Cuando hablamos del período renacentista en los instrumentos de cuerda pulsada no cabe duda que en realidad analizamos una época en la que la guitarra era un “instrumento en evolución”, siendo tales composiciones creadas para la vihuela o el laúd, y hoy transcritas para aquélla.

Hoy vamos a recordar a Robert Johnson, compositor y laudista inglés, nacido en 1583 y fallecido en 1633, por lo que desarrolla su vida al final del Renacimiento y muere ya bien entrado el siglo XVII, si bien su música integra buena parte de las antologías de la Música Antigua.

El fallecimiento de su padre cuando apenas era un niño propició que quedara bajo la protección del segundo Barón de Hunsdom, George Carey, que junto con su esposa, Elizabeth Spencer, eran mecenas del también compositor John Dowland, llegando a patrocinar la compañía de teatro de Shakespeare, que tras sucesivos cambios de nombre se convirtió finalmente en “The King´s men”. A la muerte de su mentor Johnson consiguió trabajo en la corte de Jaime I especializándose en la interpretación del laúd bajo y formando parte de formaciones de “consort music”, denominación que se refiere a la música de cámara renacentista integrada por instrumentos de la misma familia y diferentes tallas.

Robert fue laudista del Príncipe Henry y compuso buena parte de la música que se hizo popular en la época jacobea en mascaradas y entretenimientos, sirviendo también como músico en la corte de Carlos I hasta su fallecimiento en 1633.

Mi contacto con su música se produce con la interpretación de su pieza “Almein” en 4º de guitarra clásica, composición que forma parte del volumen III de “Antologia Di Musica Antica per liuto, vihuela y chitarra”, Edicioni Suvini Zerboni-Milano, transcrito y digitado por el gran Ruggero Chiesa. Como toda la música de esta época hay un cambio de afinación consistente en bajar medio tono a la cuerda tercera para convertir el Sol de la afinación moderna en un fa sostenido, con todo lo que conlleva a nivel de lectura puesto que todas las notas de esa cuerda varían un traste (un semitono), lo que afecta a la mayoría de las posturas de los acordes. El compás es binario de subdivisión igualmente binaria: se trata de un dos por dos, sin tempo predeterminado, si bien la velocidad recomendada de 60 blancas en un minuto representa seguramente una velocidad mesurada propia de la época a la que te traslada su música, resultado también de no utilizar figuras más pequeñas que la corchea. El tono de “Almein” es La Menor empezando en anacrusa en la dominante (Mi) para dirigirse inmediatamente a la tónica dentro de la parte fuerte del primer compás completo, con alteraciones accidentales bien previsibles en los grados sexto y séptimo (#fa y #sol y, esta última nota, cayendo recurrentemente en la tónica). No hay matices ni ligaduras de expresión y son pocas las de prolongación -localizadas en su parte final-.

Esta obra rescatada del Museo Británico es sencilla de tocar (con la salvedad del cambio de afinación propio de todas las obras de música antigua) y resulta muy evocadora: casi podemos ver los bailes del palacio, escuchar el tempo de los carruajes, sentir lo efímero de una existencia tan vulnerable a luchas o enfermedades… Se trata de una buena muestra de la forma de componer de Johnson además de representativa de su época.

Curiosamente se trata de un autor con el mismo nombre y apellido que el gran guitarrista y compositor de Blues norteamericano de principios del siglo XX, y para más inri, algunos historiadores lo llaman Robert Johnson II para no confundirlo con otro compositor escocés anterior, pero de cualquier forma hablamos de un compositor valorado en su época que llegó a componer la música de buena parte de las obras de teatro tardías de William Shakespeare, siendo el único compositor que se conoce que haya realizado los ajustes originales de la lírica del gran genio del teatro en “The Tempest”: “Where the Bee Sucks” , y también en “Full Fhathom Five”, lo que pone en valor su destacable talento integrado en más de treinta composiciones que han llegado desde el Renacimiento hasta la era digital, pasando por el Barroco, Romanticismo, Música del siglo XX, etc.