Pues sí, esta noche de noviembre hablamos del guitarrista de la mítica banda británica Queen, y puedo decir que en esta ocasión, pese al cansancio de final de semana, escribir sobre Brian va a resultar un auténtico placer de descanso activo.

Brian Harold May nació en Londres el 19 de julio de 1947, cuenta por tanto con 71 años, y pese a estar titulado en Astrofísica -carrera universitaria prestigiosa y difícil donde las haya- es conocido en todo el mundo por ser el guitarrista de Queen, además de uno de sus compositores, vocalista, e incluso teclista de algunos temas. Hablamos de uno de los guitarristas con sello personal más original y reconocible. Aunque resulta difícil desconocer alguna canción de Queen cuando escuchas la guitarra de May todas las piezas cuadran para atribuir la autoría a la banda. Tratándose de un personaje tan sobresaliente en formación académica no me sorprende que la guitarra con la que toca la haya fabricado él mismo y bautizado con el nombre de “Red Special”. Hijo único de una familia de origen escocés, resulta curioso que tenga en común con Mike Oldfield, -como apuntamos meses atrás en su biografía-, que sus padres hayan servido en la Royal Air Force durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Qué estupenda cantera de guitarristas de leyenda resulta ser la Fuerza Aérea Británica! (que siga la tendencia… y, si puede ser, cambiemos bombas por decibelios de amplificador).

Brian se inicia en la música a muy corta edad siendo su primera inmersión en la cuerda pulsada un ukelele (instrumento que al parecer su padre tocaba muy bien), y fue sustituido por una guitarra acústica; comenzaba un aprendizaje que pronto iba a resultar expresivo de su talento. Su primera banda se denominó “1984” por la novela futurista de George Orwell del mismo título (escrita en los años cuarenta del pasado siglo), grupo que compartió con Tim Staffel, cantante, bajista y artista visual, que aún sigue en activo. La relación entre ambos alumbró una nueva banda, “Smile”, allá por el año 1968, pero apenas dos años después se iba a producir un hecho trascendente que marcaría el devenir de May: en 1970 Tim deja la banda lo que posibilitó la entrada de nada más y nada menos que Freddie Mercury y la génesis de una de las bandas de rock más reconocidas y prestigiosas: Queen, grupo que entre sus muchas originalidades estaba su multiplicidad creativa por cuanto todos sus componentes tenían una faceta compositiva, si bien puede decirse que May y Mercury serían sus principales creadores. Si repasamos el repertorio de canciones de la banda Queen podemos destacar grandes éxitos compuestos por Brian May como: “We Will Rock You” o “The Show must Go On”.

Tras el ukelele y la guitarra acústica, Brian tomo conciencia de que precisaba otra gama de sonidos para expresar toda la música que llevaba dentro, comenzando a los 16 años a tocar la guitarra eléctrica, pero como el presupuesto de una Gibson o una Fender resultaba prohibitivo decide fabricar una guitarra eléctrica propia con la ayuda de su padre, guitarra con la que aún hoy se emplea. Si esto ya es de por sí alucinante aún hay que contar que el fascinante sonido que obtiene del instrumento lo genera pulsando las cuerdas con una moneda en lugar de las tradicionales y variadas púas; de esta forma May obtiene un sonido puro y limpio, que -como ocurre con todas las técnicas personales- es difícilmente exportable a otros guitarristas. Desde luego hay que decir que, como todo lo que proyecta Brian, no es producto de una ocurrencia o superficialidad sino que tocar con una moneda de seis peniques fue el resultado de muchas pruebas en búsqueda de su sonido perfecto.

La primera vez que escuche a May fue en 1986 en un videoclip de la canción “Friends Will Be Friends”, integrada en el álbum “Kind of Magic” de Queen, y quedé literalmente hechizado, no sólo por la voz y presencia en el escenario de Freddie Mercury -coautor del tema, junto con el bajista John Deacon-, sino especialmente por el magnetismo irresistible del solo de Brian May, ese sonido entre metálico y ultramoderno, pero siempre puro e interior, tocando con precisión de cirujano cada fraseo, con una articulación y expresividad desconocida en la guitarra eléctrica, que pese a la potencia y consistencia de su interpretación resultaba más tierna que salvaje, alejándose un poco de los excesos y artificios de otros grandes guitarristas del campo del Hard Rock. La introducción que realiza Brian con la guitarra resulta tan bien armada y sólida que su solo parece una pieza de cámara en la que se ensamblan más instrumentos. Su dominio técnico resulta aún más impactante cuando escuchamos la carga de distorsión y volumen de sus fraseos en los que un mal gesto, una mala posición, un pequeño “mordisco” de su moneda-púa a la cuerda ensuciaría su excepcional ejecución, pero si analizamos no ya sus discos de estudio -sometidos a múltiples grabaciones- sino sus conciertos en directo, este guitarrista es una demoledora máquina de precisión jugando con los agudos más extremos y alargando las notas hasta el momento preciso evitando disonancias con otras piezas de la escala-.

Mientras escribo estas líneas he vuelto a ver -más bien escuchar- el citado videoclip y ciertamente, 32 años después, pese al avance en progresión geométrica de la tecnología, el sonido de la guitarra de Brian May sigue siendo impactante. Nadie duda de que estamos ante uno de los mejores guitarristas de la historia (figura en el número 26 de la lista de Rolling Stone entre los 100), pero creo que su mayor contribución es haber conseguido un sonido íntimo, de calidad, reconocible y difícilmente imitable. Sus herramientas técnicas son múltiples, dominando el “bend and release” (consiste en tocar una nota y una vez que suena su inicio estirar la cuerda hacia arriba o abajo para obtener una nota superior), el “tapping” (utilizando los dedos de la mano derecha para presionar las cuerdas en el propio mástil y obtener así las notas), los armónicos naturales (específicamente ejecutados en determinados trastes estratégicos como el quinto, séptimo o duodécimo, gracias a la mecánica ondulatoria, con la peculiaridad de colocar los dedos de la mano izquierda levemente en el propio traste para fijar la posición jugando con su retirada para expandir su sonido), y armónicos artificiales (roce de una cuerda previamente pulsada para emitir una nota obteniendo de esta forma un armónico no natural); en definitiva, un torrente de recursos.

Con la banda Queen grabó 15 álbumes de estudio: “Queen” (1973), “Queen II” (1974), “Sheer Heart Attack” (1984), “A Night at the Opera” (1975), “A Day at the Races” (1976), “News of the World” (1977), “Jazz” (1978), “The Game” (1980), “Flash Gordon” (1980), “Hot Space” (1982), “The Works” (1984), “A Kind of Magic” (1986), “The Miracle” (1989), “Innuendo” (1991), “Made in Heaven” (1995), trabajo en el que involucró a sus antiguos compañeros de Queen, Taylor y Deacon, como trabajo final de la banda; además de 5 álbumes en vivo y 9 recopilatorios.

En 1998 editó un trabajo solista, “Another World”, llegando a componer la banda sonora de la película “Furia” en 1999, continuando ya entrado el presente siglo en proyectos de colaboración con múltiples artistas como McFly, el artista español Momo Cortés, (por cierto que en pleno éxito de Queen, en 1986, colaboró con Ramoncín poniendo la guitarra a la canción “Como un susurro”), la cantante y actriz de musicales Kerry Ellis, o Lady Gaga, tocando la guitarra en su sencillo “You and I”, perteneciente al disco “Born this Way”.

Y esperemos que el show musical de Brian May no se detenga en los próximos años como no se detuvo su tesis doctoral que finalmente leyó en 2008 titulada: “An Investigation of Motion of Zodiacal Dust Particles” basada en sus observaciones de principios de los setenta en el Observatorio Teide de Tenerife, tesis que tuvo que interrumpir durante 3 décadas por su amor a la música pero que no le ha impedido cerrar su gran formación en Astrofísica, publicando ya anteriormente varios trabajos en revistas científicas punteras como Nature.

Con el reciente estreno de la película sobre el nacimiento y éxito de la banda Queen, titulada “Bohemian Rhapsody”, actualmente expuesta en la práctica totalidad de los cines europeos y americanos, se ha vuelto a poner a esta banda británica en el candelero, si bien hay que decir que se trata de un grupo tan original, tal audaz en sus propuestas creativas, de tanta calidad en todos sus componentes, que no puede decirse que en ningún momento hayan dejado de estar de moda, película que viene tras el exitoso musical “We Will Rock You”, y que recomiendo a tod@s cuant@s os encante la música. Resulta tan divertida como emocionante, destacando muy especialmente la interpretación del Concierto de Wembley (Londres) en el Live Aid de 1985, en el que la impactante puesta en escena del inolvidable Freddie Mercury, -ya enfermo-, llega a emocionar a sus propios compañeros, al propio Brian May, realizando todos una interpretación por siempre recordada…¿Quién sabe si Brian May, tan brillante como para construir una guitarra y sacarle un sonido tan extraordinario, no será capaz por medio de alguna “onda gravitacional” de dar con Mercury y sorprendernos -aunque sea vía holograma- con nuevos temas para agrandar la leyenda de la banda? ¡Soñemos en grande!