Ya hace tiempo que tenía en mente dedicar un espacio en este blog al gran José Feliciano. Y como siempre hace falta una chispa que prenda la mecha, recientemente una amiga, Julia Esther, de atinado y diverso gusto musical, compartió conmigo un vídeo de una pléyade de buenos artistas hispanos en el que tocaba la guitarra nuestro protagonista de hoy, y no encontré mejor disculpa para llevar a cabo una inmersión placentera en su vida musical, tras una semana intensa de grabación en el estudio del Centro de Música Joven Pedro Bastarrica de Oviedo, con mi grupo Unexpected Visit en la que tuve una exigente actividad a los mandos de las voces, guitarras, bajo y teclado; esperemos y, seguro que será así, que la mezcla -aún pendiente- resulte satisfactoria. Pero vayamos al lío.
José nace el 10 de septiembre de 1945 en Lares, Puerto Rico. Su condición de ciego de nacimiento, por un glaucoma congénito, determinó un especial apego a la música. Pronto emigró a la gran ciudad de Nueva York, con apenas 5 años, en la que vivió en el Barrio de Harlem buscándose la vida como tantos y tantos otros compatriotas y nativos. En su caso la música no sólo fue una elección sino también una necesidad pues su invidencia, barrera tan decisiva para todo tipo de trabajos, no era incompatible con su condición de músico e incluso seguramente incentivó una mayor precisión y estímulo auditivo y táctil tan importante para un intérprete.
Hablamos de un chico de origen muy humilde con diez hermanos. Desde muy niño se sintió atraído por la música y comenzó a experimentar la percusión tocando el fondo de una lata de galletas acompañando a su tío que tocaba el cuatro (es un instrumento de la familia de la guitarra, de cuerda pulsada,muy utilizado en toda América Latina y en concreto en Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, en donde forma parte del folklore y acompaña los bailes y canciones populares; posee cuatro cuerdas afinadas a razón de: la₃, re₄, fa#₄ y si₃, peculiar afinación —no totalmente ascendente— que es un elemento muy distintivo de otros instrumentos de cuerda).
A los 6 años José ya tocaba la concertina y luego el acordeón, saliendo a escena sin haber cumplido los 10 en el teatro “Puerto Rico” del Bronx.
La concertina tiene muchas similitudes con el acordeón a la par que trascendentes diferencias: la primera es un miembro de la familia de instrumentos de lengüeta libre y el acordeón es un instrumento musical armónico de viento. Normalmente, las concertinas tienen botones en ambos lados finales y se distinguen de un acordeón (de teclado o botones) por la dirección que toman estas teclas al ser presionadas. En una concertina los botones van en la misma dirección que el fuelle, mientras que los botones de acordeón viajan en perpendicular a la dirección del fuelle.
El padre de Feliciano, pese a tener 11 hijos, se las arregló para regalarle una guitarra a su hijo José con la que no dejaba de practicar todas las horas del día, de forma autodidacta, tratando de emular los sonidos de aquellos guitarristas clásicos de rock y jazz de los años cincuenta, a los que tanto admiraba. Entre sus influencias están artistas tan geniales y diversos como: el guitarrista estadounidense de Jazz, Wes Montgomery, el gran maestro clásico Andrés Segovia, al que recientemente, el 22 de mayo pasado, hemos dedicado aquí una biografía: Andrés Segovia, Gran Maestro de la Guitarra Clásica, o el mismísimo Ray Charles, gran cantante, saxofonista y pianista estadounidense de Soul.
Posteriormente Feliciano tuvo la oportunidad de recibir clases de guitarra clásica en la escuela Light House para ciegos en Nueva York, donde estudió con Harold Morris, un ex estudiante del legendario guitarrista español Andrés Segovia. El gran acierto instrumental de Feliciano fue fusionar el aprendizaje clásico con técnicas españolas y folklóricas para crear un estilo distintivo propio.
Con la guitarra y el acordeón comienza no sólo a obtener sus primeras ganancias sino también a labrarse un nombre como intérprete de calidad con una sensibilidad conmovedora, ganancias que, como se estilaba por entonces, eran las que el público de cada noche dejaba en el sombrero, pero que ayudaban a su familia, máxime tras quedarse desempleado su padre.
Y es que, con sólo 17 años, Feliciano ya era un artista muy reconocido, requerido de forma recurrente por su círculo de amigos de Greenwich Village, -donde actuaron Bob Dylan y Joan Báez-, para participar en múltiples conciertos y proyectos musicales. Pero el mercado latino pronto es sobrepasado. José aparece en el Festival de Newport (Rhode Island): es un evento musical radicado en Newport, que empezó a celebrarse en julio de 1959 como complemento al anteriormente establecido Newport Jazz Festival, siendo fundado en 1959 por George Wein. El festival es conocido por introducir a una amplia audiencia a un gran número de intérpretes que se convirtieron en estrellas importantes, destacando notablemente en el primer festival de 1959 la actuación de Joan Báez o la del gran Bob Dylan en el festival de 1963.
En 1968, y quizás un poco al margen de los vientos del mayo francés que imperaban en el mundo, nuestro artista realiza una gran versión del épico Light my fire, canción de los míticos The Doors, que consigue escalar a lo más alto de las listas de éxitos musicales yankees. Es el momento del elepé titulado Feliciano que resulta un tremendo éxito entre los melómanos americanos. Este álbum es considerado por los críticos como una brillante tarjeta de presentación de todo lo mucho y bueno que este cantautor era capaz de exponer: extraordinarias adaptaciones de temas como Califonia dreaming, del grupo The Mamas & the Papas, Sunny, de Bobby Hebb, o The last Thing in my Mind, de Tom Paxton. La guitarra de Feliciano, mitad sobria mitad ardiente, pero siempre melódica, escoltada por una elegante sensibilidad y bien acompañada de orquestas y músicos de alto nivel, es un auténtico regalo para el alma.
En 1969 sale a la venta un nuevo álbum: 10 to 23 que conquista de nuevo al gran público pese a que el listón del trabajo discográfico anterior estaba muy alto. Los temas más destacados de este álbum son: First of may, By te time I get to Phoenix y Miss Otis regrets, con un estilo en clave de Rock.
La nueva década de los setenta presenta a un Feliciano mucho más íntimo cuyo tema más emblemático es el archiconocido Qué será y, pese al giro musical, sus fans no se resienten y aprecian con gran calidez este nuevo estilo. Pero quizás tantos éxitos musicales tan seguidos acaban de alguna forma oscureciendo los nuevos tiempos y José comienza una nueva etapa artística en la que tiene que pelear de nuevo por conquistar afectos y aplausos de un público heterogéneo en una coyuntura de mucha y buena oferta musical, tan diversa como esa vibrante época. Y Feliciano es capaz de proyectar ahora una música que prima el ritmo en lugar de la melodía de sus anteriores éxitos. El Folk es ya una sombra del brillante pasado en el que parece haberse quedado la parte emocional y emocionante de Feliciano, y por contra, ahora se deja seducir por el Rythm and Blues e incluso por el Soul. Su incorporación al sello Motown es seña de los nuevos tiempos y estilos: Motown Records, también conocida como Tamla-Motown es una discográfica estadounidense especialmente dedicada a la música afroamericana, empresa fundada en Detroit, la “Motor City”, de ahí Mot–, raíz de motor, y –town, y desde entonces ha jugado un papel fundamental en la difusión de la música popular estadounidense, teniendo repercusión en la mayoría de los estilos actuales.
En esta época llegan los álbumes Sweet Soul Music (1976) y José Feliciano (1981). Ya en 1982 nuestro artista lanza un disco muy decisivo en su trayectoria titulado Escenas de Amor, que sería el primer disco en español editado por Motown y que le valdría una nominación a los Grammy como mejor álbum pop, disco en el que buena parte de sus temas son versiones en español de aclamados éxitos de canciones de inglés.
En 1983 lanza dos discos: Romance In The Night y Me enamoré, con el que obtuvo un Grammy a mejor álbum pop, en el que las baladas son su signo distintivo, estilo que permanece en el disco Ya soy tuyo de 1985, década de los ochenta en la que el cantante aún nos regalará tres álbumes: Te amaré en 1986, Tu inmenso amor en 1987 y Niña en 1989 dedicado a su hija recién nacida, destacando el tema ¿Por qué te tengo que olvidar?
La década de los noventa llega con un disco en inglés titulado I´m Never Gonna Change en 1990. Nueva década y nueva modulación de estilo, sumergiéndose en el Jazz de la mano de Steppin´Out, en ese mismo año,o de la salsa con Calle Latina´92, en 1992.
A mediados de los noventa José Feliciano prima las giras sobre los trabajos discográficos si bien saca al mercado A Tribute to The Beatles, con versiones de este universal grupo y And I Love her, en 1996, año en el que igualmente regresa la música en español con el álbum Americano en el que hay un guiño al flamenco con el tema Verde, año 1996 muy aprovechado con el lanzamiento de otro disco titulado On Second Though, con buena parte de sus éxitos en clave de diversidad de estilos: desde La Bamba, Malagueña, Bamboleo hasta versiones de temas de los Rolling Stones o Elton John.
El carrusel de estilos resulta dinámico y recurrente, nuevamente vuelven los temas románticos y sensibles de su primera etapa musical con el disco Señor Bolero en 1998, con un éxito brutal: un doble platino en Estados Unidos, Puerto Rico y Venezuela y muchos éxitos sobresalientes en todo el arco hispanoamericano, y que tuvo una réplica en 2003 con Señor Bolero 2.
Es hora de experimentar un nuevo estilo, el de la riqueza de las músicas mexicanas, con el álbum A México…con amor en 2005, en el que ejecuta un repertorio de canciones clásicas mexicanas con seis temas del gran cantante y compositor José Alfredo Jiménez (1926-1973), aportando un toque contemporáneo a la ortodoxia mariachi, que tendría una réplica con otro disco en 2008.
En 2006 llega José Feliciano y amigos, con duetos con músicos latinos de prestigio y popularidad como Luis Fonsi, Marc Anthony o Raúl di Blasio, entre otros, con una secuela en forma de segunda edición a la que se sumó la gran Gloria Estefan. Al año siguiente llega una nueva incursión musical con Señor Bachata, que obtuvo simultáneamente dos Premios Grammy en 2008 en la categoría “Mejor Álbum Tropical”; siendo uno de los pocos artistas que lo hace tanto en el mercado anglosajón como en el latino, y siendo capaz de grabar ese mismo año un disco en inglés, íntegramente de autoría propia: Soundtrax of My Life; estando activo en esta última década en conciertos y colaboraciones, y con pólvora creativa para culminar su último trabajo discográfico publicado en 2017, titulado As You See Me Now, junto al músico de Jazz Soul británico Jools Holland, además de varios discos intermedios no menos importantes a los que me referiré seguidamente.
Seguir tu trayectoria, admirado José, hace las veces de enciclopedia musical de estilos por cuanto no hay reto artístico que se te haya resistido: y es que incluso en 1990 grabaste un disco con la orquesta sinfónica de Viena eligiendo un repertorio con temas de Sting, Peter Gabriel, Paul McCartney -que hoy por cierto, ya ayer, acaba de cumplir 79 años-, alcanzando uno de sus temas: The Sound of Vienna, el número 1 durante cuatro semanas.
Y no te conformaste sólo con interpretar con gran talento la guitarra.Tu faceta compositiva es un abanico de cualidades diversas encargándote en el álbum de Salsa Calle Latina ´92 de la producción, los arreglos, el bajo, cuatro, guitarra y percusión. Tu inquietud musical también se aproximó al mundo audiovisual con la interpretación de la canción, Behind the Mask, para la serie de televisión Reina de Espadas en 2000 (compuesta por Proffer Spencer y Steve Plunkett), accesible en este magnífico escaparate artístico como es YouTube.
¿Te queda algún estilo por probar? Es que incluso en aquellas músicas más alejadas de tu palo tradicional has reincidido con aplomo y consistencia. Y quiero poner en valor dos álbumes publicados en 2009, ambos en inglés, uno dedicado a los clásicos americanos incluido el irrepetible Frank Sinatra, y otro, instrumental en homenaje al gran guitarrista de Jazz Django Reinhardt, al que dedicamos aquí una biografía el 3 de enero de 2020: Django Reinhardt, un guitarrista superior del Jazz, músico que te inspiró al punto de que una de tus composiciones la titulaste Djangoisms; guitarristas ambos, marcados por una dificultad física, la invidencia en tu caso y el grave accidente de la mano izquierda en el de Django, que no impidieron que ambos os posicionarais en lo más alto y honroso del Olimpo de la guitarra, entre tantos y competentes guitarristas de todo el mundo; sin olvidarnos del disco publicado en 2012, The King, en homenaje al gran Elvis en colaboración con su ex gerente, George Klein, cuya publicación anunciaste hábilmente tras ser invitado en Memphis en 2012 a celebrar el cumpleaños del siempre presente Rey del Rock.
Y no puede decirse que tu inmersión de estilos haya sido meramente experimental sino que ha venido acompañada, querido José, de éxitos a raudales en tantos trabajos discográficos diversos: 45 discos de oro y de platino, nueve Grammys, y desde 1987 cuentas con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, ¡Ahí es nada!, habiendo sido además reconocido con el premio Lifetime Achievement Grammy Latino de la Academia Latina de las Artes y las Ciencias.
Quizás te quedaba algún giño personal e íntimo a nuestro querido instrumento, la guitarra, desprovisto de canciones y orquesta, y por supuesto que llegó con el sugerente disco Six-String Lady de 2006. Con uno de sus fragmentos despido esta agradable e inspiradora biografía, -que ya es hora de descansar-, que demuestra que “un ciego no vive en la oscuridad”, como recuerda una de tus bellas composiciones, quizás el mundo que tú ves y sientes sea tan luminoso y emotivo como transmiten tus canciones. Tu ejemplo de superación y sacrificio reconcilia con la vida a cuantos dudan de la existencia del bien y de la inocencia: