Hoy, viernes lluvioso y a una hora poco común, voy a tratar de poner en valor a un gran guitarrista del universo Country-Rock, el norteamericano Chet Atkins.

Nuestro protagonista nace el 20 de junio de 1924 en Lutrell (Tennessee) y fallece en Nashville el 30 de junio de 2001, apenas unos días después de cumplir los 77 años.

Chester Burton Atkins creció rodeado de un estimulante ambiente musical. Su padre era pianista y su hermano guitarrista, aunque curiosamente el bueno de Chet comenzó con un instrumento “antagonista” como el violín, y no fue una veleidad juvenil si tenemos en cuenta que ya con una personalidad forjada debuta con este instrumento en público con 17 años, tocando en un programa radiofónico.

Su influencia matriz, más allá de la familiar, fue la de Merle Travis (1917-1983), cantante estadounidense de música Country y Western, siete años mayor que Chet, que propicia que, de modo progresivo, abandonase el arco del violín para sumergirse en el estudio de la cuerda pulsada de la guitarra. Su traslado a Nashville, cuna del Country, pone bien a las claras el estilo hacia donde va nuestro personaje de hoy, iniciando en 1946, -recién terminada la Segunda Guerra Mundial-, sus primeras actuaciones con su grupo “Chester Atkins and The All Star Hillbillies”, y apenas dos años después ya comparte escenario con importantes grupos de la época como “Carter Sisters” y “Mother Maybelle”, en el Festival de Grand Ole Opry, el programa de radio de Country más reconocido de Estados Unidos.

Su buen hacer musical no pasa desapercibido para los técnicos de la RCA (Radio Corporation of America), entidad que dio origen a Technicolor y a Sony Music Entertainment, incorporándolo como músico de sesión. No es el paraíso que Chester ansiaba, puesto que su intención era desarrollar también su talento como cantante, pero la guitarra tan demandada en esas fechas, era una buena tarjeta de presentación para introducirse en los canales musicales, además de un digno medio de vida en correspondencia a las muchas grabaciones en las que pudo participar.

Pronto llegamos a los años 50 en los que, vía RCA, trabaja con el cantautor estadounidense Hank Williams (1923-1953), y con una incipiente estrella con mayúsculas, pronto icono de toda una generación, el gran Elvis Presley (1935-1977).

Su aportación histórica a la música probablemente sea -y de ahí el título de esta entrada-, su contribución a la creación del estilo “Nashville Sound”, a partir de 1957, junto con el pianista Floyd Kramer, el guitarrista Hank Garland, el bajista Bob Moore y el baterista Buddy Harmon, sonido éste que resulta de una interesante y bien compatible mixtura entre el sonido Country de sus raíces y el de las aportaciones del incipiente Rock and Roll de esa década.

Hablamos de un guitarrista que aúna talento y técnica, con una versatilidad nada común, puesto que además de su estilo matriz se desenvuelve con soltura en estilos tan alejados al Country y tan difíciles como el Jazz, el Rockabilly, o incluso, atención, el Flamenco ¡Casi nada! Y sobre este último estilo, Chet trabajo con la guitarra española y sus tres cuerdas finas de nylon.

Su guitarra más característica (y que, todo sea dicho, jamás he tocado una) es la guitarra eléctrica Gretch, fundada, nada menos, que en 1883 en la ciudad de Nueva York por Friedich Gretch, obteniendo de esta marca, una guitarra personalizada, la especial Chet Atkins Country Gentleman, personalización de instrumento bastante habitual en las últimas décadas pero inusual en los años cincuenta, lo que puede dar cuenta de la influencia y calidad de este guitarrista.

Su primer trabajo discográfico fue “Gallopin Shoes”, publicado en 1953, beneficiándose la RCA de una labor en parte compiladora de lo mejor del Country, no sólo por su condición de sensacional intérprete sino también por las de compositor, arreglista y productor; llegará a ser vicepresidente de la Compañía. En 1959 sale su trabajo “Finger Style Guitar”. Sin embargo su primer éxito se hace esperar un poco, con el álbum “Teensville” en 1960. Poco después, en 1962, publica “Caribbean Guitar”, “Progressive Pickin´(1964), con la curiosidad de llegar a versionear a The Beatles, -cuando estaban en su máximo apogeo-, con “Pickin´My Way, Pics On The Beatles” (1966). No obstante, el mayor éxito de uno de sus temas lo alcanzó en 1965 con el single “Yakety Axe”: https://youtu.be/BK7T4LHjln4, una adaptación de su amigo saxofonista Boots Randolf, y que en tantas ocasiones hemos escuchado en las parodias humorísticas del inglés Benny Hill (por cierto de su misma quinta, la de 1924).

Ya en los setenta Chet colabora con buena parte de sus referentes musicales, publicando “Chester&Lester” en 1976, o junto a su admirado Merle Travis en “The Atkins-Travis Travelling Show”. Resulta destacable y original su álbum “A Man And His Guitar”, en el que Atkins mezcla temas propios con versiones tan dispares en estilos como Duke Ellington, Bach, Mozart o The Beatles, y pese a tratarse de un guitarrista de base autodidacta obtuvo los conocimientos necesarios para leer música y trabajar con arreglos de guitarra clásica de forma profesional y destacada. No cabe duda de que un músico de raza del Country de los años cuarenta y cincuenta que pueda llegar a hacer una mezcla así demuestra su condición de músico innovador en permanente evolución, experimentador de diferentes estilos musicales, lo que no siempre resulta un activo, puesto que hace falta una importante dosis de inteligencia y pertinencia musicales que muchos músicos con talento no han sabido exponer.

Desde luego, con Chet no hablamos de un guitarrista estático u ortodoxo en el sonido, por más que el Country es una música tradicional, ya que, al igual que el gran Paco de Lucía introdujo sonidos innovadores en el Flamenco -cuya biografía fue tratada aquí el 30 de noviembre de 2018: Quizás el más grande: Don Paco de Lucía-, incorporando el cajón criollo o peruano para enriquecer la percusión de las palmas-, Chet fue impulsor de arreglos de cuerda mezclados con el uso del pedal Steel guitar (en el que se utiliza una barra de tonos para pisar las cuerdas -en lugar de los dedos-, normalmente se toca con una cuña metálica con la dificultad de accionar los pedales que cambian la afinación de las cuerdas mientras se toca), consiguiendo ser varias veces destacado por la Country Music Association como mejor músico del año (nueve premios), llegando a ocupar en 1973, con 49 años, un puesto en el prestigioso Country Music Hall of Fame y obteniendo nada menos que once Premios Grammy.

Otros trabajos discográficos fueron: “A Session with Chet Atkins” (1954), “Chet Atkins in Three Dimensions” (1955), “Chet Atkins at Home” (1957), “Chet Atkins in Hollywood” (1957), “Hum & Strum along with Chet atkins” (1959), “Chet Atkins’ Workshop” (1960), “The Most Popular Guitar” (1961), “Christmas with Chet Atkins” (1961), “Chet Atkins Plays Back Home Hymns” (1962), “Chet Picks on the Pops” (1969), “Me and Jerry” (1970), “Chet, Floyd and Boots” (1971), “Me and Chet” (1972), “Picks on Jerry Reed” (1974), “The Night Atlanta Burned” (1975), “Chet Atkins Goes to the Movies” (1976), “Guitar Monsters” (1978), “East Tennessee” (1983), “Work It Out With Chet Atkins C.G.P.” (1983), “Stay Tuned” (1985), “C.G.P.” (1988), “Read My Licks” (1994), “Almost Alone” (1996) y “The Day Finger Pickers” o “Took Over The World” (1997).

Sus colaboraciones han sido múltiples con artistas tan conocidos como Roy Orbison, el dúo Everly Brothers o Waylon Jennings, entre muchos otros.

A nivel de ejecución instrumental Chet Atkins es un destacado guitarrista que es capaz de interpretar tanto la técnica del picking (que, como sabemos, se trata de tocar la guitarra con púa, por otra parte, muy habitual en guitarra eléctrica) como la del finger (utilizar los dedos de la mano derecha para pulsar las cuerdas metálicas de su guitarra Gretch, pasando de utilizar el índice para la melodía a índice, medio y anular, y manteniendo el pulgar para destacar los bajos), combinación de ambas técnicas que pocos guitarristas de los aquí tratados podrían hacer con el nivel interpretativo de Chet. Resulta llamativo que, por su condición de asmático, pasase muchas noches sentado en una silla para respirar con más facilidad, lo que incentivó las horas de práctica con las seis cuerdas mientras se quedaba dormido tantas noches en la silla; y ya en etapas maduras de su vida destacaba como guitarrista más influyente del siglo XX a Django Reinhardt, sobre el que en próximas fechas hablaremos en este blog.

Mi primera toma de temperatura de la música de este extraordinario músico fue en los primeros años noventa cuando firmó un disco en colaboración con Mark Knopfler (sobre quien ya hablamos aquí: Mark Knopfler, un tipo genial (por José Ramón Paredes), que acababa de comenzar carrera en solitario, tras muchos años de vino y rosas con la estelar formación “Dire Straits”. El disco titulado “Kneck and Kneck”, se grabó en 1990, y alguien de la familia me lo regaló en formato cassette y varias vueltas le di en aquellos viajes entre Oviedo (mi ciudad) y Salas (mi pueblo y lugar de nacimiento) en tantos fines de semana. Canciones como “Poor Boy Blues”, “So Soft, Your Goodby”, o “The next Time in my Town”, todas ellas compuestas por Knopfler, sirvieron para curar “las heridas de guerra” por la disolución de la mítica banda de los Dire Straits.

¡Gran trabajo Chester! Desde luego que, a la vista de una trayectoria tan provechosa, con tanta calidad productiva, cobran sentido tus palabras: “Años después, luego de que me haya ido, alguien escuchará lo que hice y sabrá que yo estuve aquí. A ellos no les importará quién era yo, pero ellos oirán mis guitarras hablando por mí”.

Pero es que, querido Chet, nunca te has ido, y precisamente por escuchar tus guitarras, a muchos nos importará conocer quién eres tú, investigar tu vida y tu entorno, y descubrir las fuentes de tu maravilloso trabajo creativo.