo), Manolito Antuña (guitarra solista), Enrique Álvarez (guitarra rítmica) y José Luis Menéndez (batería). Pronto destacaron en la escena asturiana ganando concursos como Rumbo a la Gloria en Oviedo. Este grupo ha permanecido en activo, con mayor o menor intensidad y con muchos cambios en su formación, a lo largo de estos más de sesenta años.

Posteriormente a la entrada de Martagón, en torno a 1975, el grupo queda integrado por José Ramón Ordóñez (voz y armónica), Félix Sánchez (bajo), Carlos Martagón (guitarra), Lito Ferreira (teclado), José Luis Fernández (batería) y Adolfo Altable (saxofón). Estos músicos, puedo decir con total sinceridad, que han sido decisivos en mi amor por la música y en estimular mi deseo de tocar un instrumento sobre el que nunca tuve ninguna duda: la guitarra.

En 1980, cuando tenía 9 años, y pasaba las fiestas del verano en mi querido pueblo asturiano, Salas, tuve la oportunidad de presenciar un concierto de Stukas en la Plaza de la Iglesia, cuando todavía no tenían disco propio y realmente quedé impactado de su puesta en escena. Pero, lo que ocurrió al año siguiente, en 1981, no tuvo comparación alguna. Stukas acababa de publicar su primer álbum, el exitoso Hazañas Bélicas, y apareció en mi pueblo con un espectacular Autobús Mercedes y un Camión de considerables dimensiones tuneado con la preciosa portada del disco, y resultaba espectacular ver simplemente cómo montaban toda aquella cantidad de bafles y luces, coincidiendo con el día del Bollo (día grande de las fiestas de Salas), y allí, en esa plaza, que parecía más grande de lo que realmente era y es, comenzando a comer mi bollo sin dejar de contemplar con curiosidad infantil todo lo que técnicos y músicos hacían, Carlos Martagón, que estaba en su prueba de sonido, reparó en mí y me dijo algo así como: ¡Menuda piedra te estás comiendo! y, pese a la coraza de mi timidez, me sentí el más feliz de los niños y lo supe expresar con mi sonrisa más natural.

El concierto de esa noche no defraudó a nadie, los temas del disco de Hazañas Bélicas eran auténticos hits: Atrapado, Hazañas Bélicas, Pólvora, El Mercado Persa, Jack el Destripador… Un álbum maravilloso que estrenaron aquel verano en muchas ciudades y pueblos de España y que yo tuve la oportunidad, -gracias a la paciencia de mis padres con su hijo único de diez años-, de que me dejaran ver el concierto completo hasta altas horas de la madrugada.

Antes de seguir voy a compartir con vosotr@s el audio de Atrapado, primera canción del disco, seguro que la conocéis: https://www.youtube.com/watch?v=xXQu_StxfuE. Esta canción fue considerada como la mejor canción asturiana de todos los tiempos, tras un concurso de la Televisión Pública Asturiana (TPA) en 2007.

Y es que no hay como escuchar esta canción para volar a los ochenta, a aquellos veranos en los que durante el mes de agosto los pueblos se multiplicaban de visitantes que regresaban a sus orígenes. Aquellos últimos días de ese mes anunciaban la llegada del otoño y bien podría decirse que éste “nos atrapaba” cuando el último bafle se cargaba en el camión de aquel grupo que cerraba las fiestas y que arrancaba hacia otro lugar. Nuestra plaza, vigilada por la Colegiata de Santa María La Mayor, se quedaba sin música, sin toda la gente del verano y la nostalgia te invadía. Costaba acostumbrarte a ese tempo lento que la primavera volvería a acelerar un año más.

Carlos Cartagón en el escenario y en plena juventud era brutal. ¡Cómo saltaba y se movía a la par que tocaba con tanto gusto su guitarra eléctrica! Y la recuerdo bastante aparatosa ya que, si no me equivoco, tenía un modelo de guitarra eléctrica de caja (bastante más grande que las guitarras eléctricas sólidas como las Fender), también conocida como guitarra eléctrica hueca, cuya caja genera un sonido mucho más pesado y que resuena con facilidad; mientras que el cuerpo de las guitarras sólidas es completamente de madera sin ningún hueco en su interior, por lo que no tiene una caja de resonancia, y su sonido depende el material con el que está hecha, a saber la madera y las pastillas. En el escenario, hay que recordar también al saxofonista, Adolfo Altable (desaparecido en 1998), cuyos saltos eran míticos. Una compañera abogada, la siempre recordada Mónica Pérez Saiz, fallecida muy joven en accidente de tráfico y con un rostro bellísimo, me contó con su divertida expresión cómo en una ocasión, en un concierto en Avilés, el saxofonista desapareció de golpe al cargarse la estructura del escenario tras uno de sus saltos y caerse en el foso (afortunadamente sin mayores consecuencias); y, cómo no, también resulta inolvidable el gran cantante, José Ramón Ordóñez (fallecido en 2009), que puso su voz a la mayoría de las grandes canciones de la banda y que permaneció en Stukas más de treinta años.

El tiempo pasa, y siempre se lleva a unos y a otros, pero no el recuerdo de tantas emociones que nos hicieron vivir. Y, afortunadamente, Carlos Martagón, sigue haciendo música, ya en un plano no profesional porque dedicó buena parte de su vida a su otra gran pasión como fue la enseñanza. En 1986, tras dejar Stukas, y tras haber estudiado Filología Española y Filología Clásica, obtiene en 1988 una plaza por oposición como profesor en Santa Cruz de Tenerife. Con el tiempo, en 1995, el bueno de Carlos consigue regresar a su tierra asturiana, tras concursar por otra plaza, siguiendo su carrera docente en El Entrego.

Martagón no solamente es un guitarrista solista brillante y consistente, de tamaña expresividad en el escenario, sino también un excelente compositor con franca habilidad para decir muchas cosas con expresiones sencillas. Ese gusto por la literatura marida muy bien con la creación de canciones. Y así, muchos de los temas de Stukas llevan su firma (Atrapado, Hazañas Bélicas o El Yonqui), o incluso en algunos temas, su propia voz (Malvada Sadie, El perdedor o Jack el Destripador, ésta última en comandita con el cantante José Ramón Ordóñez).

Tras aquel verano especial, no perdí la ocasión de comprar la cinta magnetofónica (no, no estábamos en el Pleistoceno Medio, apenas han pasado cuarenta años), de Hazañas Bélicas. Y lo hice en Discoteca, una tienda mítica de discos de Oviedo, tristemente cerrada cuando la industria musical se transformó y encontró otras vías de venta y difusión, cinta por la que pagué unas 600 pesetas (era dinero en la época pero hubiera pagado 6.000 por ese álbum); Discoteca estaba situada en la Calle Toreno de Oviedo, al lado del Parque de San Francisco, con sus dos pisos llenos de vinilo y cintas para elegir; era una parada obligatoria para adquirir o regalar música para todos los gustos. La venta de este disco resultó espectacular (15.000 copias en apenas un mes), lo que puso al grupo en dimensión nacional, y pronto llegó el segundo álbum De Rebaja, en el que nuevamente Carlos deja su sello en temas como Aceleración, Cómo hacerte cambiar, y una composición dual con José Ramón Ordóñez que siempre me ha gustado mucho: Entre sueños. Comparto este enlace de Youtube del tema: https://youtu.be/9Tq4f_Sv7v8, al que acompaña la Orquesta del Conservatorio de Langreo, a la batuta de Manuel Paz, guitarrista clásico al que dedicamos aquí una biografía personalizada el 20 de junio de 2020: Manuel Paz, el esfuerzo y entusiasmo por volver a tocar la Guitarra.

La discografía de Stukas se integra por los siguientes trabajos: Hazañas Bélicas (1981), De Rebaja (1982), El blues del pollito rojo (1982), No Dejar al Alcance de los Niños (1984), Tren de Perdedores (1986). Regalo de Cumpleaños (1989), 10 años y… (1991), Cuestión de Espacio (1993), Hazañas Bélicas y otros grandes éxitos (1994), Sudor negro (1999), Pasado y presente de un tiempo (2001), A pesar de todo (2005) y En la ruleta majareta (2007).

No obstante, una de las canciones más conocidas, tras la etapa activa de Martagón en Stukas, fue la de Regalo de Cumpleaños, que también fue compuesta por Carlos, por lo que su vinculación con el grupo seguía vigente, tal y como se puede comprobar en la web oficial del grupo, en su apartado discografía: stukas.net, con temas compuestos por él en todos los álbumes, salvo en los tres últimos. Vamos a escuchar Regalo de cumpleaños (que, por cierto, acabo de cumplirlos): https://www.youtube.com/watch?v=hY74npK1zVM. En esta versión en vivo de 2019 la canción está cantada por Carlos Martagón junto con buena parte de los integrantes históricos de Stukas. 

La razón de traer hoy al blog a este músico asturiano vino inspirada indirectamente por mi encuentro casual de ayer jueves con el periodista y gran comunicador (a la par que jurista y músico), David Serna, al que conozco desde 2003, tras compartir con él 32 programas en Radio Vetusta en un espacio de sobre mesa titulado “El Café de Vetusta”, -presentado por Eduardo Cosmea y Yesica Santana-, periodista y maestro de periodistas por el que siento profunda admiración. Es un gran conocedor del mundo de la música y, concretamente, de la escena asturiana. Y hablando ayer con él, fueron tantos los músicos y grupos asturianos a los que hicimos mención, con el orgullo de los que sabemos del talento y calidad que hay aquí en todos los palos musicales, que no pude sino decidir que la biografía de esta semana fuera de un guitarrista asturiano pionero del Rock al que yo me sentía unido desde crío.

Sobre el periodista David Serna hay que decir que no sólo escucha mucha y buena música grabada, sino que no pierde oportunidad de ver a bandas en directo: la arena de los verdaderos músicos. Tenerlo de amigo en facebook, como tengo la suerte (aunque el privilegio realmente es disfrutar de su amistad personal), es como estar abonado a un Google paralelo de conocimiento y documentación puesto que comparte noticias, recuerdos, fotos y sensaciones con precisión de fechas y datos que hacen palidecer a la mismísima wikipedia, y con esa energía positiva que transmitió siempre su voz en la radio y que igualmente vierte en sus múltiples artículos de prensa escrita.

En 2019 tuve la oportunidad de hacer una grabación con mi grupo Unexpected Visit del tema de Stukas titulado Hazañas Bélicas, que se encuentra en la sección de música de nuestra web, y que dediqué a José Ramón Ordóñez y a Adolfo Altable, ya desaparecidos, pero esta canción preciosa que traza un paralelismo entre la guerra y la conquista afectiva, tan propia de aquellos años ochenta en los que ligar resultaba un auténtico desafío cuando no una batalla, fue compuesta por Carlos Martagón. Y, seguramente, no será la última versión que hagamos sobre la discografía de Stukas, grupo verdaderamente influyente en Unexpected Visit y en tantas otras bandas de nuestra querida Asturias. Curiosamente, mi compañero de grupo, José Ramón Paredes, trabajó con la esposa del cantante José Ramón Ordóñez, lo que le permitió conocerlo y escuchar de primera mano sus aventuras musicales de los trepidantes años ochenta. El éxito de canciones como ésta y también de las del siguiente álbum, De Rebaja, con un tema muy escuchado como fue No me Salpiques, propiciaron que a Stukas se le abriesen las puertas de Televisión Española (actuaron en el recordado programa Tocata) y también las de la “movida madrileña”, con actuaciones en Rock-Ola o en la Casa de Campo.

Vamos a escuchar la canción de Hazañas Bélicas de 1981: https://youtu.be/2NUw0CxChio. Os aseguro que os encantará y el final os sorprenderá.

Con los años, querido Carlos, tuve la oportunidad de estrecharte la mano en el Bar ovetense La Reserva, a finales de los noventa, donde pude comprobar que guardabas un grato recuerdo de los conciertos de la banda en Salas, habiendo sido invitados a las fiestas a título personal en los años siguientes. Curiosamente, mi primer profesor de guitarra, Juan Florenti, te sustituyó en Stukas cuando aprobaste la oposición a profesor en Canarias; no sabes el orgullo que me producía con 15 años recibir clases de un gran guitarrista como Florenti que había ocupado plaza en un grupo al que admiraba tanto. Y eso que mi profesor no llegaste a ser tú (creo que de ser así me habría desmayado en la primera sesión). Menos mal, admirado Carlos, que tu flirteo con el seminario no pasó de ahí, se habría perdido un rockero de referencia en Asturias, y es que no estaban los tiempos aún para que compatibilizaras el seminario con el Rock and Roll ¿O sí? Seguro que te llamaría la atención que, en nuestro último curso en el Colegio Loyola, allá por 1989, nos llevaron a todas las clases a la flamante Iglesia del Centro a cantar el himno de nuestro querido fundador de los Padres Escolapios, San José de Calasanz, en nuestra semana de fiestas colegiales, y el sector más canalla de la clase fue capaz de hacerse oír con una de tus canciones más pegadizas y entrañables: Regalo de Cumpleaños. Espero que Calasanz nos lo perdone.

La receta para componer una buena canción, y tú has compuesto muchas, requiere haber escuchado mucha música, como bien apuntas, pero también tener tu talento y el don de la oportunidad creativa, como escribir requiere de muchas horas de lectura. Y es verdad que tú eres de esa especie de músicos con temple y madurez para no sentirte “atrapado” por el éxito sino halagado, como apuntas en la interesante entrevista que concediste al Diario El Comercio en 2017 (https://www.elcomercio.es/sociedad/201701/02/viejos-rockeros-mueren-20170102005451-v.html). Y aunque Stukas siempre será la banda de tu vida, no has dejado de hacer música en otros grupos como Merienda de negros o Koniec, desmintiendo al mismísimo Knopfler, al que dedicamos también una biografía aquí el 6 de octubre de 2017: Mark Knopfler, un tipo genial (por José Ramón Paredes): de que no se puede ser eternamente creativo. Pero te voy a llevar la contraria en esa afirmación “gratuita” de que los viejos rockeros se mueren, que resalta la citada entrevista. Nada de eso, querido Carlos, cuando tus riffs se integran en la memoria colectiva, cuando se escriben textos tan emocionantes como los que viertes en El Perdedor o El Yonqui, cuando no hay un asturiano que no haya estado en alguno de vuestros conciertos, cuando tu fuerza de inspiración resulta contagiosa en las nuevas generaciones de músicos a la par que tu influencia artística. Sí, querido Carlos, no te faltaba razón cuando me dijiste ¡Cuidado chaval con esa piedra que te estás comiendo…! Y sin darme cuenta me transmitiste en el microsegundo que dura un chasquido de dedos o un guiño de ojos tu amor por la música ya de por vida. Gracias.