Las luces de Navidad ya se han apagado pero los ecos de esas fechas aún perdurarán unos días más, en forma de buenos recuerdos y gratas compañías, pero también gracias a la magia de Los Reyes Magos y a sus regalos casi siempre bien dirigidos. Y uno de ellos, que me ha correspondido, ha sido un libro que rescata 7 estudios de Guitarra del autor del que voy a hablar en esta fría noche de enero: es el momento de Francis Kleynjans.

Nuestro protagonista nace en París el 15 de abril de 1951, contando con 70 años de edad en la actualidad. Comenzó sus estudios de guitarra clásica a la edad de 14 años, por lo que no puede decirse que fuese un guitarrista precoz pero, como veremos, alcanzó la excelencia compositiva en plena juventud. No obstante, sí comenzó con la música mucho antes, puesto que su primer instrumento fue el acordeón, por lo que cuando entró en la Academia Nacional de Música de París para iniciar sus estudios de guitarra ya contaba con una formación musical de base. Sus primeros estudios estuvieron guiados por el prestigioso guitarrista clásico egipcio Alexandre Lagoya (1929-1999) en el Conservatorio Nacional de Música de París, y más tarde trabajó con el reconocido guitarrista venezolano Alirio Díaz (1923-2016).

Recibió una beca de la Fundación Yehudi Menuhin (1916-1999), creada por este compositor, violinista, director de orquesta y gran humanista, cuyos loables objetivos a cumplir pasaban por el desarrollo de diversos programas en los que la cultura desempeñaba un papel destacado en la sociedad del siglo XXI, junto con la tolerancia ante la diversidad cultural, la adopción de medidas activas contra el racismo y la xenofobia y el papel de las artes en la integración social y cultural de niños y colectivos desfavorecidos. Un hombre del mundo, el gran Menuhin, puesto que había nacido en Nueva York, era de origen ruso y tenía las nacionalidades suiza y británica, a la sazón uno de los mejores violinistas del Siglo XX. No cabe duda de que para recibir una beca de esta prestigiosa fundación, el bueno de Kleynjans tuvo que reunir talento y méritos académicos, además de ser digno de los valores que inspiraron a esta institución.

Sin duda, la gran aportación de Francis, más allá de su alta capacidad interpretativa, ha sido su producción compositiva. Más de 700 piezas, ¡y las que quedan!, han sido compuestas por este autor y forman parte del repertorio de guitarra clásica de todo el orbe, estando grabadas más de 300 de sus obras. Entre ellas encontramos piezas para guitarra sola, estudios, conciertos, dúos, tríos, cuartetos y música para films. El reconocimiento a su trabajo como compositor le hizo acreedor del Primer Premio en el 22º Concurso de Guitarra de París por su pieza titulada A l’aube du dernier jour, organizada por Radio France. Pero su calidad interpretativa no queda en un segundo plano toda vez que Francis Kleynjans participa en prestigiosos festivales retransmitidos por radio y televisión. Y es que, como veremos después, en el análisis del libro de guitarra que los Reyes Magos tuvieron a bien traerme, sus composiciones son de alta dificultad técnica y resultaría bastante difícil, a mi juicio, ser capaz de componer pasajes tan complejos sin dominar su ejecución (y hablamos de obras con tempos muy rápidos, con trinos que dificultan la medida, mano derecha muy exigida en el arpegiado y con manejo de notas y acordes por todo el diapasón, en los que las cejillas con cambios continuos y rápidos resultan habituales).

Su música se considera en general de estilo neoclásico, con ese aire característico francés que está influenciado por Debussy, Ravel, Fauré, Satie. El Neoclasicismo es una corriente de la música contemporánea de los siglos XX y XXI que se manifestó especialmente en el periodo de entreguerras, entre las décadas de 1920 a 1940. Sus características son un retorno a los grupos instrumentales pequeños (de cámara) en lugar de la gran orquesta, con énfasis sobre las cualidades contrapuntísticas, evaluando la relación existente entre dos o más voces independientes (polifonía) en orden a obtener un equilibrio armónico, y la elusión de la expresión emocional típica del romanticismo. Efectivamente, después de la Primera Guerra Mundial varios compositores (como Ígor Stravinski y Paul Hindemith) realizaron composiciones donde se notaba un retorno a los cánones del Clasicismo de la Primera Escuela de Viena (Haydn y Mozart) y del propio Barroco, especialmente a su máximo exponente, Johann Sebastian Bach, a quien dedicamos un especial lugar en este blog el 22 de diciembre de 2017: Johann Sebastian Bach, el genio barroco, aunque con una armonía mucho más disonante y rítmicas irregulares. Ese movimiento o tipo de música se denominó Neoclasicismo.

Volviendo a Kleynjans, entre sus trabajos orquestales hay que destacar Concertino Baroque Hommage Á Vivaldi. Op. 80 (1985), en el que hay una parte de guitarra, el Concierto para dos guitarras y orquesta de cuerda en Re menor. Op. 101 (1999), y el Adagietto Op.82 sur le tombeau de Mahler para orquesta de cuerda (1999).

En música de Cámara son múltiples sus aportaciones: desde arias para flauta y guitarra (Arias (2) Op.92b, 1988), Canons et Arias Op.92a para dos guitarras (1989), Inventions (10) Op.76 para dos guitarras (1987), Lorsque s’ouvre la petite boîte.. (1995), también para dúo de guitarras, al igual que Romances (1993), o Tête-à-tête Op.145 (1998), los cuartetos para guitarras Mélodies Op.48 (2) (1993), Flux et Reflux Op.165A y 165B (2001-2002); e incluso una obra para voz y guitarra: Mélodies brèves (3) (1998).

Sus trabajos exclusivos para guitarra comprenden: Pièces en Ré maj. (2) (1982), Rêverie pour 2 amertumes (1982), Valses (2) (1984), Préludes (24) Vol.1 (1985), Barcarolles (2) (1986), Passacaille op.87 (1988), A l’Aube du dernier Jour (1988), Arabesque en forme de caprice (1988), Le coin de l’enfance (1989), Suite Brésilienne (1989), Métamorphoses (7) Op.104 (1990), Miniatures (3) (1991), Variations sentimentales et capricieuses Op.66 (1992), d’album (1993), Coin des guitaristes Op.119 (1995), Petite suite en Sol maj. (1995), Suite Antillaise (1995), Thèmes Célèbres (10) (1996), Souvenir de Benicasim (1997), Petites variations Op.152 (1998), Carnet de voyages (1999), Vagabondage Op.162 (2000), Valses estivales (2) (2000), Flux et Reflux Op.165C (2002), Impressions venant du soir Op.73-2 (2005), Ondine Op.73-1 (2005), Estampille Op.73-3 (2006), Espace Op.73-4 (2007), Le dernier tango Op.73-5 (2007), L’ultime (2009), Habanera Cubana (2012), Valse d’un soir – Côte à côte (2019), Variations caractéristiques sur un chant traditionnel de l’Aubrac (6) (2019).

Recordemos que opus es un término que se aplica en música para catalogar las obras de la mayoría de compositores, con primeros antecedentes en el Siglo XVII. Las obras de algunos compositores, especialmente de la época barroca y clásica, se catalogaron posteriormente a ellos, identificando con unas letras que designan al erudito que realizó la catalogación, seguidas de unos números que identifican la obra, habitualmente asignados por orden cronológico; y es que Johann Sebastian Bach, por ejemplo, nunca numeró sus obras, y otros compositores como Franz Joseph Haydn o Wolfgang Amadeus Mozart aplicaban los números al azar, y con frecuencia correspondía hacerlo al editor, más que a los propios compositores, salvo Ludwig van Beethoven que fue uno de los primeros en emplear una numeración con cierto orden.

La aportación docente de Kleynjans ha quedado plasmada en dos libros: Mes débuts à la guitare (2001), método progresivo de aprendizaje de la guitarra, y Répertoire ludique en forme de méthode (2017), de un nivel más avanzado, en el que Francis propone multitud de ejercicios preparatorios que establecen una sólida base técnica, y proporcionan material de práctica adicional para aquellos que deseen progresar más en el instrumento (cada una de sus 52 piezas se centra en un aspecto técnico específico de la guitarra). 

Vamos a escuchar seguidamente su obra más reconocida l’Aube du dernier Jour (1988), con la que consiguió el Primer Premio del 22º Concurso de Guitarra de París: https://youtu.be/n_tpBcRfIDM interpretada por el extraordinario guitarrista argentino Roberto Aussel (1954), a quien le dedicó la obra. Es una composición ciertamente innovadora llena de sorpresas técnicas y sonidos tan misteriosos como modernos; no es de extrañar que haya sido premiada por su originalidad y sofisticación.

El libro que me ha puesto en contacto con Kleynjans se titula 7 Études de Concert Pour Guitare, impreso por Alphonse Leduc en París (edición de 1978). Pese a que algunas de las obras de Kleynjans se consideren simples en nivel de dificultad, no es el caso de los estudios de este manual. De hecho, en el propio prólogo, realizado por el guitarrista español Alberto Ponce (1935-2019), ya se avanza que la mayor parte de estos estudios se sitúan a un nivel instrumental bastante difícil y representan una importante aportación a la técnica de la guitarra. Hasta el momento he leído los tres primeros, a una marcha lenta, muy diferente a la escrita, puesto que el primero está en tempo allegro tumultuoso (108 negras por minuto), el segundo aumenta a 132 y el tercero se ejecuta en Vivace (equivale a una indicación metronómica de entre 132 a 160 pulsaciones por minuto), los tres en diferentes tonos y modalidades (La menor, Re mayor y Mi menor), todos en compás cuaternario de subdivisión binaria (4/4), subdivisión binaria que es común a los restantes estudios aunque en el tercero introduce tresillos de forma tan habitual que resulta más bien un 12/8. Como bien avanza Ponce son estudios muy apropiados para desarrollar la técnica y requieren un pulso firme de la mano derecha, en ocasiones marcando el arpegio y en otras escondiéndolo a la vez que se hace cantar a la melodía. He pasado muy buenos momentos leyendo estas partituras que, por cierto, están impresas con claridad e información detallada de las cuerdas y digitación a utilizar. El sonido de estos pasajes me parece bastante actual y no atisbo en sus estructuras el estilo neoclásico en el que se le encasilla, quizás porque no puede trazarse una línea muy estrecha entre clasicismo y neoclasicismo: la expresión, puesta en valor en la partitura con acentos, reguladores y matices, además de sonidos armónicos y disonancias extrañas en la música Clásica tradicional, nos ponen en la pista de una música contemporánea que sigue resultando innovadora y moderna, más difícil quizás de apreciar pero de gran nivel técnico.

Ha sido una noche muy amena, querido Francis, en la que he tratado de descubrir tu trayectoria a la vez que he comenzado a interpretar tus estudios (puedes estar seguro de que en una semana habré leído los cuatro restantes). Y este paseo de viernes por tu vida y obra me presenta a un músico que reúne los talentos de intérprete y compositor de guitarra clásica, pero que puestos en una balanza me parece que componer 700 obras pesa más que la faceta interpretativa porque, hoy día son innumerables los guitarristas profesionales y estudiantes de todo el mundo que tocan tus obras y ese legado, que ya está incorporado a la enseñanza oficial de nuestro querido instrumento, ya te ha convertido en clásico, a lo que también han contribuido tus dos manuales para aprender y perfeccionar la técnica de nuestro maravilloso instrumento. Y aún estás, felizmente, en plenitud creativa por lo que es más que probable que puedas superar el millar de obras, las cuales sin duda eres capaz de interpretar brillantemente, como has acreditado en tantos festivales internacionales. Con certeza, admirado Francis, que tu maestro Alexandre Lagoya estará encantado de cuanto has aportado al repertorio de la Guitarra Clásica, y feliz de haber vivido en esta Tierra lo suficiente para verte triunfar en el mundo de la música; seguro que no necesitó reprenderte con dureza cuando comenzaste a su lado con apenas 14 años a edificar una carrera musical aunque, si me permites la licencia, debía ser complicado discutir con él teniendo en cuenta que además de guitarrista excelso era un destacado púgil, y el boxeo siempre maridó con la música a lo largo de su vida. 

Y no voy a cerrar esta biografía sin compartir este cuarteto de guitarras de tu obra Cuatro Elementos. 1. La Tierra: https://youtu.be/sCavehkZvT8.

Un ejemplo de la riqueza tímbrica y armónica de nuestro querido instrumento y, por supuesto, querido Francis de tu extraordinaria visión de la música poniendo todos los recursos técnicos al servicio de una originalidad y una expresividad sobresalientes. Gracias a Internet podemos escuchar muchos de tus trabajos, pero fue un libro impreso en París de 1978 el que me conectó a ti, ya para siempre.