Este viernes voy a aproximarme a la figura de Aguado, músico del Romanticismo, siendo el primer guitarrista español del que hablo en este blog y que, seguro, no será el último.

Dionisio Aguado nació en Madrid en 1784 y falleció en la misma ciudad en 1849, siendo uno de los guitarristas más celebres y conocidos por los estudiantes de la guitarra clásica, muy especialmente por su Método de Guitarra cuya primera edición está ya próxima al bicentenario (1820), siendo la edición revisada por Regino Sainz de la Maza (1896-1981) y editada por Unión Musical Española parte esencial de mis estudios. La estructura del manual tiene unos ejercicios básicos preliminares, tres partes y un apéndice, con aprendizaje técnico progresivo, además de contar con fotografías de la posición de las manos junto con unos apuntes explicativos ideales para comenzar. Los ejercicios preliminares tienen como finalidad la de adaptar las manos a la guitarra -ya que, como veremos, se trata de un método que se muestra tanto a los principiantes como a aquellos guitarristas más formados que pretendan mejorar la técnica-, combinando dibujos melódicos con notas simultáneas.

Se da comienzo a una Primera Parte que desarrolla las escalas, y simultanea octavas y terceras, introduciendo lecciones prácticas para asimilar los conocimientos previos, progresando a acordes de tres notas y apuntando reseñas concretas explicativas, tan útiles como originales en comparación a otros manuales didácticos (ausentes mayormente de ellas), introduciendo equísonos (notas equivalentes), y recursos técnicos tan necesarios como ligados y arrastres.

La Segunda Parte muestra un abanico de escalas más complejas en tonos variados de modalidad mayor y, si me apuro, algo extravagantes por su limitado uso (tales como La bemol Mayor, con 4 bemoles en la armadura, o Si Mayor, con nada menos que 5 sostenidos), lo que potencia necesariamente un mayor dominio de la lectura y de la necesaria precisión práctica en la ejecución de notas no siempre convencionales a lo largo del diapasón. Integra esta Segunda Parte el estudio de las escalas menores naturales en tonos igualmente peculiares y jugando con dobles digitaciones, explorando igualmente el doble ligado, el ligado saltado, el ligado indirecto descendente, ligados de cuatro y cinco notas, en dos cuerdas, cromáticos, ligados de tercera, además de trabajar con los mordentes (descendentes y ascendentes), y con grupetos de 3, 4 ó 5 notas, mostrando seguidamente nuevos intervalos como los de sextas, octavas y décimas. Todos estos ejercicios prácticos van acompañados de 11 estudios que integran todos los recursos estudiados.

Por su parte, la Tercera Parte del Método ataca la siempre difícil ejecución de las notas que integran los trastes interiores de la caja, modelos de digitación trasladables a otros tonos, ejercicio en ligados para abrir bien la mano izquierda, rematando el bloque con 16 estudios y un rondó comprensivos de todos los conocimientos estudiados.

Finalmente el Apéndice del Manual se dedica a explicar y ejecutar los armónicos sencillos y los octavados, la diferenciación entre armónicos claros, (más definidos, como los que se obtienen en los trastes séptimo y duodécimo), y los oscuros, más difíciles de conseguir con definición. Igualmente resulta muy curiosa e interesante el capítulo de técnicas de imitación para sugerir el sonido de otros instrumentos (tambora, trompetas, arpa, campanelas…), para finalizar con un completo catálogo de acordes.

Mi experiencia como estudiante con este guitarrista me acompañó en la práctica totalidad de los cursos, preparando en grado elemental los estudios 10 y 18 de los acordes de 3 notas así como los números 2, 3 y 5 de los estudios para cuatro dedos, todos ellos comprendidos en la Primera parte; estudios 5 y 8 integrados en la Segunda Parte; y, ya en grado medio, los números 6, 13 y 14 de la Tercera parte.

Si tengo que elegir un estudio que me haya gustado en mayor medida elegiría el número 6 de esta última secuencia, que tuve que preparar en el programa de cuarto de guitarra clásica, que se muestra con un tempo allegretto en un compás binario de subdivisión binaria (2/4) y que tiene como peculiaridad la presencia de fusas enlazadas por ligados lo que representa una dificultad mayor para cuadrar el ritmo.

Seguramente cuando estudiaba no puse en valor a este guitarrista y a su inmensa obra, ya que me resultaban más amenas composiciones de otros autores de su época, pero hoy puedo afirmar que el legado de Aguado a través de este Método de Guitarra es incalculable y de plena actualidad, no sólo para el estudio de la guitarra clásica sino para adquirir los conocimientos y recursos técnicos necesarios para tocar con fluidez y versatilidad los estilos modernos en acústica y eléctrica.

No podemos finalizar estas líneas sin recordar que Dionisio Aguado junto con Fernando Sor, -guitarrista español al que otro día me referiré-, adoptaron la notación convencional para guitarra prescindiendo de la notación por tablatura imperante en nuestro país hasta esa época. Fue un guitarrista muy apreciado y admirado en su época por su virtuosismo interpretativo, relacionándose con grandes músicos como Paganini, Rossini o Bellini, y trabando una gran amistad con el citado Sor, llegando a componerle éste un dueto titulado “Les Deus amis” (Los dos amigos), con una parte marcada para Aguado y otra para Sor.

Aguado fue un gran innovador de la guitarra inventando el tripedisono para sustentarla sobre una base y siendo igualmente aportación suya los seis agujeros presentes en el puente, dedicando sus últimos años de vida a la enseñanza en Madrid hasta su fallecimiento en 1849, didáctica que generosamente nos lega en el Método de Guitarra anteriormente analizado, que sobrevivirá a buen seguro mucho más tiempo aún que el transcurrido desde su primera edición.