Pues sí, llegó el día de hablar del admirado Bluesman, John Lee Hooker Ramsey. En varias biografías anteriores me he referido a él como influencia de otros muchos guitarristas siempre con la firme intención, que hoy cumplo, de dedicarle estas líneas.

Efectivamente, el 20 de diciembre de 2019 se le mencionó en la biografía de John Mayall: John Mayall, el padre del Blues blanco, y más recientemente, en la de 13 de marzo de 2020, dedicada a Big Bill Broonzy: Big Bill Broonzy, un Bluesman urbano, entre otras.

John Lee nace en 1912 en Clarksdale (Mississippi) y fallece, ya en el siglo XXI, en 2001, en Los Altos (California). Proviene del entorno rural, su infancia se desarrolla en una granja, dentro de una familia numerosa (siete hermanos y cuatro hermanas), hijos de un pastor baptista que combinaba sus sermones con el trabajo en el campo como aparcero. Los primeros músicos los conoce en otra plantación a la que la familia se traslada cuando John era un niño, pero un hecho a priori desgraciado se iba a convertir en decisivo para su futuro profesional. Tras la separación de sus padres, su madre se casa de nuevo con un músico local, William Moore, quien enseñaría a nuestro protagonista de hoy a tocar la guitarra cuando apenas tenía 13 años, contacto cercano que propició que el joven músico llegase a conocer a grandes intérpretes norteamericanos del Blues como Blind Lemon Jefferson (1893-1929), o Charlie Patton (1891-1934).

En 1931, con apenas 19 años, se traslada a Memphis, donde comienza a tocar en público, y posteriormente a Cincinnati, en 1935, alternando trabajos varios como limpiabotas o acomodador a la vez que se iba haciendo un nombre artístico en grupos de Gospel (música espiritual y evangélica que se hizo muy popular en torno a los años 30 del siglo pasado). Y ya que hablamos de Gospel, no quiero dejar pasar la ocasión de mencionar que el 13 de diciembre de 2019 tuve la oportunidad de participar, junto con otros músicos, en una clase magistral de la brillante cantante Rebeca Rods en los Talleres de Música “Pedro Bastarrica” de Oviedo, una gran especialista en este género, que en apenas tres horas fue capaz de ponernos a cantar a tres voces un par de temas de Gospel.

Pero continuemos con Hooker, su nómina de empleos ajenos a la música se completa con su trabajo en la industria del automóvil en Detroit durante la Segunda Guerra Mundial, tras su paso por el ejército, si bien no dejó de tocar en este entorno urbano en el que desarrollaba su vida profesional y personal (ya que en esta ciudad, Detroit, se casó dos veces).

El punto de inflexión para despegar profesionalmente no fue temprano. Hubo que esperar al año 1948, con 36 años ya cumplidos, cuando logró un éxito notable con su tema “Boogie Chillen”. Un estilo rítmico abierto y un fraseado personal dieron a Hooker un sello propio entre tantos y buenos Bluesmen urbanos del momento. Pero llegaba el momento de superar la figura solitaria de guitarra acústica y voz e integrarse en bandas de Blues eléctrico con guitarras de caja tan características en los conciertos de nuestro personaje, formaciones musicales en las que también dejaba su impronta caracterizada por un estilo informal y en cierto modo anárquico, lo que no le impidió mantener una carrera en solitario tan consistente como que su nombre musical resulta universalmente conocido, desde luego a varios “años luz” de los nombres de sus bandas, llegando a un público amplio e interracial.

Su discografía es muy extensa: House Of The Blues (1959), The Country Blues of John Lee Hooker (1959), Blues Man (1960), I’m John Lee Hooker (1960), That’s My Story (1960), Traveling’ (1960), John Lee Hooker Sing The Blues (1961), Plays And Sings The Blues (1961), The Folk Lore of John Lee Hooker (1961), Burnin’ (1962), Drifting the Blues (1962), The Blues (1962), Tupelo Blues (1962), Don’t Turn Me from Your Door: John Lee Hooker Sings His Blues (1963), Burning Hell (1964), Great Blues Sounds (1964), I Want to Shout the Blues (1964), The Big Soul of John Lee Hooker (1964), The Great John Lee Hooker (1964), Hooker & The Hogs (1965), It Serves You Right to Suffer (1966), The Real Folk Blues (1966), Live at Cafe Au Go-Go (1967), Hooked on Blues (1968), Get Back Home (1969), If You Miss’Im I Got’Im (1969), Simply The Truth (1969), That’s Where It’s At! (1969), Get Back Home (1969), John Lee Hooker on the Waterfront (1970), Moanin’ and Stompin’ Blues (1970), Hooker ‘n’ Heat (1970), Endless Boogie (1971), Goin’ Down Highway 51 (1971), Half A Stranger (1971), Hooker’n’Heat/Infinite boogie (1971), I Feel Good (1971), Never Get Out Of These Blues Alive (1971), Detroit Special (1972), Live At Soledad Prison (1972), Born In Mississippi, Raised Up In Tennessee (1973), Free Beer And Chicken (1974), Mad Man Blues (1974), Alone (1976), In Person (1976), Black Snake (1977), Dusty Road (1977), The Cream (1978), Sad And Lonesome (1979), Everybody Rockin’ (1980), Sittin’ Here Thinkin’ (1980), Jealous (1987), Trouble Blues (1988), Highway Of Blues (1989), John Lee Hooker’s 40th Anniversary Album (1989), The Detroit Lion (1989), The Healer (1989), Don’t You Remember Me (1990), More Real Folk Blues: The Missing Album (1991), – Mr. Lucky (1991), Boom Boom (1992), This Is Hip (1992), Urban Blues (1992), Nothing But The Blues (1993), King of the Boogie (1994), Original Folk Blues… Plus (1994), Dimples (1994), Alternative Boogie: Early Studio Recordings – 1948-1952 (1995), Chill Out (1995), Whiskey & Wimmen (1995), Blues for Big Town (1995), Moanin’ the Blues (Eclipse) (1996), Alone: The First Concert (1996), Don’t Look Back (1997), Alone: The Second Concert (1997), Black Man Blues (1998), On Campus (2000), Concert at Newport (2001), The Cream (Re-issue, 2001), The Real Blues: Live in Houston 1979 (2001) 2002 – Live At Newport (2002), Face to Face (2003), Burning Hell (Our World, 2003), Rock With Me (2003), Blues is my soul (2003), Jack O’ Diamonds: The 1949 Recordings (2004); estos últimos publicados tras su fallecimiento, discografía muy extensa que supera el centenar de discos, a la que habría que añadir varios recopilatorios adicionales.

Se podrían destacar en toda esta prolífica obra musical, álbumes como “Black Snake” (1959), “Wednesday Evening Blues” (1960) o “Birmingham Blues” (1963), por su dimensión internacional en un momento de pleno auge de su carrera, lo que le permitió colaborar y participar posteriormente en conciertos con importantes músicos del momento como la banda londinense “Foghat”, o el cantante estadounidense de Blues, Paul Butterfield (1942-1987), curiosamente de raza blanca; con ambos, Hooker dio un concierto como invitado en 1977, lo que pone de manifiesto la admiración que músicos de diferentes entornos culturales o raciales le tenían, y es que afortunadamente las seis cuerdas y el Blues se juegan con las mismas cartas: talento, inspiración y muchas horas de práctica. Más tarde, en 1989, grabó, entre otros, con el gran Carlos Santana, al que le dediqué un espacio en este blog el 3 de mayo de 2019: Carlos Santana: Rock con ritmo latino y afrocubano, junto con la banda de Santana, con la cantante de Blues y Rock norteamericana, Bonnie Lynn Raitt o la banda de Rock Chicano, “Los Lobos”, aún en activo, dando lugar al disco “The Healer” (1989), por el que obtuvo un Grammy.

La primera vez que escuché a John Lee Hooker fue gracias a un vinilo de Blues que cayó en mis manos a principios de los noventa. No recuerdo qué disco era pero estoy seguro de que incluía a diferentes intérpretes, y que lo ponía con frecuencia por las mañanas antes de irme a la Universidad. Tengo claro dónde está ese disco pero, como no está en mi casa sino en la de mis padres, esperaré pacientemente a que cese el confinamiento del coronavirus para realizar una “incursión” de rescate.

Resulta admirable e inspirador, querido John, que hayas sido capaz de insistir en tu dedicación y talento musicales sin arrojar la toalla en ningún momento pese a lo tentador que podría resultar lo contrario, cuando uno tiene que buscarse la vida en empleos que aseguren el bienestar familiar (y con tu segunda esposa, Maude Mathis, tuviste nada menos que seis hijos). Pero no, seguiste insistiendo en tu arte, en exponer una y otra vez tu trabajo, hasta conseguir el éxito que tu estrella te tenía guardado. Si esto ya es de por sí encomiable, para mí resulta aún más ejemplar tu trayectoria posterior al éxito, creando y actuando hasta el final de tus días en este curioso mundo, con 88 años, haciendo, claro está, inmortales a tantos de tus temas, y dejando incluso tu imagen y sonido en el mundo del cine con el tema “Boom Boom” en la película “Blues Brothers” en 1980. Una vida plena de pasión por la música. Quizás estarás orgulloso de que un joven e impetuoso Bob Dylan fuese tu telonero en un concierto en Nueva York allá por el año 1960, pero, si Dylan pone en valor tu trayectoria y conocimientos, bien podría considerar que ese día fue uno de los más especiales de sus comienzos, como seguramente algún día te confiese en otra dimensión cósmica: quién sabe si en tu nuevo Club “Boom Boom Room de las estrellas”.