La noche del viernes y el mediodía del sábado, tras una semana repleta de sensaciones intensas en el estudio de grabación, redescubriendo a los clásicos en versión eléctrica y aportando también un par de composiciones propias, voy a dedicar una biografía a Lars Johan Yngve Lannerbäck, verdadero nombre de este genial guitarrista y compositor.

La razón de ello resulta más que justificada ya que mi buen amigo, el baterista profesional Rubén Rodríguez «Mol», que tantas veces ha aportado su calidad y buen hacer en la percusión a nuestras maquetas de Pop y Rock, compartió conmigo un par de vídeos de este gran artista, a la vista de la orientación clásica que le di a esta reciente experiencia en el estudio, resultando además pertinente temáticamente, ya que Malmsteen ha grabado piezas clásicas y propias con orquestas sinfónicas a nivel internacional.

Yngwie Malmsteen nace el 30 de junio de 1963, por lo que cuenta con 58 años en la actualidad. Curiosamente no nos encontramos con el típico niño interesado por la música desde que alcanza su memoria, pese a que su hermana era una destacada flautista, aunque, eso sí, bien pronto se produjo un hecho trascendental en su vida. El 18 de septiembre de 1970 el pequeño Yngwie vio un especial de televisión sobre la muerte del guitarrista Jimi Hendrix, -al que dedicamos aquí una biografía el 8 de marzo de 2019: Jimi Hendrix: contigo empezó todo, en el que sobre todo le impactó cómo incendiaba su guitarra (claro que con 7 años son los detalles que a ningún niño se le escapan).

A raíz de este documental se interesa por nuestro querido instrumento y sus primeros rasgueos los ejecuta con una vieja Mosrite, (marca de guitarras americana que funcionó entre los años 50 y 90 del pasado siglo, guitarras demandadas por los músicos de Rock and Roll y Country), pero pronto mudó a una modesta Stratocaster. Yngwie se decantó desde sus inicios por el estudio de la música clásica y en concreto de los grandes compositores del Barroco como Bach y Vivaldi, clásicos como Mozart y románticos como Beethoven; vamos, un cuarteto de “balones de oro” de la historia de la música. Su asimilación de estructuras clásicas de alta dificultad trasladadas a la guitarra eléctrica pronto llamaron la atención del público. A  los diez años, esa conversión a la música “via Hendrix” sería ya definitiva, y el arte sería su motivación única, al punto de dejar sus estudios generales, por más que no era un mal estudiante, de hecho destacaba especialmente en inglés, para profundizar en lo que, sin duda, mejor sabía hacer como era tocar y componer. No cabe duda de que el trabajo “a tres turnos”, cuando tenemos ante nosotros un talento descomunal como es el de este sueco, pronto dio sus frutos con una progresión exponencial en técnica y expresión. Y nuevamente se produce otro hecho televisivo trascendente en su evolución musical cual fue un espectáculo en Rusia en el que el violinista letón Gidon Kremer (1947) interpretó los “24 Caprichos” del virtuoso violinista Niccolo Paganini, obras de auténtica dificultad pero, sobre todo, lo que impactó a Ingwie fue la puesta en escena de Kremer que le muestra el camino para transmitir esa mixtura que estaba a punto de surgir con una sensacional aleación entre su pasión por la música clásica y su devoción por la guitarra.

Se va conformando la personalidad y profesionalidad de un gran músico con apenas 15 años y lo más llamativo, a mi modo de ver, es haber sido capaz tan pronto de construir un estilo propio y original que puede recibir influencias tan diversas con Hendrix o Kremer y, sin embargo, no sonar a ninguno de los dos, sino simple y maravillosamente generar una marca propia, sonar como Malmsteen ¡Casi nada!

Una de las aportaciones instrumentales de Yngwie que más me ha impactado fue trasladar a sus guitarras innovaciones técnicas derivadas de su experiencia como luthier en un taller de reparación de instrumentos, y es que allí descubrió un laúd del siglo XVII, instrumento de cuerda pulsada del que ya hemos hablado en este blog, ​ (cuyo origen se remonta a la Edad Media, que fue introducido en Europa por los musulmanes, y cuya influencia fue también notable en otros instrumentos de cuerda, considerándose como tal cualquier instrumento en el que las cuerdas se sitúan en un plano paralelo a la caja a lo largo de un mástil saliente), y comprobó que dicho laúd tenía el mástil festoneado (cuando la madera entre los trastes no es plana sino cóncava), y decidió hacer lo propio con una vieja guitarra quedando gratamente sorprendido de sus resultados musicales. Y es que con el mástil festoneado o escalopado podemos obtener las notas sin que los dedos lleguen a tocar la madera, llegando a producir un sonido más claro y brillante, bendings más extremos, una sensación de mayor velocidad en la digitación, pero, claro, también tiene su “cara b” porque implica un cambio de técnica al tocar debido a que el exceso de presión en las cuerdas varía la afinación de éstas, siendo seguramente más difícil tocar en un mástil festoneado, ya que obliga a una pulsación más firme y precisa, pero por lo que respecta a Yngwie tuvo muy claro que debía aplicar esta innovación a su guitarra y pronto obtuvo un prodigioso control sobre las cuerdas.

Pese al gran talento que afloraba en su interpretación los inicios con bandas no fueron muy exitosos, y es que ese estilo de guitarra explosiva y veloz, que se plasmó en sus primeras maquetas musicales, no convencieron a diferentes productores y discográficas, descartando la CBS sueca una primera demo de tres temas, pero eso no desanimó a Malmsteen, que no dejó de picar en muchas puertas hasta que en un momento dado llega una de sus grabaciones a manos del guitarrista y productor Mike Varney, lo que propiciará que nuestro artista grabe con una banda novel estadounidense de Glam Metal denominada Steeler, integrada por el vocalista Ron Keel, el bajista Rik Fox y el baterista Mark Edwards.

No obstante, pronto cambió de banda y se fue a Alcatrazz, grupo de Heavy Metal también estadounidense. La cuestión es que el talento interpretativo de Yngwie destacaba sobre manera en estos grupos y el público demandaba sus solos por encima del liderazgo de los propios cantantes. Estaba claro que, más pronto que tarde, nuestro protagonista tenía que desplegar sus alas y trabajar en solitario.

​Su primer álbum como solista se titula Rising Force, disco instrumental que logra entrar en las listas de Bilboard al número 60, que es todo un logro para un debutante en formato instrumental (Bilboard es una revista semanal estadounidense y una lista especializada en información sobre la industria musical), logrando una nominación para un Grammy por la mejor interpretación de rock instrumental. Este primer disco resulta decisivo para el devenir de Yngwie, puesto que le abre la ruta americana de conciertos y consigue que la crítica bautice a su original estilo como el metal neoclásico. A este primer álbum le seguirían Marching Out. Trilogy, Odyssey y Trial by Fire.

​Pero como estamos realmente ante un guitarrista que aúna modernidad y clasicismo, en 1997 compuso una obra de alto calibre en esta tesitura: Concerto Suite for Electric Guitar and Orquestra, grabado en una ciudad capital en la música clásica como es Praga con la prestigiosa Orquesta Filarmónica Checa y con la batuta del famoso director israelí de origen rumano Yoel Levi (1950).​ En 2001, Malmsteen tuvo la oportunidad para presentar en vivo esta esta creación con la Nueva Orquesta Filarmónica de Japón en Tokio, lanzando seguidamente un formato triple de DVD, CD y VHS en 2002. Comparto seguidamente con vosotr@s, el enlace de este estimulante vídeo: https://youtu.be/haJJrcjrPWI.

El fragmento apenas dura tres minutos pero resulta una tarjeta de presentación genial para apreciar, no sólo su destreza y dominio instrumental, sino la calidad y profundidad de su composición, una obra clásica de la actualidad. El júbilo del público y de los componentes de la orquesta habla por sí mismo.

​En 2003 formó parte del trío de ases del G3 junto al guitarrista y compositor Steve Vai (1960) y al guitarrista de rock instrumental Joe Satriani (1956), ambos estadounidenses. Tras ese tiempo Malmsteen edita el álbum Attack (2003) y poco después Unleash the Fury (2005), con críticas muy favorables de profesionales y público.

En 2008 lanza el trabajo Perpetual Flame producido por su propia compañía Rising Force Records, al que siguió Angels of Love (2009), Relentless (2010), Spellbound (2012), disco en el que el bueno de Ingwie tocó todos los instrumentos, y World on Fire (2016).

Su discografía en solitario se completa con los siguientes trabajos: Eclipse (1990), Fire & Ice (1992), The Seventh Sign (1998), el EP I Can´t Wait (1994), Magnus Opus (1995), Inspiration (1996), Facing the Animal (1997), Alchemy (1999), War to End All Wars (2000), Attack!! (2002), Blue Lightning (2019) y Parabellum (2021).

Yngwie trabaja fundamentalmente con guitarras Fender Stratocaster y en concreto con las ediciones de 1968-1972, con pastillas de bobina única, con la característica del mástil festoneado que comentamos antes (scalloped neck), similar a un diapasón normal pero con la madera rebajada para formar un silueta cóncava entre los trastes, lo que facilita el uso de técnicas de vibrato y bending más agresivas, al eliminar la fricción de los dedos contra el diapasón. La razón que Malmstreen justifica para utilizar las Fender de ese período temporal es que tienen el nervio del mástil y el diseño grande de la pala, (la parte del mástil formada por las seis clavijas, que se utilizan para ajustar la tensión de las cuerdas y modificar la entonación de las notas que éstas emiten), que dotan al instrumento de un tono más rico y completo que las de otras épocas. Por lo que respecta a los amplificadores, use estrictamente Marshall de 1971 para sus actuaciones en directo, complementando su sonido con pedales como el Compression Sustainer Boss CS-3Roland eco analógico DC-10, Wah Cry-Baby Dunlop, entre otros. Y llegados a este punto hay que poner en valor al asturiano Santiago Álvarez (nacido en Gijón en 1973 y ovetense de adopción) que fue Director Técnico Mundial, nada menos, de Marshall Amplification, diseñando modelos específicos para el propio Malmsteen y otros grandes intérpretes de la guitarra eléctrica como Slash (a quien dedicamos aquí una biografía el 22 de marzo de 2019: ¿Y quién demonios es Saul Hudson? Nada menos que SLASH, o Satriani. Un lujo para una región como Asturias de apenas un millón de habitantes tener el orgullo de que uno de los nuestros ocupe un lugar tan destacado en la industria musical.

Extraordinaria trayectoria, Yngwie, con trabajos discográficos anuales que cimentan una carrera en solitario sólida y exitosa, y que pone bien a las claras la necesidad de proyectar tu talento y creatividad con absoluta libertad para llevar a cabo proyectos musicales muy originales y complejos, que seguramente en una banda de Rock generarían fricciones con los egos propios de sus componentes además de los intereses estrictamente comerciales.

Que puedas haber llevado a efecto el Concerto Suite for Electric Guitar and Orchestra, una obra clásica para guitarra eléctrica y orquesta sinfónica es una buena prueba de ello, y no se quedó en algo experimental para eruditos, sino que resultó ser un éxito que se ha reverberado en estas últimas dos décadas. La dificultad de generar un sonido tan limpio con tu guitarra eléctrica y empastarla en una orquesta clásica con tanto sentido y naturalidad resulta admirable y es que tú nunca has caminado por la senda sencilla, siempre te han estimulado las dificultades, como bien indicas en esta frase que resulta clarificadora de tu personalidad como músico y como persona: “probablemente he cometido más errores que nadie, pero no me detengo en ellos. No espero que las personas me entiendan, porque soy bastante complejo… Yo siempre he tomado el camino difícil. Por supuesto, la gente tiene sus opiniones, pero no puedo estar demasiado envuelto en eso, porque sé lo que puedo hacer y sé qué clase de persona soy, y no tengo ningún control sobre lo que alguien dice de mí… Tal vez dentro de diez años la gente pueda volver atrás y decir ‘realmente él no era una mala persona”.

Comparto plenamente esta frase, admirado Malmsteen, de no perder ni una micra de tiempo en las cosas que no dependen de nosotros, y máxime con lo rápido que transcurre esta trepidante vida (y que te lo digan a ti con lo que te gustan los Ferraris, marca tan presente en tu día a día de la que dan fe muchas de tus fotos públicas). Y qué bien has aprovechado el tiempo y el talento para ejecutar esas interpretaciones con semejante destreza y precisión, escoltadas por una expresividad inspiradora: un regalo para quienes te escuchamos de todo ese torrente creativo que circula por tus venas.

Y termino, con otra de tus magistrales interpretaciones a la guitarra eléctrica https://youtu.be/H40FZxmhTD4, Fugue, con la Orquesta Sinfónica de Japón. Escuchando tu guitarra eléctrica, con la naturalidad de su empaste con los instrumentos de madera y de metal de la orquesta, parece como si realmente hubiese sido un instrumento más del Barroco. Puedes jurar que si el gran Johann Sebastian Bach hubiese tenido una Fender y un Marshall en sus aposentos les habría escrito más de un pasaje, sobre todo si el guitarrista es tan excelso como tú.