Hoy voy a referirme a un guitarrista excepcional del Heavy Metal, integrante, como bien sabéis, del mítico grupo británico Iron Maiden, en el que lleva tocando desde 1977, siendo el guitarrista más veterano de la banda (Adrian Smith se incorporó en 1980 y Janick Gers en 1990), y solamente el gran bajista y fundador del grupo en 1975, Steve Harris, tiene mayor recorrido.

Pero no es la veteranía la razón de mi elección de hoy sino la calidad y contundencia del intérprete en un género en el que probablemente la guitarra alcance su máximo reconocimiento, y es que los solos del Heavy siempre han atrapado a los fans y han generado admiración a otros músicos por su velocidad, precisión y puesta en escena.

Dave nace en Edmonton (Londres) en 1956, y como tantos otros adolescentes escuchó y admiró a los Beatles. Sin embargo, si buscásemos una influencia decisiva en lo que después sería su trayectoria musical la encontramos en Jimi Hendrix, guitarrista de leyenda, -al que otro día me dedicaré-, que pese a su corta existencia dejó una huella imborrable en la música Rock del último cuarto del siglo XX.

Ese sonido distorsionado y potente que tanto le impresionó comenzó a interpretarlo con guitarras eléctricas provistas de humbucker super distortion, de principios de los setenta, y posteriormente de hot rails (ambas son pastillas de dos bobinas que incrementan el sonido de salida).

Pese a que Dave Murray ha participado en todos los discos de Iron Maiden no ha sido pieza clave de sus composiciones. De hecho, apenas ha creado trece canciones de toda la discografía de la banda que cuenta con 16 álbumes de estudio y 12 en directo, además de recopilaciones y vídeos.

Sus canciones propias son: “Charlotte the Harlot”, “Still Life”, “Deja Vu”, “Chains of Missery”, “Judas Be My Guide”, “Brave New World”, “The Nomad”, “The Thine Line Beetween Love and Hate”, “Rainmaker”, “Age of Innocence”, “The Reencarnation of Benjamin Breeg”, “The Man Who Would Be King” y “The Man of Sorrows”.

La guitarra eléctrica que acompaña a Murray es una Fender Stratocaster, eso sí, personalizada (denominada HHH Dave Murray Signature Strat), si bien en sus múltiples grabaciones también ha trabajado con la Gibson 60 Les Paul Classic, la Gibson 2004 Flying V, e incluso la Ibanez Destroyer.

El sonido de su guitarra, mediatizado por complementos, efectos y amplificadores, dista mucho del sonido cristalino que solemos asociar a Fender, puesto que el estilo del Heavy requiere potencia y distorsión; sin embargo, en Iron Maiden marida muy bien con las guitarras Jackson, -por supuesto con pastilla doble-, tocadas por Adrian Smith, con el que forma una de las mejores parejas de guitarristas del Hard Rock.

Mi “bautismo de fuego” con la música de Murray y su banda, Iron Maiden, se produce a mediados de los años ochenta y, en concreto, con los álbumes titulados “Iron Maiden”, “Killers” y “The Number of the Beast”, que pese a que se publicaron en 1980, 1981 y 1982, sus canciones se escucharon mucho en toda la década, y en todas las clases de bachiller había algún “heavy” conocedor de todos sus discos de cuya influencia resultaba difícil sustraerse: pelos largos, esa ropa tan característica y esas portadas hechizantes y transgresoras, de las que este grupo resulta paradigmático y, en concreto, las tres carátulas de estos tres discos resultan geniales.

También recuerdo haber tenido durante unos días en la casa de mi pueblo (Salas, Asturias), un vídeo VHS de Iron Maiden, que me dejó Juanín “Carriones”, guitarrista y bajista con el que tuve la oportunidad de tocar en colectivo por vez primera (además de tocar la guitarra en el inicio de lo que luego sería nuestro grupo “Unexpected Visit”, fue bajista del grupo “Disco Sucks” con el que grabó un EP a principios de siglo), fan o, mejor dicho, “hooligan” de Iron Maiden, y que con su guitarra de estrella y mi guitarra Aria intentábamos emular algunos de los rapidísimos solos de sus canciones; vídeo en el que se mezclaban imágenes de una película muy antigua de soldados medievales ataviados con armaduras y yelmos. Esta originalidad de intercalar imágenes de cine antiguo en sus vídeos también la podemos encontrar en la mítica canción de “Run to the Hills” (en este caso con imágenes de un western antiquísimo ).

Escucho a la vez que escribo estas líneas el tema de “Killers” y los solos de guitarra son impecables, perfectamente ensamblados en un tempo muy vivo, con agudos extremos que, por su pulcritud técnica, no resultan estridentes, con una atinada y admirable armonización de las escalas tocadas por los guitarristas al retornar a la parte rítmica.

Después llegarían el álbum “Piece of Mind” (1983) y Powerslave (1984), cuyo tema principal tiene una armonía en ocasiones disonante y atrevida, además de interesantes cambios de ritmo, que resultan singulares en un género que emplea construcciones armónicas consonantes y reconocibles, casi clásicas, y escalas naturales mayores y menores, aunque eso sí, ejecutadas a mucha velocidad, con la extraordinaria técnica de Murray, repleta de ligados con un efecto multiplicador de sonidos.

En 1985 fue el turno de “Live After Death”, y en 1986 “Somewhere in Time”, finalizando la década con el álbum “Seventh Son of the Seventh Son” en 1988 y “Maiden England” en 1989.

A partir de este último álbum apenas he escuchado las nuevas canciones de los discos posteriores, ya en los años noventa, recreándome en sus éxitos tan longevos como vigentes.

Su discografía de estudio se completa con los álbumes: “No Prayer for the Dying” (1990), “Fear of the Dark” (1992), “The X Factor” (1995), “Virtual XI” (1998), “Brave New World” (2000), “Dance of Death” (2003), “A Matter of Life and Death” (2006), “The Final Frontier” (2010) y “The Book of Souls” (2015).

Si tuviera que elegir una canción de este grupazo seguramente me quedaría con la de “Run to the Hills”, del álbum “The Number of the Beast”, tema que te pone a vibrar si necesitas un empujón de descaro y autoconfianza. Extraordinario el cambio de ritmo que experimenta la canción, y es que, aunque todos admiremos los solos del heavy, Murray y Smith combinaban a la perfección el cambio de registro solista al rítmico, en buena medida guiado por el impresionante bajista de la banda, Steve Harris. Pero como puedo elegir más -que es gratis- también me quedo con el tema “Aces High” del álbum “Powerslave”, que escuchándolo hoy apetece transgredir, al menos, la vida más o menos ordenada que algunos llevamos.

Me reconforta que Dave Murray siga al pie del cañón junto con los integrantes de Iron Maiden, será muy difícil que un fenómeno como representó y sigue representando esta banda pueda aparecer en estos tiempos, pero lo que es seguro que el día que cuelguen las guitarras las bandas tributo se prodigarán, porque su música va a seguir acompañando a nuevas generaciones (me sorprende la nada despreciable cifra de gente joven que sigue sus giras y escucha su música). Y nada hubiera sido igual si este guitarrista que parece cantar a la vez que ejecuta sus solos, Dave Murray, no hubiera sido readmitido en el grupo, puesto que hay que contar que fue expulsado en 1976 por el entonces vocalista Dennis Wilcock, si bien volvió en apenas unos meses estando aún Dennis. Sin embargo, el tiempo ha puesto en su sitio a este gran guitarrista del Heavy con 42 años seguidos en Iron Maiden, regalando decibelios de buena música y puestas en escena inolvidables (seguro que Hendrix estaría orgulloso…).