Hoy, viernes de Pasión, quiero dedicar una líneas a Dave Howard Evans, más conocido como “The Edge”, guitarrista de la mítica banda irlandesa U2, con importante aportación adicional en los teclados y coros.
Nuestro intérprete nace el 8 de agosto de 1961 en Barking (Reino Unido), por lo que en poco menos de cuatro meses habrá cumplido 58 años. Siendo apenas un bebé, la familia, de origen galés, se trasladó a Dublín, donde desarrollaría su infancia y formación académica, entre la que hay que incluir clases de guitarra y piano que, como veremos, serían los puntales de su música profesional. Tras tocar inicialmente con su hermano, Dick Evans, pronto sus caminos musicales se bifurcaron, entrando Dave como integrante de la formación embrionaria de U2 con la denominación inicial de “Feedback” y posteriormente como “The Hype”, para, definitiva y finalmente, nominarse con el nombre por tod@s conocido. Estamos en 1976, es decir nuestro protagonista apenas tiene 15 años, y la banda ya cuenta con cuatro componentes, además de The Edge: Bono (voz principal), Larry Mullen Jr. (baterista) y Adam Clayton (bajista) ¡casi nada para empezar!
El grupo rodó por bares y teatros durante cuatro años mientras iba gestándose su primer trabajo discográfico titulado “Boy” publicado en 1980. Pese a la estabilidad de esta formación hubo un momento crítico: en 1982 Dave estuvo cerca de abandonar el grupo por motivos religiosos, si bien sus persuasivos compañeros lo convencieron a continuar, eso sí, con la circunstancia de que The Edge y sus compañeros Bono y Larry se integraron en un grupo religioso denominado “Shalom” (grupo cristiano de lectura de la Biblia), y es que pese, a las dudas que pesaron en sus componentes en cuanto a la compatibilidad entre religiosidad y Rock, afortunadamente resolvieron el conflicto como correspondia: ¡claro que se puede ser cristiano y tocar en una banda de Rock! (incluso casi diría que hay mayoría de creyentes entre los componentes de bandas del Rock, bien es cierto que “a su manera”).
La banda es en esos primeros años ochenta un grupo de éxito en conciertos en vivo, apreciada por el público local, pero su ascensión al estrellato mundial tuvo que esperar al año 1987 con la publicación del álbum “The Joshua Tree”, en el que se encuentran gran parte de sus canciones más conocidas sobre las que volveré después.
Trabajo peculiar es, en 1991, “Achtung Baby”, complemento ideal de una puesta en escena de Rock alternativo y electrónico presentado en una gira de conciertos por estadios y grandes escenarios durante 1992 y 1993 denominada “Zoo TV Tour”, espectáculo que trascendía el nivel musical con una futurista interacción tecnológica que desbordaba imágen y sonido. De esa época fue el concierto de la banda en el antiguo estadio Carlos Tartiere de Oviedo, el 20 de mayo de 1993, ante 20.000 espectadores, en el que se llegó a conectar en directo con la Estación Espacial Internacional. Visto desde la distancia lamento no haber acudido a este gran concierto, pero en aquellos momentos no seguía a este grupo con la pasión de fan y seguramente que le di prioridad a otras actividades, que por el hecho de no recordar qué demonios hice ese día, resulta evidente que hubiese sido mejor acudir al concierto, máxime porque la ciudad en la que vivo (Oviedo), no suele entrar en las giras de las grandes bandas del Rock internacional. No obstante, sí recuerdo estar subido en un autobús por las calles de Oviedo, en compañía de mi amigo Rafa Alejandre Monllor, -este sí que es fan de U2 y ha tenido la oportunidad de verlos en directo-, y darse cuenta de que pasamos al lado del guitarrista de U2, que caminaba por las calles de Oviedo en aparente incógnito, si bien, como es lógico, su peculiar físico y vestimenta no pasaban desapercibidos. Seguramente nunca estaré tan cerca de The Edge (apenas unos metros)… o sí, ¡quién sabe!
Otro destacado trabajo del grupo es “Pop”. Se publica en 1997, una reinvención de su propio estilo, que se aleja -como no podría ser de otra forma, dado el transcurso de 21 años desde los inicios de la banda”-, de sus primeros inicios, álbum heterogéneo con canciones Pop, Rock o alternativas, trabajo no especialmente consumido por el público a excepción del sencillo “Discothéque”, que se coló en el Top 10 en Estados Unidos. Pero de nuevo el éxito comercial global abrazó al grupo, aunque hubo que esperar al año 2000, con el álbum “All That You Can’t Leave Behind”, un regreso a los orígenes tras la experimentación de sonido durante la década de los noventa. La verdad que hablar de éxito comercial en uno u otro trabajo de U2 resulta casi accesorio ya que lo sustancial es que el grupo irlandés ha vendido más de 170 millones de discos y es la banda que más Grammys ha ganado (nada menos que 22), lo que pone en verdadero valor a un grupo que forma parte de la historia musical universal.
Además de los álbumes mencionados, U2 ha publicado los siguientes trabajos de estudio: “October” en 1981, “War” en 1983, “The Unforgettable Fire” en 1984, “Rattle and Hum” en 1988, “Zooropa” en 1993, “How to Dismantle an Atomic Bomb” en 2004, “No Line on The Orizon” en 2009 y “Songs of Innocence” en 2014.
Mi contacto con la música de U2, esto es, con la guitarra y teclados de Dave, se produce en las Navidades de 1989 cuando escuché en un bar de Gijon una canción que me cautivó: hablo de “With or Without You”, ciertamente “me apunté tarde”, ya que la canción es del álbum de 1987 “The Joshua Tree”, pero, aunque que seguramente la pude haber oído -que no escuchado- antes, sólo a partir de 1989 tengo conciencia de ello. Y la canción es tan sencilla como genial, en la línea de buena parte de los temas de éxito intemporales. Uno de los momentos más entrañables que recuerdo de mis comienzos como guitarrista fue tocar en un ensayo los acordes (con quintas) de este tema, construido con la secuencia manida de tónica, dominante, relativa menor y subdominante, exportable a cualquier tonalidad, con ese sonido del bajo tan característico y que disfrutaba emulándolo más que la propia guitarra solista de Dave.
A partir de escuchar esta canción puede decirse que me interesé por el grupo y fui poco a poco descubriendo buena parte de sus éxitos -mayormente del citado álbum, como “I Still Haven’t Found What I”m Looking For”, canciones tan explosivas como “Pride (In The Name of Love)”, ésta del álbum anterior (“The Unforgettable Fire”), o la inolvidable “Sunday Bloody Sunday”, compuesta por The Edge, que integra el álbum “War”.
Sin embargo, mi “conversión” definitiva, llega de la mano de otra canción especial que me captó a finales del año 2000: “Beautiful Day”, integrada en el álbum “All That You Can’t Leave Behind”. Curiosamente, esta canción me recordaba de alguna forma a una canción de los ochenta que en esos momentos no identifiqué en primera instancia pero que poco tardé en localizar, la canción es del grupo británico A-ha titulada “The Sun Always Shines On Tv” de 1985; por supuesto, en modo alguno sugiero que pueda tener una influencia ni siquiera tangencial en “Beautiful Day” de U2, quince años después, pero los músicos jugamos con 12 sonidos y muchos colores y matices, y no resulta tan difícil que una determinada estructura armónica o una sección de una melodía evoque otras canciones; en cualquier caso dos estupendos temas de dos sensacionales bandas, siendo, a mi modo de ver, -si alguien tiene la curiosidad de escucharlas seguidamente-, más percusiva y rockera la de la banda irlandesa, si bien la de A-ha tiene, en mi opinión, una modernidad que trasciende a su época más de treinta años después (la pude disfrutar de nuevo en el tráiler de la multioscarizada película de 2008 de Danny Byle “Slumdog Millonaire”).
Tras el redescubrimiento de U2 a principios de este siglo, unido a una estancia divertida en Dublín en agosto de 2002, comencé a escuchar regularmente en los viajes en coche a mi pueblo (Salas, Asturias) un disco con sus grandes éxitos; y, si tuviese que elegir una canción, dentro de tantos temas de calidad, me quedaría con un tema muy auténtico, adornado brillantemente con unos arpegios de guitarra y una percusión intimista. Me refiero a “One”, incluida en el disco “Achtung Baby”, canción que mi compañero de grupo, José Ramon Paredes, también tiene entre sus preferidas (quizás sea porque compartimos el viaje a Dublin de 2002 en compañía de nuestras amigas irlandesas, Clodagh, Roisin, Cler, y de amigos como Frank, que aunque ya no esté con nosotros siempre lo tenemos presente).
Las características de Dave Howard Evans como guitarrista son, fundamentalmente, su sonido personal, que es el de la banda, con una inmersion ilimitada en los efectos que ha imprimido carácter y modernidad al grupo, incorporando hábilmente la tecnología digital -recordemos la gira de principios de los noventa-; se trata de una formación extremadamente vanguardista en el sonido, del que The Edge es pieza clave no sólo por la guitarra (acústica y electrica) sino también por los teclados y, en ocasiones, también interpreta el bajo y el lap steel -una especie de amalgama entre un instrumento de cuerda y un teclado-.
Dave es un músico que trabaja con múltiples guitarras en sus conciertos, por lo que resulta difícil atribuirle una mayor predilección por un modelo concreto (en la gira se lleva 45, como cuerdas otros grupos…); entre las que se cuentan: Gibson Explorer, Les Paul y SG, Fender Stratocaster, Telecaster y Jaguar, Epiphone Casino y Sheraton, Rickenbacker, Fernandes, Line 6, Washburn and Taylor en guitarra acústica…; en definitiva revisar su colección es como una visita exigente a una buena tienda de música. En amplificadores resulta más específico y, aunque ha trabajado con Fender y Roland, su amplificador de cabecera es el Vox AC30 (al parecer Dave tiene sobre 30, y a nadie extraña que se gasten si se toca un temazo como “Pride” a toda pastilla…).
Dave Howard Evans puede decirse que ha hecho honor a su archiconocido apodo “The Edge” y es que siempre ha estado “al filo” de la vanguardia musical, participando activamente en la composición de temas míticos de la banda, enriqueciéndolos con su voz corista y el magnetismo de sus teclados y efectos de guitarra; una banda, U2, que lleva más de 40 años regalando momentos intensos en sus conciertos y canciones que alegran el día a día de las vidas de tantos de nosotros.
Efectivamente, Dave, se puede ser espiritual a la vez que una estrella de Rock, tú lo has demostrado; y no quiero cerrar estas líneas sin recordar un tema precioso: “Ordinary Love”, dedicado a un personaje irrepetible de nuestros días: NELSON MANDELA, canción que formó parte de la banda sonora de la película “Mandela: Long Walk to Freedom”, en 2013, ganadora del Globo de Oro a la mejor canción. No dejéis, querido Dave, de seguir sorprendiéndonos con sonidos nuevos, con canciones íntimas, con la energía y pasión de vuestra banda.