A punto de comenzar mis vacaciones estivales previstas para el mes de agosto, aprovechando que los Juzgados funcionan “a medio gas”, voy a dedicar la biografía de hoy a un complejo compositor y virtuoso guitarrista norteamericano. Hoy es la tarde de Ralph Towner.

Nuestro músico nace el 1 de marzo de 1940 en la localidad de Chehalis, en el estado de Washington (conviene no confundir este estado noroccidental norteamericano con la capital del país del mismo nombre, pues están separadas por varias horas de avión y husos horarios).

La familia de Ralph estaba muy vinculada a la música: su madre era organista y profesora de piano y su padre trompetista, por lo que el bueno de Ralph tenía más posibilidades de convertirse en músico que en pitcher de un equipo de beisbol. Y así aconteció, a partir de los tres años comienza a descubrir ambos instrumentos, el piano y la trompeta, y al llegar a la edad para entrar a la Universidad elige los estudios de Composición, graduándose en 1963 en la Universidad de Oregón, bajo la dirección del maestro californiano Homer Keller (1915-1996); estado donde en realidad creció, puesto que su familia se mudó a Oregón cuando Ralph apenas tenía 5 años.

A la par que completaba su formación universitaria, Towner estudia Guitarra Clásica, además de hacer sus pinitos en una orquesta de baile (y es que son los años sesenta), a los mandos de la trompeta, con el añadido de la puesta en escena del Eugene Chamber Ensemble, formación de música de cámara, en la que interpreta la guitarra y el laúd (instrumento de cuerda pulsada, como la guitarra, al que ya nos referimos en este blog en otras biografías de intérpretes de música barroca, cuyo origen se remonta a la Edad Media y cuya introducción en Europa fue iniciada por los musulmanes en nuestra península ibérica, instrumento muy utilizado entre los siglos XIV y XVIII, con un repunte popular muy notable durante el siglo XX).

Sus estudios de Guitarra Clásica se completaron en la Academia de Música de Viena de la mano del profesor y laudista checo Karl Scheit (1909-1993), uno de los profesores que más se destacó por llevar la guitarra a las salas de concierto y elevar su estatus a instrumento solista y no sólo de acompañamiento, al igual que el gran Andrés Segovia, a quien dedicamos aquí recientemente, el 22 de mayo de 2021, un espacio: Andrés Segovia, Gran Maestro de la Guitarra Clásica; si bien inicialmente Towner se formó en el estudio de la trompa, instrumento de viento-metal que tiene un carácter muy versátil y abarca una tesitura muy amplia con pocos cilindros, pudiendo emitir tanto sonidos suaves y dulces como ásperos y duros.

En el año 1966 Ralph comienza a prodigarse en los escenarios de jazz-rock y, en concreto, se presenta con el grupo Chuck Mahaffay, sustituyendo al guitarrista estadounidense Larry Coryell (1943-2017).

En 1969 arriba en Nueva York, ciudad con muchos clubes de jazz, alguno de los cuales pude visitar en un viaje a esta impresionante ciudad en compañía, ¡cómo no!, de mis padres en agosto de 2016.

En la gran manzana, Towner trabaja como pianista en clubs nocturnos colaborando con el trompetista norteamericano Freddie Hubbard (1938-2008), pero, como veremos, no descuidará la guitarra.

Ralph queda seducido por el ambiente brasileño de Nueva York, siendo habitual verlo tocar junto al baterista brasileño Airto Moreira (1941) o junto a la cantante de Bossa Nova, también de este país, Astrud Gilberto (1940). Esta asociación entre la rica música brasileña y el jazz me retrotrae al recuerdo de mi primer profesor de guitarra moderna, Juan Florenti, guitarrista versátil y de amplio espectro musical pero que adoraba la armonía brasileña, llegando a tocar con Vaudí, músico brasileño afincado en Asturias con el que tuve la oportunidad de grabar 32 programas de radio en 2003 en Radio Vetusta, y con el que me divertí sobre manera por esa calidez e ingenio tan propia de su país de origen. Comparto con tod@s este vídeo de una actuación conjunta con el pianista también asturiano Isáac Turienzo en el Festival de Jazz de Gijón de 2012: https://youtu.be/NMnsODO_KOc, un deleite de tranquilidad y sosiego.

Pero volvamos a Ralph, tras estas primeras actuaciones se mira al espejo del pianista y compositor de New Jersey Bill Evans (1929-1980) así como al del guitarrista brasileño Baden Powell (1937-2000). En 1970 Towner crea un grupo de inspiración clásica, el Winter Consort, con una atrevida y original puesta en escena que mezclaba la guitarra acústica de doce cuerdas con el violonchelo y el oboe.

Poco después, en 1971, participa en la grabación del disco de Weather Report titulado I sing the body electric, banda estadounidense de jazz-fusión y jazz-rock que estuvo activa entre 1970 y 1985; interesada en general por la fusión, y liderada por Joe Zawinul y Wayne Shorter, anticipó y contribuyó a la apertura musical estadounidense a las músicas del mundo.

Llega el turno de un nuevo proyecto, Oregon, uno de los más innovadores y creativos grupos de jazz de todos los tiempos, con el que Towner iniciará una carrera internacional que comienza en 1972 con el lanzamiento de Music for another present. Oregon es una interesante y curiosa mixtura de las influencias recibidas del jazz, la lírica clásica europea y los ritmos y melodías hindúes, tan de moda en aquellos tiempos.

Sus trabajos discográficos con Oregon fueron: Distant Hills (1974), Winter Light (1975), In Concert (1975), Together (1977), Out of the woods (1978) e In Performance (1980).

Comparto seguidamente el tema Roots in the Sky, que puede ser representativo de esta excepcional mezcla entre lo clásico y lo moderno de esta vanguardista banda: https://youtu.be/lGtY3SccgzU.

Ralph también compatibilizará su actividad grupal con su carrera en solitario, firmando un contrato con el sello alemán ECM Records. Sus siglas significan Edition of Contemporary Music (edición de música contemporánea), fundado por el músico Manfred Eicher a finales de la década de 1960; sello mundialmente reconocido como una discográfica de jazz, que destaca por su calidad y reputación tanto por la selección de sus artistas, como por sus cuidadas ediciones musicales, aunque también ha explorado más allá de las fronteras de esa música. En ese mismo año Ralph participa en la grabación de cuatro discos: Trios/Solos, Diary, Matchbox, y Solstice, Sounds and Shadows, estos dos últimos junto con el vibrafonista de Indiana Gary Burton (1943).

Sus colaboraciones van a la par que su activa carrera grupal y en solitario, y así forma dúo con otro prestigioso guitarrista, el neoyorkino, John Abercrombie (1944-2017), con el que graba Sargasso Sea y Five Years Later. También colabora con el pianista estadounidense Keith Jarret (1945), destacado intérprete del jazz de vanguardia, en el trabajo discográfico In the Light, con el saxofonista noruego Jan Garbarek (1947) en Dis, y con el trio británico Azimut en Depart.

El legado más destacable de la trayectoria musical de Ralph Towner, aún en activo, probablemente sea su multiplicidad de sonidos diversos, expuestos desde la agudeza compositiva y el virtuosismo interpretativo, en un estilo que está a medio camino del romanticismo pretérito y la contemporaneidad, con todas las formas musicales y variadas armonías que presenta el mundo clásico de un período intermedio tan amplio entre ambos estilos.

Por lo que respecta a sus guitarras, sus modelos preferidos son las acústicas y españolas: la Guild de doce cuerdas y la guitarra clásica Ramírez, prestigiosa casa de fabricación española, -en la que tuve la oportunidad de adquirir una guitarra de estudio en 1996-, guitarras que el bueno de Ralph usa con pertinencia en un disco muy destacado de su carrera como fue Road, grabado junto con el grupo Winter Consort, que el propio Towner había creado en 1970.

Su carrera discográfica se completa con los álbumes: Batik (1978), Old friends, new friends (1979), Solo Concert (1979), Blue Sun (1983), Slide show (1986), City of eyes (1989), Open letter (1992), Oracle (1994), Lost and found (1996), Ana (1997), A closer view, Anthem (2001), Time Line (2006), From a Dream (2008), Chiaroscuro (2009) y My Foolish Heart (2017).

Una vida musical vibrante y dinámica, querido Ralph, y es que cuando apenas tenías 4 años ya improvisabas en el piano escuchando grabaciones de la época, y aunque tu puesta en escena sea de mediados de los sesenta, hay que poner en valor que desde que eras un chiquillo ya tocabas la trompeta en bandas de Dixiland, polka y swing, no en vano te convertiste en el músico más joven que haya tenido la banda de la ciudad de Bend en Oregón.

Curiosamente tu entrada en el grupo Chuck Mahaffay en 1969 fue para sustituir a Larry Coryell pero el tiempo tendría su contrapunto cuando ambos grabasteis The Restful Mind en 1975, cuyo audio comparto: https://youtu.be/XUydcWipwPA, unos arpegios minimalistas con desplazamiento cromático cuasi disonante y una ejecución de armónicos limpia y certera; seguramente, admirado Ralph, que a Larry no le importó que fueras tú quien le sustituyera en Chuck Mahaffay, ¡menudo cuarteto de manos virtuosas!

Siempre me sorprende la exclusividad del jazz, las audiencias menores, las visualizaciones moderadas de los audios y vídeos en Youtube por comparación con los músicos del pop o del rock, pero si uno escucha vuestra música más allá del divertimento rítmico y superficial con el que tantas veces disfrutamos fácilmente de lo que escuchamos, y que también tiene su valor y satisfacción, hay que decir que vuestra amalgama de sonidos está tan bien construida, tiene tal riqueza tímbrica y es capaz de acompañar, con su controlado volumen y ausencia de efectos estridentes, a una sesuda conversación, que uno tiene la sensación de pasar del cómic a la literatura más elevada por más que yo no renuncio al cómic como tampoco lo hago a la música sencilla y pegadiza.

Es de justicia reconocer y es una suerte poder apreciar el talento compositivo y la calidad interpretativa de cada uno de los componentes de estas bandas de Jazz a las que debemos tantas y buenas escenas de cine y no solamente como sutil acompañamiento del buen hacer de los actores y guiones, sino también en clave de protagonismo argumental: ¡quién no recuerda la película Whiplash y todo ese esfuerzo por convertirse en un músico sobresaliente de jazz!, en la que el exigente Director de cine Damien Chazelle, conocido por “estrujar a los actores” durante el rodaje de sus películas, nunca gritaba el popular “corten” en las escenas de los ensayos con la batería, y dejaba que el actor MilesTeller siguiera tocando hasta el final para que acabara exhausto, y así poder transmitir ese cansancio en la pantalla: ahí va una muestra de este film: https://youtu.be/CQN44jvsiGQ, ganador de cinco premios oscar pese a su pequeño presupuesto, y que tampoco tuvo después un gran éxito de público; parece que el jazz es el antihéroe de las buenas músicas. Pero para interpretar este estilo es necesario estudiar mucho y bien, la improvisación en el jazz requiere conocimientos armónicos y melódicos muy avanzados, a la par que rítmicos, y el protagonista de ese film puede dar fe de la exigencia del guion y de la presión del director con su personaje. Para muestra un botón: https://youtu.be/qjBBkukAzU0.

Seguramente, querido Ralph, no habrán sido tus maestros, empezando por tus padres, tan exigentes contigo, aunque tu talento innato y continuo perfeccionamiento se lo pusieron fácil, pero en cualquier caso, con un libreto más o menos aseado e insistente, resulta innegociable la exigencia y el esfuerzo para alcanzar los niveles musicales que conseguiste con el grupo de jazz de tu vida, Oregon. Ahora que vuelven a celebrarse nuevos Festivales de jazz en mi ciudad, Oviedo, y en la vecina Gijón, ojalá que haya presupuesto y determinación para invitarte a una sesión del programa. Yo no me lo voy a perder, desde luego.

Y ya para despedir esta interesante incursión en tu carrera musical, vamos a ver y escuchar esta interpretación de una de tus recientes obras, My foolish heart, en un concierto en Londres en 2014, con la guitarra clásica al servicio del jazz, un tema entrañable y evocador: https://youtu.be/q-4FRFmXJ0Y, que justifica una vez más la jerarquía de un instrumento que se basta por sí sólo para emocionar.