Hoy voy a escribir una líneas sobre un guitarrista pionero del Heavy Metal y fundador, junto con su hermano Alex, de una banda mundialmente conocida: “Van Halen”, bautizada con su apellido común, si bien durante dos años giraron con el nombre de “Mammoth”.

Eddie y Alex Van Halen son de origen neerlandés, si bien la génesis del grupo hay que buscarla en Pasadena (California) en 1972. Junto con los dos hermanos, guitarra y baterista, respectivamente, también participó en su fundación el bajista estadounidense Mark Stone, aunque desde mediados de 1974 inició carrera en solitario.

Edward Lodewijk Van Halen nace en Nimega (Paises Bajos ) en 1955, pero cuando contaba con apenas 12 años la familia se trasladó a Estados Unidos. La pasión por la música, tanto de Eddie como de su hermano, no fue precisamente por elección propia, ya que su padre, Jan Van Halen, era un músico de Jazz y promovió que sus hijos estudiasen música, siendo durante varios años intérpretes de piano. Sin embargo, tanto Eddie como Alex resultaron atrapados por el rock y pronto se interesaron por instrumentos diferentes. Lo más curioso, desde la retrospectiva del siglo XXI, es confirmar que Eddie comenzó con la batería y Alex con la guitarra -exactamente al contrario que como los conocemos hoy-. En honor a la verdad hay que decir que su hermano Alex, aprovechó para “atacar” la batería mientras su hermano vendía periódicos para comprarse una; fuera porque Eddie tuvo que vender muchos periódicos o porque a Alex se le daba especialmente bien la percusión, lo cierto es que, a partir de este momento, su hermano ya no soltaría las baquetas, mientras que Eddie, “periódicos aparte”, se convertiría en uno de los mejores guitarristas de Hard Rock de la historia.

Obviando anécdotas, Eddie Van Halen recibió diversas influencias musicales: del gran Jimi Hendrix, Eric Clapton, George Harrison…En definitiva, de aquellos ídolos que pegaban fuerte en su adolescencia.

Como todas bandas famosas también tuvieron un azaroso encuentro con quien luego compartirían años de música: el grupo tocaba en ambientes familiares y estudiantiles, y resultó que quien les alquilaba el equipo era el mismísimo David Lee Roth, cantante en “The Red Balls Jet”, y, fuera porque a Eddie no le entusiasmaba cantar o por ahorrarse unos dólares, incorporaron a David como cantante del grupo, siendo éste quien sugirió el cambio de nombre de Mammoth a Van Halen.

Un importante golpe de fortuna en su andadura vino de la mano de Gene Simmons, bajista de “Kiss”, que financió las primeras grabaciones del grupo, que la Warner desestimó inicialmente, si bien, la discográfica rectificó a tiempo, y, lo que son las cosas, todos los discos de Van Halen acabarían editados en este sello:

En 1978 salió su primer trabajo titulado “Van Halen”, que tuvo su continuidad nominativa en 1979 con “Van Halen II”. En 1980 publicaron “Women and Children First”, y en 1981 “Fair Warning”, culminando este ciclo creativo anual en 1982 con “Diver Down”. Curiosamente, sus tres siguientes trabajos de estudio se lanzaron con una periodicidad bianual: “1984” en 1984, “5150” en 1986, “OU812” en 1988. A partir de los años noventa sus discos se espacian en mayor medida: “For Unlawful Carnal Knowledge” en 1991, “Balance” en 1995, seguido de un “retorno al pasado” con el álbum “Van Halen III” en 1998, hasta llegar, catorce años después, a su último trabajo: “A Different Kind of Truth” en 2012.

Mi contacto con la música de Eddie Van Halen fue más bien superficial en su inicio pero suficiente para grabar en un lugar privilegiado de mi memoria musical juvenil una de sus canciones más conocidas: “JUMP” -lo pongo en mayúsculas porque quiero gritarla-. Esta canción está integrada en el álbum “1984” del mismo año. Y recuerdo perfectamente cómo una tarde de primavera, en mi pueblo asturiano (Salas), un músico llamado Fernando, apodado “el hippie”, tocó en mi presencia el tema principal de la canción con un “miniteclado” (fue hace treinta años). He parado de escribir 8 minutos y dos segundos (tiempo que tarda en reproducirse dos veces el vídeo de esta canción en YouTube, intenté escucharla sólo una vez pero no pude resistirme a repetir…). La perfecta mixtura entre esta música tan tonal y consonante, con la puesta en escena de los cuatro componentes de Van Halen te hace sentir un desbordante derroche de optimismo y energía (pese a que la letra, escrita por el cantante David Lee Roth, se inspiró en una persona que saltó por la ventana para suicidarse, no vamos a decir que mereciera la pena pero la canción resulta sublime). Además de la “macrobatería” que tiene Alex Van Halen y la camaleónica y magnética mirada del vocalista a la cámara, podemos apreciar un sólo de impresión de Eddie con una técnica que se debe mucho a él: el tapping que consiste en utilizar los dedos de la mano derecha para presionar las cuerdas sobre el mástil del instrumento haciendo sonar las notas a gran rapidez, pudiendo incorporar también ligados “pull-off” y “hammer-on” en los que los dedos de la mano izquierda también accionan en la misma cuerda, lo que permite tocar varias notas por pulso. Igualmente podemos comprobar su versatilidad con el sintetizador, herencia de su técnica pianística. Decir que la puesta en escena está a la altura de la música, compuesta por Eddie Van Halen, es decir mucho, pero también hay que recordar que fue el único sencillo de Van Halen que alcanzó el número 1 en el Billboard Hot 100 (lista de popularidad de los 100 sencillos más vendidos en los Estados Unidos), desbancando, ahí es nada, a “Thriller” de Michael Jackson. “Jump” es hoy una de las canciones de Rock más influyentes de todos los tiempos. Su fuerza y optimismo ha colonizado el mundo del fútbol, siendo la canción que se escucha en San Siro, cada vez que el AC Milan consigue un gol.

Eddie ha utilizado diferentes marcas y modelos de guitarra, desde Gibson, Fender, Peavey, Steinberger… siempre personalizadas, siendo representativa de Eddie Van Halen la llamada “Frankenstrat”, creación propia que trata de combinar el sonido Gibson con el cuerpo estético Fender, estando construida con una Stratocaster modificada para adaptarle una pastilla en el puente: Humbucking Gibson PAF, pastilla de dos bobinas, que siempre produce un sonido contundente, y con un trémolo Floyd Rose (su nombre resulta bien apropiado, tomándolo prestado de la novela decimonónica de Mary Shelley titulada “Frankenstein”, un clásico intemporal). Su diseño de rayas blancas, negras y rojas resulta muy logrado. En 2007 Fender fabrica una réplica personalizada de esta guitarra. Eddie también fue creativo con los amplificadores, y, en concreto, creó uno de los más importantes en los años ochenta en alianza con la marca Peavey: el Peavey 5150 (por cierto, como el título de su disco de 1986).

Con un talento creativo tan marcado en la composición o en la fabricación de instrumentos y complementos, no podía ser menos en la interpretación de la guitarra eléctrica. Resulta increíble verlo tocar un solo con semejante precisión y dominio, obteniendo un sonido personal e intransferible. La multiplicidad de notas que obtiene con su técnica de tapping, que hizo popular en los años ochenta, con esa limpieza y claridad, sorprenden y causan justa admiración de cuantos, sin ser necesariamente fans de la banda, tienen la oportunidad de escucharle. Es, sin duda, uno de los más importantes e influyentes guitarristas del mundo. Y con él se rompe una regla que no siempre es general: la de que en el Rock proliferan músicos autodidactas, por cuanto este impresionante intérprete tiene una formación técnica musical muy completa que, sin duda, contribuyó a convertir en talento el desarrollo de su don natural. Cuantos más recursos y conocimientos tenga un músico más oportunidades tendrá de llegar a la excelencia en sus creaciones, eso sí, siempre y cuando que una teoría mal enseñada y peor practicada no llegue a nublar la inspiración.

Eddie Van Halen: concertista de piano y guitarrista de leyenda. Seguramente su padre, el jazzista Jan Van Halen, rentabilizó su inversión cultural con Eddie y Alex, aún en activo tras casi 50 años, por más que su dirección profesional les llevara a otros mares musicales distintos a los que navegó su progenitor.