La última biografía de 2020 se la dedico a un guitarrista y multi instrumentista norteamericano, prematuramente desaparecido pero que dejó su sello como compositor e intérprete en los años setenta, cuya proyección llega afortunadamente hasta nuestro días: hablamos de Lowell George; en una tarde intensa en la que culmino un curso semanal de iniciación a los vídeo clips, impartido por Titi Muñoz y organizado por el Ayuntamiento de Oviedo en el Centro de Música Joven Pedro Bastarrica, un extraordinario profesional del mundo audiovisual a la par que guitarrista y cantante de la banda Posession, que ha realizado más de un centenar de vídeos musicales: comparto el enlace de su canal en youtube en el que se pueden visualizar buena parte de ellos: https://www.youtube.com/playlist?list=PL1PldY39dnYyLErtFozKbItBigS7mhDwr

Pero vayamos al lío. Lowell nace en 1945 en Los Ángeles (California) y fallece en 1979, con apenas 34 años, en Arlington (Virginia). Aprendió a tocar con una guitarra española de su hermano. Resulta llamativa la cantidad de músicos que han sacado partido de los instrumentos de sus familiares en mayor medida que éstos, empezando por mí, que “secuestré” la guitarra de feria de mi prima María Aurora y ya no me pude evadir de su encanto; no sé en qué rincón de la casa familiar de verano se habrá quedado, pero sí recuerdo que era una guitarra española con la curiosidad de tener las seis cuerdas de acero, además de presentar un tamaño de caja algo menor de lo convencional. En cuanto la localice, me la llevo. Y es que un instrumento necesita ser cuidado, afinado y tocado (seguro que mi prima lo entenderá).

El gran George no sólo dominaba la guitarra y la armónica, sino que también destacaba con el banjo o el clarinete, además de sacarles buen sonido a instrumentos tan peculiares como una flauta japonesa de bambú conocida como el shakuhnachi e incluso el sitar, sobre el que recibió clases del prestigioso instrumentista Ravi Shankar, instrumento musical tradicional de la India y Pakistán, de cuerda pulsada, semejante a la guitarra, el laúd o el banjo pero con el mástil más grande. Se identifica por su sonido metalizado y sus glissandos. Hablamos recientemente aquí de este instrumento cuando abordamos la biografía de Brian Jones, el 20 de noviembre pasado: Brian Jones, 328 meses de un talento superlativo.

El primer grupo de Lowell fue Factory, una banda de Folk-Rock, compartiendo además ensayos y conciertos con los Standells, –banda de Rock and Roll de los años sesenta formada en Los Ángeles-, manteniendo una forma sencilla y cruda de Rock and Roll denominada garage rock-, a la par que reemplaza periódicamente al guitarrista del grupo The Mothers Of Invention, Elliot Ingber, con el que Lowell colabora en un proyecto de la banda Fraternity of Man, en su segundo disco titulado Get it On.

Entre 1968 y 1969 Lowell se incorpora de pleno derecho a los Mothers of Invention, se trata de una banda de rock experimental liderada por el compositor, guitarrista, cantante, productor discográfico y director de cine estadounidense Frank Zappa, activa entre mediados de los 60 y principios de los 70, sustituyendo al cantante Ray Collings. Su colaboración con otras bandas da lugar a aportaciones de su guitarra en dos discos del grupo M.O.I., titulados Weasels Ripped M Flesh y Hot Rats.

No obstante, la creatividad y personalidad de Lowell demandaban una banda propia en la que desarrollar sus propias composiciones a la vez que lucir su nivel instrumental y vocal en sus canciones. Nuestro protagonista abandona M.O.I. y forma su propia formación denominada Little Feat, eso sí, llevándose al bajista californiano Roy Estrada, (nacido en 1943, ya retirado), e incorporando a los teclados a Bill Payne, (nacido en 1949 y aún en activo actualmente), además de colocar a Richie Hayward a la batería (1943-2010). El primer disco de la banda propia toma como título el de la formación: Little Feat, en 1970, y el segundo, Sailin´Shoes, se publica en 1972. Curiosamente fueron aplaudidos por la crítica pero no demasiado exitosos con el público. Las fuentes de la banda beben tanto del Blues, como del Country además del Rock (de ahí el título de esta biografía). Una notable aportación de Little Feat fue tener el acierto de maridar dichos géneros con las suaves armonías vocales que serían seña de identidad de buena parte de las bandas de la Costa Oeste Norteamericana de los años setenta.

En su faceta compositiva hay que destacar el tema Willin´, canción que, incluso antes de ser publicada por su banda Little Feat, fue versioneada por diferentes músicos y grupos como la conocida banda de Rock de los Ángeles: Byrds´, formada en 1964, la cantante norteamericana de música popular Linda Rondstadt (nacida en 1946 y en activo hasta 2011), o Comander Cody. Comparto el enlace de un vídeo de esta canción en un directo de Little Feat, con toda la fuerza y personalidad de George, que merece la pena recordar: https://www.youtube.com/watch?v=RNqv85coyTw.

En clave de guitarra George destaca en el manejo de la slide guitar o bottleneck, técnica en la cual se toca una nota y luego se desliza el dedo a otro traste, hacia arriba o abajo del mástil. Se usa para producir sonidos evocativos, llorosos, melancólicos o chillones. El término slide se utiliza en referencia al gesto de deslizamiento sobre las cuerdas, mientras que bottleneck se refiere al material original utilizado en dichos deslices, que era el cuello de botellas de vidrio. Si bien los músicos hawaianos, de Country e incluso los de Blues utilizan un tubo de metal en el dedo anular de la mano izquierda primitivamente se usaban anillos, navajas o incluso el cuello de una botella.

Sin embargo, como tantas veces ocurre, la calidad y originalidad van reñidas con el éxito, y eso generó que el bajista que Lowell había reclutado para su banda, Roy Estrada, dejase Little Feat para integrar la Magic Band del Captain Beefheart, formación de Rock y Blues formada en los sesenta y en activo durante más de veinte años.

El tercer álbum de Little Feat sale en 1973 y se titula Dixie Chicken, seguramente su mejor trabajo, ya con una formación de seis componentes, que tampoco tuvo el reconocimiento del gran público que seguramente merecía, si bien se convirtieron en una de las mejores bandas en directo de su tiempo. Y claro está, cuando un grupo profesional no vende lo suficiente su estabilidad se compromete, por lo que se produce una parada temporal que Lowell aprovecha para involucrarse en otro grupo nuevo junto con el cantautor norteamericano John Sebastian, (nacido en 1944 y aún en activo), y Phil Everly, de los históricos Everly Brothers, pero la relación personal del trío no cuajó y dio al traste con un proyecto musical muy interesante.

Lowell vuelve a figurar en muchas escenas musicales acompañando con la guitarra a otros músicos y bandas, quizás de mayor proyección pública, como el compositor, letrista y arreglista norteamericano Van Dyke Parks, (nacido en 1944), o el músico, productor, compositor y multi instrumentista británico Robert Palmer (1949-2003), entre muchos otros.

Pero el último grito de su banda Litlle Feat aún estaba por emitirse. La formación se reagrupa en 1974 y ya no se separará hasta el fallecimiento de Lowell en 1979. En ese lustro publican los siguientes álbumes: Feats Don´t Fail me Now (1974), The Last Record Album (1975), Times Loves a Hero (1977), un doble directo titulado Waiting For Colombus (1978), su disco más vendido y que hacía justicia a la calidad de sus conciertos, siendo uno de los mejores directos de la historia, y Down On The Farm (1979).

Curiosamente en su último año de vida, en 1979, Lowell inició un proyecto de carrera en solitario y llegó a publicar el disco Thanks I´ll Eat It there, cuya portada precisamente me atrapó esta semana, ojeando una vieja enciclopedia de música, al punto de decidirme por este guitarrista para escribir la última biografía de 2020 en este blog, portada de un picnic imaginario en un bosque encantador en el que puede verse al mismísimo Fidel Castro departiendo con Bob Dylan, quien no parece estusiasmado con su conversación sino más bien con la bella mujer a la que abraza furtivamente, y todo ello con la presencia imperial de Lowell George en primer plano, disco en cuya gira de presentación le sorprendió la muerte por un ataque al corazón. Con apenas 34 años nos dejó un extraordinario músico al que no tuvimos oportunidad de rendirle tributo por un éxito rotundo que seguramente hubiera llegado más pronto que tarde.

Han pasado más de cuatro décadas, querido Lowell, desde que despegaste de este mundo, y nos dejaste huérfanos de tu sobresaliente técnica con el slide, en la que fuiste el mejor de tu generación, obteniendo unos sonidos especiales y semejantes a los propios llantos, que quizás adelantaban un paso fugaz pero intenso por la vida. El mundo de la música guarda una página de respeto y admiración a tu carrera que el tiempo no va a borrar, de un perseverante músico que no dejó de trabajar hasta el último momento, que comenzó su vocación artística animado por su madre Florence, consumada pianista, y es que el día anterior a dejarnos habías estado en la Universidad de Washington D.C. dando un concierto en compañía de ocho músicos. Puede que tu talento haya ido reñido con el éxito pero no con el olvido, apenas dos años después de tu temprana muerte, se publicó el doble álbum Hoy Hoy (1981), con dieciséis nuevas canciones de clásicos del grupo. Y todo ello sin dejar de cultivar el conocimiento puesto que también estudiaste Historia del Arte en la Valley Junior College, y experimentaste la rudeza y fragilidad de la “Universidad de la vida” con un trabajo en una gasolinera, experiencias que sirvieron de inspiración para tus canciones. Y si eras capaz de tocar instrumentos tan diversos no puede silenciarse la gama de registros de tu voz, que empastaban con naturalidad y consistencia con estilos tan variados y exigentes vocalmente como el Blues, el Country o el Rock; sin duda eres uno de los músicos más originales y virtuosos de los años setenta que ha dado tu país.

Te has ido tan rápido como un auténtico escapista sin empaquetar tu Fender Mustang, tu Stratocaster, o tu Gibson ES 335. Vuelve a por ellas alguna vez como un buen espectro de la Navidad, eso sí, tocándonos una versión celestial de Willin´ para no asustarnos.