Noche grande en Oviedo, mi ciudad, tras la entrega de los Premios Princesa de Asturias, felizmente retornados al Teatro Campoamor tras la crisis pandémica de la que, poco a poco, nos vamos recuperando.

Y en este entorno lluvioso y fresco del Norte de España, en cuesta abajo hacia el invierno, es un momento propicio para regresar al Blues, y hoy lo hacemos de la mano de Theodore Roosevelt “Hound Dog” Taylor.

Nuestro protagonista nace el 12 de abril de 1917 (Aries, como quien escribe), en Natchez, una ciudad al sur del Mississippi cercana a Baton Rouge y a los pantanos de Louisiana. No obstante, poco después de su nacimiento la familia se traslada más al Norte y, en concreto, a Greenville, lugar donde pasó su infancia.

Nuestro músico de hoy, ¡atención Señor@s!, vino al mundo con seis dedos en cada una de sus manos, lo que ya avanzo no fue un inconveniente para llegar a ser un excelente guitarrista.

Taylor tenía una condición conocida como polidactilismo, que resultó en que tuviera seis dedos en ambas manos. Como es habitual en la condición, los dígitos adicionales eran protuberancias rudimentarias y no se podían mover. Una noche, mientras estaba borracho, se cortó el dedo extra de su mano derecha con una navaja de afeitar. 

Comenzó tocando el piano y a los dieciséis años la guitarra lo capturó para siempre y es que ya sabemos que cuando las “seis cuerdas” te capturan, no admiten rescate y “la condena” es felizmente a perpetuidad.

Taylor tuvo desde joven la determinación de tocar en público y así era habitual que amenizase fiestas privadas y públicas donde requirieran su presencia; gran cualidad la de no tener vergüenza a enfrentarse al público pese a que pudiese estar en período de aprendizaje, y es que es necesario curtirse, admitir la crítica en su caso, y volver a saltar al ruedo con la responsabilidad de la primera vez pero con una experiencia creciente en conocimientos y presencia en el escenario. Precisamente, de esas primeras fiestas viene el apodo que resultaría definitivo de “Hound Dog” (sabueso), a la par que comenzó a obtener sus primeros contratos profesionales.

El Delta del Mississippi, tan generoso en músicos de Blues, le permitió entrar en contacto con el armonicista Sonny Boy Williamson (1914-1948), y el guitarrista Elmore James (1918-1963), con el que tuvo una relación muy especial a la que supo sacarle partido aprendiendo muchos secretos de la guitarra slide (recién amplificada), rindiéndose a la técnica del bottleneck (que, como ya hemos puesto de manifiesto en esta sección, se trata de tocar una nota, y luego se desliza el dedo a otro traste, arriba o abajo del diapasón, con la finalidad de producir sonidos evocativos, llorosos, melancólicos o chillones. El término slide se utiliza en referencia al gesto de deslizamiento sobre las cuerdas, mientras que bottleneck se refiere al material original utilizado en dichos deslices, que era el cuello de botellas de vidrio).

Pese a su buen manejo con el dedal metálico, el bueno de Taylor, tiene que compatibilizar la música con otros oficios para ganarse la vida. En 1942 se traslada a Chicago trabajando en lo que se tercia durante el día y aprovechando las noches para mostrar su música en cualquier rincón de la ciudad que le permitan expresarse. Su empeño y devoción por el arte acabó por vencer a las multi actividades cotidianas, pero no sería hasta 1957 (con cuarenta años) cuando de verdad se puede ganar la vida con la guitarra, tras haber recorrido la práctica totalidad de clubs de Chicago, además de haber tocado en innumerables ocasiones en Maxwell Street Market al aire libre.

Un salto cualitativo en su trayectoria se produce cuando es contratado por Big Bill Hill para su show de Blues en la emisora WOPA, donde permaneció durante dos años.

En 1959 Taylor conoce al guitarrista de Mississippi Brewer Philips (1924-1999), con el que tendrá una rica y provechosa relación profesional en el grupo The HouseRockers formado por éste, grupo que destaca por su contundencia, en cierta medida por la ausencia de un bajo y el doblaje de la guitarra (aunque seguramente esa percepción dependerá más de lo que se toque que del sonido en sí). Sus primeros discos cortos llegan a principios de los sesenta, de producción local y muy modesta, pero en 1967, con un Taylor ya cincuentón pero sobrado de experiencia y buen hacer, logran incluir un tema en un álbum dedicado al American Folk Blues Festival de ese año, lo que les permitirá salir de gira por Europa, llegando a actuar con el cantante, armonicista y guitarrista de Blues Little Walter (1930-1968) y con la popular “Reina del Blues”, la cantante Koko Taylor (1928-2009).

Nuestro “sabueso” era muy habilidoso con sus fraseos hábilmente empastados con el slide y esto no pasa desapercibido, gracias a su mayor proyección, para Bruce Iglauer (1947), productor del prestigioso sello Alligator, lo que propiciará que Taylor pueda grabar por vez primera un álbum completo, titulado, cómo no, Hound Dog Taylor, en el que destaca el estilo boogie, género que dará lugar a la música electrónica de baile. Pero no corramos tanto. La fiebre de este productor por Taylor es digna de elogio pues intentó, primeramente sin éxito, que la firma Delmark Records le produjera (es la compañía discográfica independiente estadounidense, especializada en grabaciones de jazz y blues, más antigua, fundada en 1953, y reconocida también como una de las compañías editoras de jazz más importante). Ante esta negativa se jugó sus cuartos y nunca mejor dicho puesto que empleó 2.500 dólares de una herencia en la creación del sello Alligator Records que propiciaría el álbum debut de Taylor, que se grabó en sólo dos noches y fue el primer trabajo de esta nueva discográfica que pronto se convertiría en todo un referente de la música Blues. Iglauer se implicó de forma incondicional con la banda, al punto de administrar y organizar giras por todo el país en las que “Hound Dog” pudo compartir escenario con artistas de la talla del guitarrista Muddy Watters (1913-1983), el padre del Chicago Blues, el cantante y guitarrista de Blues Freddie King (1934-1976), o la cantante de Blues y Rhythm and blues, Big Mama Thornton (1926-1984).

Sus trabajos discográficos se completan con dos álbumes adicionales: Natural Boogie (1973), de gran reconocimiento, y el directo titulado Beware of the dog (1974), disco éste que destaca por su contundencia y que seguro que hace las delicias de los amantes no sólo del Blues sino del Rock, trabajos que estimularon el interés internacional del público con giras en Australia y Nueva Zelanda en 1975.

Lamentablemente, su fallecimiento acontece ese mismo año, en 1975, con sólo 58 años, víctima de un cáncer, si bien se publicaron varios trabajos póstumos, mayormente grabados en directo y con malas condiciones de audio. Un ejemplo más positivo y de mayor calidad fue Genuine Houserockin music, editado por Alligator ya en 1982.

Pese a tratarse de un músico muy interesante y completo, es cierto que su nombre no figura en las enciclopedias de Blues con la magnitud de otros guitarristas de su época, lo que seguramente se debe a su éxito tardío y al pequeño número de trabajos discográficos editados pero, en honor a la verdad, si se analiza el material del que se dispone nos encontramos ante uno de los bluesman más originales y creativos, con unos riffs entre obsesivos e inquietantes pero absolutamente demoledores en emoción y expresividad. Y para muestra un botón: aquí comparto el tema She´s gone: https://youtu.be/EGeWIE48m2A.

¿Os recuerda a alguien? Claro está que al gran Jimi Hendrix, sobre el que tratamos aquí el 8 de marzo de 2019: Jimi Hendrix: contigo empezó todo pero, pese a que Taylor sobrevivió a Jimi en unos años fue nuestro protagonista de hoy quien influyó más en Hendrix en esa carrera de expresionismo salvaje e incendiarios fraseos melódicos. Y poder inspirar a Jimi son palabras mayores que deben ponernos en perspectiva del nivel del artista de hoy.

Cuando nos dejaste, querido Taylor, yo apenas tenía 4 años -aunque te aseguro que ya me llamaban la atención las guitarras-, has sabido como nadie sacar partido musical a guitarras muy modestas, y es que trabajaste durante gran parte de tu carrera con guitarras Teisco japonesas, corroborando lo que un día dijo el guitarrista asturiano Dany León, -a quien dedicamos aquí una entrada el 1 de enero de 2021: Dany León, manos precisas y talento a raudales con una Les Paul-, de que hay guitarristas brutales que manejan instrumentos muy comunes (refiriéndose a intérpretes que pudo escuchar en Hispanoamérica en aquellas legendarias giras de Avalanch, grupo en el que tocaba, y Scorpions).

Y cuéntame, admirado amigo, ¿cómo un hombre crecido en el Delta del Mississippi y curtido en el Chicago nocturno ha podido ser tan apreciado en Boston? Y es que por esa zona fuiste capaz de inspirar a un joven George Thorogood (1959), guitarrista, vocalista y compositor de Blues Rock, al punto de que una de sus grabaciones en vivo: The Sky Is Crying de Elmore James está dedicada a tu memoria, e incluida en su álbum Live (1986), además de tomarte prestada tu canción de Give Me Back My Wig, que incluye en su álbum The Hard Stuff (2006). Cuando eres capaz de modelar el talento de un músico de nueva generación, tu genio pervive en él y ese talismán será transmitido a otro músico ávido de ilusión y conocimientos que seguirá cediendo el testigo a otro talentoso intérprete. 

Pero, quizás aún más te sorprendería que otros grandes músicos contemporáneos tuyos se implicasen en un álbum tributo a tu trayectoria interpretando tus canciones artistas tan dominantes como los guitarristas Luther Allison (1939-1997) y Sonny Landreth (1951), los cantantes Elvin Bishop (1942) y Cub Koda (1948-2000), además de tu grupo, The HouseRockers, y la banda de Blues, Rock, Fusión y Jam Gov’t Mule, entre otros; un cóctel de estrellas cuyo resultado fue el disco Hound Dog Taylor: A Tribute, de Alligator Records en 1997.

No puede extrañar, querido “sabueso” que te incluyeran ya en 1984 en el Salón de la Fama del Blues, aunque sumergiéndome en tu trayectoria tengo la sensación de que siempre has estado ahí, cada vez que regalabas tus peculiares y chillones riffs en tantos locales de público tan diverso.

Pero la verdad, admirado Taylor, tú nunca has querido ser trascendente, tu única y generosa ambición era, según tus propias palabras, “hacer sentir júbilo a la gente con mi música”, y con tu impecable sentido del ritmo, y unos riffs tan personales y desgarradores, en hábil mixtura a una voz aguda e intensa, has logrado transmitir con tus canciones un ardiente deseo de vivir la vida con los sentimientos a flor de piel; ya ves, a tu pesar, te has convertido en un músico de leyenda, y voy a beberme a tu salud una cerveza bien fresca acompañada de un Blues de élite como el que compartes con Little Walter y Koko Taylor, cuyo vídeo de enlace comparto: https://youtu.be/LsE3JnsXTPs.

¡Qué slide amigo Taylor!