El título hace honor a la verdad. Hasta hace apenas unas semanas no había tenido la ocasión de enfrentarme a una partitura de este compositor del siglo XX, motivado por una conjunción entre su omisión en la programación de los cursos oficiales de guitarra clásica en mi época de estudiante unida a la multiplicidad de materiales musicales a abordar para satisfacer mi curiosidad musical. Mi contacto con su música bien puede decirse que fue casual, al descubrir en una tienda tradicional de Oviedo de instrumentos y partituras, un libro monográfico del autor entre tantos y tantos compositores y guitarristas de todas las épocas. El libro se titula: “APPUNTI. PRELUDI E STUDI PER CHITARRA (Quaderno primo: gli intervalli), nuevamente de Edizioni Suvini Zerboni-Milano, -juro que no me paga la editorial pero me encantan estos manuales-, de 1968 (año de fallecimiento del autor), tratándose de una serie de 11 piezas similares en dificultad, compuestas por Casternuovo en la primavera del año anterior.
La música de este guitarrista resulta fácilmente integrable al genérico concepto de música contemporánea, cuyos intervalos, en muchos casos disonantes, nos ponen en la pista de una música más atonal e inquietante, tantas veces escuchada en muchos momentos tensos de las escenas del cine. Si bien estoy acabando de leer el libro pero aún no lo he terminado, las nueve primeras obras resultan similares en compases, predominando mayormente los de subdivisión binaria, y tonalidades (buena parte de ellas no tienen apenas alteraciones de base), llamándome la atención el Tempo propuesto al que casi siempre acompaña una matización más precisa y personal: “Andantino campestre”, “Alegretto graziosio e umoristico”, “Funefre e pomposo”, “Mosso e frusciante”, “Calmo e contemplativo”, lo que igualmente se produce con frecuencia a lo largo de las piezas al adjetivar los matices y elementos expresivos en la misma línea.
De la parte ya conocida de este manual destacaría la preciosa secuencia descendente de acordes de la parte final de la obra VIII “Serenatella”, así como la “Marcia funebre per una marionetta” -pieza IX-, en la que he descubierto un acorde “que siempre estuvo ahí pero que he dejado de pulsar”, con cejilla en el traste séptimo y una combinación interesante entre octava de Si, Mi y Do, además de una serie de acordes de dos notas haciendo octava en staccato común, recorriendo todo el diapasón. La dificultad técnica y rítmica es superable para un guitarrista medio si bien, como ocurre especialmente en la Música Contemporánea, los matices y lenguaje expresivo que “escoltan” las notas y figuras, resultan peculiares y enriquecen su ejecución.
Mario Castelnuovo Tedesco nació en Florencia en 1895 y murió en Hollywood en 1968, de origen sefardí, estudió en el Conservatorio de Florencia, y a finales de los años 30 emigra a Estados Unidos donde continuó su carrera como compositor y como profesor en el Conservatorio de Los Ángeles. Fue un creador de muchos registros, realizó obras inicialmente líricas (incluso ganó un premio Nacional en 1925 por la Ópera “La Mandrágora”), si bien destaca fundamentalmente por sus obras para guitarra tales como “Preludios y Fugas de Las guitarras bien temperadas” para dos guitarras, los 24 caprichos de Goya inspirados en los grabados del pintor, además de sus Conciertos para guitarra y para dos guitarras, habiendo tenido una repercusión menor pero también destacable en el mundo del cine con participación en 6 bandas sonoras.
La crítica lo define como un renovador de la guitarra que involucionó hacia un neoclasicismo, pero todos podemos convenir que por calidad y variedad nos encontramos ante uno de los grandes compositores de guitarra del siglo XX.