En esta agradable tarde de viernes voy a escribir unas líneas sobre un guitarrista excepcional en técnica y creatividad que acabo de descubrir gracias a un buen amigo al que luego me referiré.

Michael Hedges nace en Sacramento (California) el 31 de diciembre de 1953 y fallece muy joven, sin llegar a cumplir los 44 años, en el Condado de Mendocino (también en California) el 2 de diciembre de 1997.

Hablamos de un artista con una formación musical elevada, que estudia composición en el Peabody Institute de Baltimore (Maryland), consiguiendo una nada sencilla fusión entre el conocimiento propio de la tradición clásica y otras técnicas de la guitarra acústica más acordes a su procedencia geográfica. Detengámonos un minuto en este punto. La guitarra clásica dispone como la acústica de seis cuerdas, si bien en el caso de la clásica las tres primeras (las órdenes agudas) son de nylon, con los bordones (o tres cuerdas graves) de metal, mientras que en la guitarra acústica las cuerdas son todas metálicas, como en la guitarra eléctrica, si bien con un grosor sensiblemente mayor. La principal diferencia entre el sonido de la guitarra acústica y el de la clásica estriba en que el de la segunda es mucho más suave que el de la acústica, además de la mayor caja de resonancia de ésta. También es destacable la mayor anchura del mástil en las guitarras clásicas o españolas, con su correspondiente incidencia en las pulsaciones y cambios de los dedos posicionales (mano izquierda) y de los dedos que pulsan las cuerdas para obtener el sonido (mano derecha).

Como vemos las diferencias son significativas y no se quedan ahí, puesto que las guitarras acústicas permiten obtener las notas más agudas al resultar accesibles trastes que en la guitarra clásica se pierden en la caja. Es muy habitual, además, que las guitarras acústicas tengan incluso una estructura abierta en la parte inferior de la caja que permite acceder mejor a los trastes interiores, como si fuese una guitarra eléctrica, además de existir el formato de guitarra electroacústica. Las guitarras clásica, acústica y eléctrica, pertenecen a un mismo tronco musical (la de los instrumentos de cuerda pulsada) pero presentan importantes cualidades específicas que han dado lugar a técnicas, estilos y sonidos muy diversos.

Pero volvamos a nuestro Michael. Su calidad interpretativa pronto iba a ser detectada por algún músico influyente. Y en este caso, resultó decisivo su encuentro con William Ackerman, guitarrista y compositor estadounidense, algo mayor que él, (nació en 1949), quien lo escuchó tocando en un Café, y puedo imaginar la admiración e interés que le despertó, tras experimentar algo seguramente parecido cuando lo escuché en esta semana por vez primera. Ackermann, además de músico, es productor y cofundador del sello Windham Hill Records, discográfica independiente fundada en 1976 en Palo Alto (USA) junto con Anne Robinson, cuyos trabajos publicados difundían mayormente la música instrumental acústica, en la que Michael pronto iba a despuntar; sello discográfico que destacaba por su gran calidad en la grabación y fabricación, con un diseño minimalista, materializado con una gran fotografía en la parte central de la carátula rodeada por una gran área blanca. Se podría pensar que la trayectoria musical de Hedges podría haber ido por otros derroteros artísticos de haber conocido, imaginemos, a George Martin, productor de The Beatles, como seguramente no se habría conmovido William Ackerman en aquel Café escuchando a Michael si su presentación musical expusiese un estilo Pop, pero yo quiero pensar que la personalidad de grandes artistas como Hedges no les haría renunciar a su estilo y acabarían encontrando antes o después un productor influyente, como Ackerman, que creyese en su propuesta.

La discografía de Michael Hedges se compone de los siguientes trabajos: Breakfast In The Field (1981), Aerial Boundaries (1984), Watching My Life Go By (1986), Live On The Double Planet (1987), Strings of Steel (1993), Taproot (1990), The Road To Return (1994), Oracle (1996), y Torched (1999). Este último trabajo fue de publicación póstuma.

Una de las mayores aportaciones musicales de este compositor fue su experimentación con afinaciones de guitarra no convencionales unidas a técnicas de alta dificultad como los armónicos (es un efecto que se obtiene en los instrumentos de cuerda, siendo artificial cuando se pulsa una de ellas naturalmente con un dedo, mientras que al mismo tiempo otro dedo roza la misma cuerda, provocando así que el sonido se descomponga en armónicos, a diferencia del armónico natural en el que sólo se toca la cuerda con el dedo que la roza, dejando al capotasto -la cejilla- la función de dar la nota fundamental). En esta tesitura, el 1 de diciembre de 2017 tratamos aquí la biografía del compositor ruso Nikita Koshkin y en concreto se analizó su partitura “Guitar” en la que hay todo un repertorio de armónicos en Guitarra Clásica: Armónicos con Nikita Koshkin; o la técnica del Tapping (es una técnica para guitarra y bajo eléctrico que se ejecuta utilizando los dedos de la mano de pulsación para presionar las cuerdas sobre el mástil del instrumento, haciendo sonar las notas), técnica que, por cierto, resulta bastante apropiada en guitarras acústicas, resultando relativamente sencillo dar los primeros en este instrumento, por más que la asociemos a los guitarristas eléctricos del Hard Rock.

Sobre este particular, en cuanto al tema del Tapping, me viene al recuerdo que en 1990 compuse una pieza clásica sencilla, titulada “La Bahía de Cristal”, (cuyo audio está accesible en la sección de Música de la Web), y, con el paso de los años, acabé concluyendo la secuencia final de acordes arpegiándolos con la mano derecha en progresivo movimiento hacia el mástil, a la vez que el sonido se rebajaba hasta casi apagarse a la altura del traste séptimo.Todas las técnicas pueden tener un recorrido puntual en cada instrumento, incluso en la Guitarra Clásica.

Pero volvamos a Hedges y a un estilo que puede integrarse en el llamado movimiento new age (como género amplio que aglutina músicas de diferentes estilos que convergen en los objetivos de inspiración artística, relajación y optimismo), componiendo, no solamente para guitarra acústica, sino también también para un instrumento tan especial como la guitarra arpa (llamada a veces guitarpa), que tiene la peculiaridad de que posee seis cuerdas (como una guitarra normal), además de entre cuatro y diez cuerdas más para los bajos y, a veces, ocho o diez cuerdas más agudas colocadas debajo de las de la propia guitarra, guitarpa que es muy utilizada en la música celta irlandesa, además de tocar instrumentos tan diversos y difíciles como el piano, la percusión, el tin whistle (o flauta irlandesa, que es un instrumento de viento simple de seis agujeros), la armónica y la flauta; por lo que también su obra tiene un componente indudable de música experimental como tipo de música en la que se amplían las nociones tradicionales vigentes, partiendo de ideas y formas que todavía están en fase de desarrollo en el ámbito musical y experimentar activamente a fin de encontrar nuevos retos (como preparar instrumentos, agregando otros objetos en ciertas partes del mismo para producir distintos efectos; con formas de tocar no-convencionales, con lo que se consigue producir otros timbres y sonidos).

Mi contacto consciente con la música de Michael Hedges se produjo a principios de esta semana cuando un viejo amigo, Carlos de Alicante,compartió conmigo un enlace de Youtube de Aerial Boundaries, que escucho en este momento y que representa en apenas cuatro minutos el alto nivel técnico y creativo de este guitarrista norteamericano; música conmovedora interpretada “desde las entrañas” con equilibrio entre fuerza y delicadeza, y con secuencias melódicas dinámicas que evocan tiempos pretéritos. Una auténtica banda sonora con un solo instrumento: https://www.youtube.com/watch?v=YaIN13aDbCc

A finales del siglo XX Carlos y otros amigos coincidíamos en mi villa natal (Salas, Asturias) y nos encantaba disfrutar del entorno natural en las noches de verano, que acompañábamos con mucha y buena música que Carlos seleccionaba con absoluta precisión para cada momento. No había móviles -ni falta que hacía-, la radio del coche hacía lo propio, sintonía que se fundía con los sonidos naturales del bosque; músicas diversas y de procedencia universal que cada verano descubríamos gracias al amor inquebrantable de Carlos por descubrir y compartir nuevos sonidos y tendencias. Probablemente, buena parte de las composiciones de Michael bien pudieran acompañar aquellas veladas y quién sabe si no pudieran reeditarse, pero seguramente esos tiempos ya pasaron y hoy se recuerdan con nostalgia y cariño porque, tristemente, se han escapado por alguna grieta del pasado. Además es necesario vivir con intensidad e ilusión el tiempo presente ¡Cuántos temas musicales están por descubrir y van a acompañar a las nuevas experiencias de vida!

Ha resultado un placer, admirado Michael, poder dedicar un tiempo a escuchar tu música, interesarme por tu vida y sentirte como fuente de inspiración. Tu prematura desaparición nos ha dejado huérfanos de tu talento y creatividad. ¡Quién sabe si desde algún confín del Universo querrás compartir tu inspiración con algún mortal! Los artistas siempre hablan de las musas… aunque tú serías un estupendo ángel de la creatividad, mejor dicho, ya lo eres.